Una Nueva Izquierda se pone en marcha en Córdoba. Por Luciana Echevarría

Como parte del relato oficial, el gobierno nacional buscó instalar sistemáticamente la idea de que la juventud de nuestro país volvía a participar en política de la mano del proyecto kirchnerista, ya que era lo más progresivo dentro de “lo posible”. Con la economía a su favor, durante algunos años, el gobierno K logró convencer a un importante sector de que ellos eran los que luchaban contra las corporaciones, defendían los derechos humanos y distribuían la riqueza. Pero al calor de los problemas económicos se fue instalando la idea del fin de ciclo K y el gobierno mostró su verdadero rostro. Así apareció asociado a corporaciones saqueadoras como Monsanto y Chevrón, a genocidas como Milani y se acabó eso de que no reprimían las protestas, ya que le dieron al sheriff Berni permiso para atacar a los trabajadores cada vez que luchan a los costados de la Panamericana.

Luego de 11 años de kirchnerismo, nos enfrentamos a un cambio de signo en el gobierno. Esto impone a todos los que se proponen gobernar, desarrollar cuál es el modelo de país que impulsan. Desde la Nueva Izquierda que estamos construyendo en Córdoba y el país somos claros: no hay márgenes para las medias tintas ni el posibilismo. Hace falta cambiar en serio; para eso proponemos construir un proyecto alternativo, amplio, no dogmático y que tenga verdadera vocación de poder.

Una Córdoba sin lugar para los jóvenes

Como trabajadora de la educación, me toca enfrentar diariamente la crisis a la que el gobierno de De la Sota nos ha arrastrado. Los jóvenes que hoy sufren este modelo educativo abandonado a su suerte, son los mismos que tienen que vérselas con el hostigamiento y la provocación permanente de la policía provincial. La cúpula policial se ha hecho cargo de la conducción del delito organizado en la provincia. Desde allí provee dinero fresco a los viejos partidos y negocia su impunidad frente a los casos de gatillo fácil como el de Güere Pellico.

No es casual que este gobierno y su policía se ensañen con los jóvenes. Somos nosotros los que podemos cuestionar sus negociados y ponerlos en jaque como ya hemos hecho en el pasado. Somos los que más vamos a sufrir mañana por las decisiones que ellos toman en el presente sin siquiera consultarnos o hacernos parte. Somos los que nos estamos quedando sin futuro y sobre todo los que nos organizamos para que todo esto deje de ser así y cambie para mejor. Somos su pesadilla, por eso nos golpean.

Organizar la bronca para transformar nuestra realidad

Conscientes de que al bipartidismo hay que presentarle pelea en todos los terrenos, es que junto a jóvenes y trabajadores del MST-Nueva Izquierda venimos poniendo en pie una construcción que pueda plantarse frente a los viejos partidos, que cuestione lo hecho y de la mano de un plan económico alternativo, se proponga para gobernar.

En ese marco, para mí es un verdadero orgullo que mis compañeros me hayan elegido como candidata a legisladora para el 2015, en las que acompañaré a Raúl Gómez, nuestro candidato a gobernador.

Puedo decir que soy parte de la generación “hija del argentinazo”, ya que comencé a militar en la crisis del 2001 con el “que se vayan todos”. En realidad teníamos claro que se había bastardeado la palabra “política”, ligándola a quienes hicieron de ella un espacio para los negociados, el clientelismo y la corrupción. Pero hay otra forma de hacer política, si la entendemos como la herramienta para cambiar las cosas y que nada siga como está. Y hoy vemos en todos lados indicios de lucha y movilización. Movimientos de indignados, huelgas en Europa, la primavera árabe, son sólo algunos de los procesos en los cuales los jóvenes somos los protagonistas del cambio.

Desde el MST nos sentimos parte de ese fenómeno y por eso construimos cada día una izquierda combativa, moderna y tricolor, que junto a las banderas rojas de las luchas sociales, levante el verde de la defensa ambiental y el violeta de la lucha por los derechos de las mujeres y la diversidad. Una izquierda que abandone el sectarismo, le huya al oportunismo, combata al dogmatismo y fundamentalmente al testimonialismo. No queremos ser testigos y relatores de los hechos. Tampoco conformarnos con ser meros “denunciadores” de lo que está mal. Tenemos verdadera vocación de poder y queremos gobernar.

Por eso, en estos momentos de ruptura con los viejos aparatos, es que propusimos al resto de los sectores de la izquierda política y social hacer un gran frente para las elecciones del 2015, utilizando las PASO para dirimir las candidaturas y que miles de trabajadores y jóvenes puedan participar. Entendemos que cada vez son más los que miran a la izquierda, pero ven con preocupación que aún sigamos fragmentados. Lamentablemente, las fuerzas que conforman el Frente de Izquierda, no quieren hacer algo realmente grande para transformar nuestro país y nuestra provincia…

Por eso, vamos a seguir fortaleciendo nuestro proyecto de Nueva Izquierda con propuestas de fondo que den salida a los principales problemas que sufrimos las mayorías.

Tenemos un gran desafío por delante y no hablo sólo de lo electoral. Tenemos que estar preparados para participar con mucha fuerza en el proceso de recuperación de nuevas conducciones sindicales y estudiantiles que se ha abierto y donde desde la izquierda estamos avanzando mucho. Para seguir organizándonos en los barrios y sobre todo para estar a la altura en una nueva y eventual crisis que sacuda nuestro país como sucedió en el 2001. Cuando logramos hacer renunciar a varios presidentes pero, por no contar con una herramienta como la que estamos construyendo, lejos de irse todos, se terminaron quedando y vimos como viejos menemistas sólo cambiaron el discurso para poder seguir gobernando para las corporaciones.

El desafío es grande, pero se nos va la vida en ello. Estoy hablando de recuperar lo que es nuestro, ni más ni menos que eso. Al servicio de esta pelea es que me comprometí frente a mis compañeras y compañeros a encabezar las listas del MST Nueva Izquierda para la legislatura provincial.

No está escrito en ningún lado que no podamos hacer lo que nos proponemos, la crisis de los partidos tradicionales es cada vez más evidente y refuerza la idea de que hace falta algo nuevo. Un espacio en el que confluyan las mejores tradiciones de lucha de nuestro pueblo con las nuevas generaciones de jóvenes que venimos luchando. Que se enriquezca y se abra a trabajar con todas las culturas de la izquierda política y social. Si somos capaces de avanzar por este camino, vamos a estar más cerca de concretar una fuerte alternativa política que se plante en la calle, en las elecciones y en la batalla de ideas para defender los derechos e intereses de los trabajadores, los jóvenes y los sectores más postergados.

Luciana Echevarría