Polémica sobre el gobierno de Cristina ¿Víctima de una conspiración destituyente?

El discurso de la presidenta en la apertura de las sesiones en el Congreso marcó a fuego definiciones centrales:

  • El eje del desarrollo económico transita por el gas shale -leáse fracking y Chevron- la bioeconomía -soja y Monsanto- y la exportación de minerales vale decir, megaminería.
  • En el plano internacional lo decisivo en torno a Venezuela no es derrotar a la derecha burguesa y proimperial sino «cuidar la institucionalidad» como centro.
  • En lo referido al movimiento obrero el planteo no dejó dudas: guerra al salario empezando por la docencia, factor de desequilibrio y «testigo» de la lucha de los trabajadores a escala nacional.
  • Reafirmación del derecho de los capitalistas a «ganar plata, siempre que no se pasen».
  • Defensa incondicional del pago «cash» a Repsol de 5000 millones de dólares, más intereses.

Pero lo más importante fue el llamado a la unidad política de todos los bloques patronales para acordar una línea común para enfrentar la protesta social. No es ninguna casualidad que el PRO aplaudiera entusiasta esta definición ni que en todos los medios la representación política de la burguesía festejara este giro a derecha del gobierno nacional.

Las corporaciones exultantes

Lejos de oscuras maquinaciones destituyentes -tal como afirma el último documento público de Carta Abierta- la realidad es que desde la UIA hasta el capital financiero saludan la aplicación de medidas económico-políticas que hacen parte de un programa común de toda la burguesía. Por eso, hay un debate recurrente que ahora recobra todo su sentido con una franja de simpatizantes del gobierno nacional que se reconocen como izquierda. ¿Cómo se enfrenta a las corporaciones o poderes «fácticos»? En este punto queremos ser claros: para debilitar al poder económico capitalista que condiciona el rumbo del país lo central es tomar medidas que lo combatan y que -como contraparte- fortalezcan al sujeto social en condiciones de enfrentar a la burguesía de forma independiente, y que es la clase obrera. Ahora bien, el cuadro de situación es el siguiente: a Repsol 5 mil millones de dólares al contado, a los docentes 22 % en cuotas para el salario. Al capital financiero y las cerealeras aumento de la tasa de interés y devaluación del peso respectivamente. En simultáneo al movimiento de masas indefensión frente a la inflación. En resumen: para acorralar a las corporaciones el camino es la radicalización política de la clase obrera y el pueblo. Para eso, esa clase y ese pueblo tienen que fortalecerse a partir de medidas económicas que den respuesta a sus necesidades más acuciantes y horaden el poder económico de los capitalistas. De lo contrario aunque el relato justifique el ajuste explicando que la relación de fuerzas no da para más la realidad es que grandes franjas rompen con el gobierno de Cristina y accionan de forma independiente en la búsqueda de una alternativa a izquierda del kirchnerismo.

Que las corporaciones paguen la crisis

Frente a esta situación queremos discutir qué hacer. En estas páginas repetidamente presentamos nuestra caracterización del gobierno nacional y desarrollamos nuestra posición crítica. Pero queremos formular un planteo unitario y leal a todos los militantes de izquierda que acompañaron al kirchnerismo y que hoy transitan un camino de incertidumbre y debates. Para derrotar a las corporaciones no hay que cederles, hay que confiscarlas. Por eso para enfrentar toda corrida contra el peso y la fuga de divisas hay que nacionalizar el sistema financiero y suspender el pago de la deuda. Para concentrar en el estado la renta diferencial por la exportación de cereales hace falta nacionalizar el comercio exterior de granos. A Repsol no hay que pagarle un solo centavo y muy por el contrario, auditar socialmente el incumplimiento contractual y el pasivo ambiental que dejó expropiando en carácter de reparación económica todo el patrimonio con el que cuente en Argentina. Para fortalecer una fuerza social que banque este programa hay que generalizar un aumento salarial que fije en 10 mil pesos el mínimo e indexe trimestralmente conforme a la inflación real todos los sueldos. Hay que invertir la carga impositiva eliminando el IVA y gravando el juego, la gran propiedad inmobiliaria y la renta extraordinaria. Esta salida frente a la crisis la defiende la izquierda. Desde el MST somos categóricos: para que el desplome capitalista lo paguen los que lo generaron e imponer una salida a favor de la clase obrera y el pueblo, la izquierda tiene que vertebrar una unidad que le permita ser una herramienta política de peso para definir la situación. El punto de partida es concreto: preparar una gran interna para unir todas las expresiones de este campo político: desde la izquierda social y antiimperialista hasta la izquierda anticapitalista y revolucionaria.

Mariano Rosa