Negociación de la deuda griega con la troika, Merkel y Hollande. Tsipras en su laberinto

Una decisiva «negociación» sobre las condiciones del pago de la deuda griega se está llevando entre el gobierno del primer ministro griego Tsipras con los integrantes de la Troyka (Banco Central Europeo, Unión Europea y FMI), la canciller alemana Ángela Merkel y el presidente francés François Hollande.
Del lado del frente imperial las condiciones para desembolsar un nuevo tramo del «rescate» europeo, para que Grecia siga pagando su deuda y no entre en default, son las condiciones más leoninas conocido hasta ahora a un país dependiente. El país esta devastado por la complicidad de su burguesía local con los negocios del imperialismo europeo, tiene una fraudulenta deuda externa equivale al 175% de su PBI, y ha sufrido innumerables medidas de ajuste sobre su pueblo, desde la firma del Memorandum con la Troika en el 2010.
Grecia no recibe fondos del exterior desde Agosto del 2014 y desde esa fecha al presente ha pagado vencimientos de deuda por $ 17.000 millones de euros (que representa el 10% de su PBI), lo que ha vaciado sus finanzas. Por eso no ha podido cumplir con varios vencimientos de junio con el FMI, y ha acordado pagarle el monto completo de ellos de 1.600 millones de euros el 30 de Junio. Para cumplir con este y nuevos vencimientos necesita el desembolso del segundo tramo del rescate de 7.200 millones de euros.
La Unión Europea le exige a Tsipras profundizar el insoportable plan de «austeridad» con medidas tales como lograr un superávit primario de la economía, del 1% este año, 2 % en 2016, 3% en 2017 y 3,5% en 2018. Reducir fuertemente las pensiones (que ya han caído entre un 20 y un 44%), que significan un recorte presupuestario de 900 millones de euros este año y 1.800 millones el próximo y que el país no vuelva a permitir los convenios laborales, prohibidos por el anterior gobierno por exigencia de los acreedores. Y un aumento importante del IVA, entre los que se destaca el aumento de 10 puntos porcentuales sobre la factura de la luz.
Tsipras viene resistiendo los puntos más duros de estas exigencias, pero dentro de una política de conceciones crecientes a las duras exigencias de los dirigentes europeos. Primero abandonó o postergó sin fecha, el programa de Tsanolica, que fue la base electoral de Syriza que planteaba medidas de carácter unilateral para no seguir cediendo a la política de ajuste del pueblo griego para pagar la deuda y emprendió una política de negociación.
Luego y como el propio ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, ha admitido, tuvo que ir violando parcialmente lo que para el gobierno griego eran las llamadas «líneas rojas» que no se podían cruzar y que tenían que ver con la aplicación de reformas que contribuyeran a una mayor caída de los salarios e ingresos del pueblo griego. Ha tenido que postergar sin fecha la subida del salario mínimo de 586 euros actuales a los 751 previos a la crisis, la concesión de la 13ª paga a los jubilados con pensiones inferiores a 700 euros (el 45% percibe menos de 665), o la postergación de la eliminación de un injusto impuesto inmobiliario. Y continuar con el plan de privati-zaciones, entre ellas de 14 aeropuertos regionales.

La cumbre en Bruselas de Tsipras con Merkel y Hollande

Este 10 de junio una nueva ronda reunió a los primeros mandatarios con autoridades de las instituciones que constituyen la Troika. Tsipras pretendería moderar las exigencias para el desembolso de los 7.200 millones de euros contemplados en el plan de rescate: un 0,75% de superávit versus el 1 % que le exigen, recortar solo las prejubilaciones, bajar tal o cuales puntos en el aumento del IVA, etc. y tensar la cuerda hasta el final para cerrar una negociación «más favorable».
Lo cierto es que el «ajuste» al pueblo griego, está llegando a un límite insoportable. La sed de ganancias de los banqueros y capitalistas europeos pareciera no tener límites, y como algunos analistas sostienen el castigo ejemplar sobre Grecia, está destinado a servir como ejemplo y escarmiento para aquellos pueblos que opten por variantes como Syriza o Podemos.
Tsipras se encuentra entonces en su laberinto. No hay negociación «razonable» posible con la Troika y el imperialismo europeo, se trata de enfrentar sus exigencias con una política soberana que repudie los Memoran-dums y ponga por delante el programa con el que Syriza derrotó a los partidos del ajuste y la entrega. Ese es el debate que se ha generado al interior de la izquierda radical griega organizada en Syriza y que sigue con pasión toda la vanguardia mundial.

  Gustavo Giménez