El FIT: peleas por cargos, sin ningún proyecto en común

Cuando escribo este artículo, se están inscribiendo en la justicia electoral las alianzas para las elecciones nacionales. Entre ellas se anotó el Frente de Izquierda (FIT). En este caso, lo hizo en medio de una disputa muy aguda entre PO y PTS por las candidaturas, razón por la cual hasta hoy no pudieron acordar ir juntos sino que competirán en las internas con un alto grado de confrontación entre ambos. Con los insultos y acusaciones cruzadas, quedó en evidencia que no hay un verdadero proyecto en común en el FIT.

El carácter electoralista del FIT, en tres ejemplos

En las últimas semanas, tres cuestiones muy evidentes han marcado a fuego que el FIT, tal cual es hoy, no es una herramienta política con un proyecto a largo plazo ni en verdad unitario, sino tan solo un acuerdo endeble de cálculo electoral. Veamos esas tres razones.
En primer lugar, todo el debate envuelto en insultos y descalificaciones fue por el orden de los candidatos, es decir por cargos. Ni un solo debate político o de proyecto: sólo se debatieron quiénes debían estar en la fórmula y quiénes encabezar las listas de diputados. Para ese debate el PTS acusó a PO porque «en el acto (de Ferro) se llegó al extremo de que Néstor Pitrola calificara a Nicolás del Caño de usurpador» (La izquierda diario) y PO lo contra-acusó diciendo: «El PTS ha ido muy lejos en su declarado propósito de convertir al Frente de Izquierda en un campo en disputa y en fracturarlo como frente único» (Prensa Obrera). Mientras un sector de sus propios simpatizantes y votantes pedía por las redes sociales que se terminaran las peleas y acusaciones, PO y PTS aceleraron su enfrentamiento sacando a la luz la esencia compartida de cooperativa electoralista.
En segundo lugar, para seguir debatiendo cargos, el FIT se negó a discutir la posibilidad de ampliar la unidad, como propusimos desde el MST y sectores de intelectuales de izquierda. Ni juntos ni separados, ninguna de las fuerzas del FIT se animó a responder nuestra propuesta de ampliar la unidad. Temerosos de aceptar un acuerdo más amplio y de izquierda como miles pedían, decidieron optar por el silencio, mezclados con declaraciones negativas y equivocadas en algunos medios. También un importante grupo de intelectuales como Claudio Katz, Eduardo Lucita, Maristella Svampa, Horacio Tarcus y otros insistieron en plantear un acuerdo mayor; tampoco obtuvieron respuesta positiva. Queda claro que no hay en el horizonte del FIT una ampliación seria y por izquierda que juegue un rol positivo en la disputa contra los partidos del sistema.
En tercer lugar, las peleas sectarias en vez de unidad en el paro nacional fueron la resultante del clima de disputa interna en el FIT. Así como ya venía sucediendo ante hechos políticos nacionales, el FIT no tuvo una política en común sino competencia electoralista por la aparición en la TV. Divididos en las asambleas y reuniones preparatorias del paro, en el corte de Panamericana, en Capital y en las acciones de muchos lugares del país, compitieron entre sí por ver quién lograba mayor visibilidad en la prensa, en vez de pensar en la necesidad de los trabajadores de encontrar unida a la izquierda haciendo fuerte el paro activo.
Cuando los intereses de ocasión de un acuerdo electoralista se ponen por encima de la lucha de clases contra el gobierno y las patronales es porque se está muy lejos de jugar un rol progresivo. Y esa fue la realidad del FIT en el paro del 9.

¿Qué se puede esperar del FIT?

El FIT enfrenta las próximas elecciones en estas condiciones lamentables, no respondiendo a las expectativas de muchos de sus propios votantes que honestamente esperaban otra realidad. Y lo principal no es cuál será finalmente el resultado electoral del FIT -que viene retrocediendo- sino que surge evidente que no dará un salto positivo ni será una opción fuerte frente a los viejos partidos.
Al negarse a un camino unitario y amplio, se alejan de la posibilidad de jugar el rol que tenía planteado.
Apoyar un nuevo proyecto de izquierda, con el horizonte de una gran alternativa
Por todo esto y tras haber hecho enormes esfuerzos unitarios, es que decidimos dar pelea nacio-nalmente con la fórmula integrada por Bodart y Ripoll, como referencia de un proyecto de nueva izquierda en todo el país.
Estamos convencidos de que es necesario nacionalizar una propuesta que, en base a un programa transformador y anticapitalista, sea capaz de plantarse frente a los candidatos de los viejos partidos.
Nuestra propuesta en esta campaña electoral, con una fórmula nacional y candidatos propios en 20 provincias, tiene como estrategia la de construir una gran coalición de toda la izquierda que realmente se juegue a disputar en serio.
A ese desafío invitamos a sumarse a los trabajadores y especialmente a la juventud pre-carizada y estudiantil. También a la intelectualidad de izquierda, a los profesionales, al activismo de la lucha de género y feminista, a los ambientalistas; a todos los invitamos a que nos acompañen con su voto en estas elecciones, mientras seguimos debatiendo cómo poner en pie un gran proyecto político de izquierda y unitario en nuestro país.

                               Sergio García