Democracia, justicia y corrupción: La impunidad en el caso Arribas

Coimas, retornos, espionaje, empresas of shore, impunidad  y otras “perlas” de la democracia capitalista, presentes en el gobierno K y también en el de Macri.

Ni el más testarudo defensor de la “república” puede negar que hay una serie de conceptos que acompañan la democracia de minorías en la que vivimos como la sombra acompaña al cuerpo. La corrupción es uno de los que atraviesa gobiernos y partidos, generando grandes escándalos y llegando, incluso, a la destitución de presidentes/as. En esta nota algunas opiniones sobre el mismo.

Democracia y corrupción en tiempos del capitalismo

 Contrariamente a lo que nos enseñan en la escuela o lo que se cansan de repetir los políticos de los partidos tradicionales, empresarios y otros voceros a sueldo, la democracia en la que vivimos no es igual para todos y todas. Esta no responde a un valor general y permanente en el tiempo sino al reflejo de las necesidades e intereses de los sectores sociales que detentan el poder, en un determinado momento histórico, por supuesto con las contradicciones y particularidades que le da la lucha de los sectores explotados y oprimidos que en cada país le imprimen.

Queremos decir con esto que, siendo un puñado de capitalistas los que amasan más del 45% de las riquezas por sobre el 99% de la población que apenas araña esa cifra, han construido un Estado, una “máquina” al decir de Lenin, a su imagen y semejanza. En este Estado se establece una falsa división entre lo público y lo privado y, de esta forma las mayorías nos vemos sometidas a las decisiones de los capitalistas y sus políticos, a sus leyes y reglas.  Eso sí, somos libres de hacer aquello que podamos pagar y no interfiera con el orden de cosas existente. También podemos votar cada 4 años (dos en el caso de las cámaras legislativas) a nuestros “representantes” que contradictoriamente, en la gran mayoría de los casos son miembros de esa pequeña minoría o se encuentran a su servicio. O, como se explica que los que dicen representarnos, léase Macri, Kirchner, Scioli, Massa, etc tengan patrimonios millonarios, la mayor parte de los mismos acumulados durante la función pública, mientras que el 99% de los votantes vivimos una situación completamente diferente.

Hay que buscar en ese manejo discrecional y corporativo de lo que es de todos el origen de la corrupción. No se trata de algunos “inmorales” o “deshonestos” sino de la apropiación de las decisiones sobre lo público lo que habilita la carrera por la tajada, por el enriquecimiento individual a costa del esfuerzo colectivo.

Para muestra sobra un botón

 Los defensores de la democracia y la honestidad en abstracto, interesados por sostener el orden de cosas, construyen campañas y explicaciones que apuntan a señalar que los “corruptos” son elementos desviados en un sistema que funciona bien o, incluso, fallas en un sistema que hay que corregir. Muy lejos de eso, el reciente caso de la constructora de origen brasileño Odebrecht puede servir de muestra para nuestros argumentos. Esta firma pagó coimas y “propinas” en Brasil y otros 9 países de América para hacerse con la adjudicación de suculentas porciones de la obra pública; lo mismo recibieron “populistas” y “liberales”, con poses más de izquierda o más de derecha. Los gobiernos de Perú, Argentina, Venezuela, México, Colombia, Costa Rica, Panamá, entre otros, recibieron millones de dólares en negro, que obviamente, se agregan al costo de la obra asignada ¿o te creías que lo pagaba el empresario? De ninguna manera: ese dinero que enriquece a los empresarios, políticos y funcionarios no sale de otro lado que del que terminamos pagando entre todos por obras, que en muchos casos, ni llegan a concretarse.

Pero deténganse un segundo en el capítulo argentino del escándalo. En el caso de nuestro país, las coimas y retornos involucran tanto a la gestión kirchnerista como a la gestión macrista. Incluso los pagos detectados hasta ahora están relacionados con la misma obra que luego de ser anunciada 6 veces, desde el 2006 a la fecha, aún no se realizó: el soterramiento del ferrocarril Sarmiento.  Al día de hoy, sin que la tuneladora haya recorrido más que un par de metros para la foto, ya se pagaron más de un millón de dólares de sobornos desde Ricardo Jaime a Gustavo Arribas (jefe de la AFI).

Debido a la extensión no es posible analizar todos los casos de corrupción solo de los últimos años, pero es ilustrativo señalar que el Presidente en ejercicio de nuestro país tiene cuentas en Panamá que le sirven para evadir impuestos del país que preside y en el colmo de la entrega, la empresa petrolera “de bandera” YPF, firmó su acuerdo con Chevron (para expoliar nuestros recursos por 50 años) utilizando empresas de estas mismas características.

No se trata de algunos corruptos, sino de un sistema podrido y anacrónico que debe ser removido.

Juez y parte

 Solo para agregar y a los fines de cerrar el círculo del carácter sistémico de la corrupción, cabe señalar que el papel de la justicia está sin dudas relacionado con su composición y normas de funcionamiento. Los jueces son directamente designados por el poder político, es decir, son parte de la estructura corrupta y por lo tanto en muchos casos reclaman también su parte del negocio. Así las causas duermen o se aceleran de acuerdo con que se muevan los hilos de la política y sin que nadie los vote ni pueda decidir sobre sus actos, un puñado de “notables” decide que es lo justo o injusto, siempre desde la lógica de funcionamiento del capital y lubricado con buenas cantidades de billetes.

Demoler el aparato corrupto para construir una nueva sociedad

 Como se trata de un problema sistémico, lejos estamos de poder resolverlo con medidas de castigo individual: necesitamos demoler un aparato corrupto y burocrático que tiene su razón de ser en las diferencias profundas que existen en la sociedad.

Para abrirle el camino a transformaciones más profundas pensamos que es clave desmontar los privilegios de políticos, funcionarios y jueces remarcando su carácter de “servidores públicos”. Para ello, proponemos que deban cobrar lo que cobra un trabajador, sus cargos deben ser electos mediante elección directa y al mismo tiempo ser revocables y todas sus decisiones deben ser públicas. Para los temas estratégicos proponemos la implementación de consultas populares, plebiscitos o cualquier mecanismo que facilite la participación popular.

En el caso de las obras y la producción proponemos la gestión y el control social de las mismas, por parte de los trabajadores y los usuarios, como una forma de priorizar la función social por sobre el negocio y garantizar la transparencia.

Los empresarios, políticos y jueces ligados a casos de corrupción deben ser destituidos y juzgados por comisiones independientes del poder judicial (como fue la CONADEP para investigar los crímenes de la dictadura) y al mismo tiempo deben pagar con sus bienes y los de sus familias.

En definitiva, creemos que cualquier medida que apunte a restringir la democracia es una medida que apunta a favorecer la corrupción y por el contrario, mientras más participación popular, más crítica y más movilización, serán las mejores armas contra los abusos de poder y los negocios turbios a costa de los bienes comunes.

Martín Carcione