Grecia, el eslabón mas débil
Escribe: Francisco Santana
La crisis capitalista sigue su curso en Europa. Mientras el gobierno griego quiere ajustar, los trabajadores y el pueblo se movilizan y recurren a la huelga general.
El martes 21 de junio el Parlamento griego votó una moción de confianza a favor del primer ministro Yorgos Papandreu, dirigente del Pasok (Movimiento Socialista Panhelénico) contando con 155 de los 300 votos en el recinto. La moción equivale a aplicar un tremendo plan de ajuste y priva-tizaciones que podría llegar a asustar hasta el mismísimo rey de los ajustadores: Carlos Menem. Los hechos se dieron entre una doble presión: por un lado las grandes empresas, los bancos y los gobiernos europeos; por el otro los miles de manifestantes que repudiaban a los parlamentarios y al gobierno. El griego es un pueblo que viene de protagonizar una formidable huelga general y cuyos “Indignados” movilizados nos recuerdan a las voces del “Argentinazo” cuando cantábamos en las calles “Oh que se vayan todos, que no quede ni uno sólo…”
Grecia es un país del Mediterráneo que tiene 11 millones de habitantes y cuyo mayor ingreso proviene del turismo. Es poseedor de dos récords: tiene una enorme deuda en relación lo que produce (los 355.000 millones de euros de deuda pública representan el 150% de su Producto Bruto), o sea que cada griego debería 32.000 euros (192.000 pesos argentinos); y también tiene la financiación de la deuda más cara del mundo. Durante el próximo año tiene que pagar 42.000 millones de euros, más que las reservas récord de la Argentina.
Esto se debe a que los bonos del estado griego fueron unos de los menús especulativos más atractivos, ya que daban altísimos dividendos en euros. Como consecuencia de la crisis económica mundial que estalló en el 2008, saltó que el único respaldo que tenían era un castillo de mentiras en los balances y estadísticas con que el gobierno griego – en complicidad con bancos y espe-culadores – había respaldado estos bonos. Así hace un poco más de un año que se ha desatado lo que varios editorialistas han titulado como “la tragedía griega”.
La cuestión no es menor para las economías centrales europeas y sus grandes entidades financieras que serían poseedoras de grandes volúmenes de la deuda griega: Francia 56.000 millones de dólares, Alemania 40.000 e Inglaterra 15.000 millones (La Nación 21/06/2011).
Diversos economistas señalan que si Grecia cayera en el default (dejara de pagar) se produciría una grave crisis en cadena, que sería peor que la se produjo con la caída de Lehman Brothers y terminaría con el euro como moneda única europea. Si la economía griega cae en default seguramente va a arrastrar a los otros eslabones débiles de la cadena que están en la cuerda floja: Irlanda, Portugal y España. De hecho muchos economistas, con Rou-bini a la cabeza, ya han pronosticado la muerte del euro en este proceso de grave crisis en Europa.
Un brutal ajuste
La moción de confianza del parlamento hacia Papandreu era el paso necesario para que la llamada la troika (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea), que monitorean el plan de ajuste en forma humillante para los griegos, desembolse el quinto tramo de 12.000 millones de euros para que Grecia pueda pagar sus vencimientos en estos meses y el lanzamiento de un nuevo multimillonario préstamo de “rescate”. Lo harán a costa de un brutal plan de ajuste por el cual el gobierno griego tiene que “ahorrar” 78.000 millones de euros en los próximos años, con subidas de impuestos, privatiza-ciones y recortes salariales.
El ajuste es tan tremendo, que las ya operadas rebajas salariales de un 20 % en los sueldos de los empleados públicos o en el aumento de la edad jubilatoria, serían poca cosa ante la amenaza de despedir a 150 mil de los 700 mil funcionarios públicos y privatizar todo, hasta las islas. Tan es así que uno de los dichos más populares en estos días es que al Estado griego lo único que le va a quedar es el Partenón (y lo peor es que no se trata de un chiste).
El imperialismo y los gobiernos están muy preocupados porque no tienen Plan B, por eso quieren ajustar sí o sí aunque, por otro lado, el panorama se les complica cada vez más ya que la movilización sostenida en el tiempo por los trabajadores y el pueblo está poniendo en serios problemas a los ajustadores y se está transformando en un contagioso ejemplo para otros pueblos que están o van a estar en la misma situación.
La rebelión griega
Según Luis Doncel, en su artículo para el diario El País de España, luego de la moción de confianza Yorgos Papandreu tendrá escasas “dos semanas para ajustarse aún más el cinturón pese a las masivas protestas y al conato de rebelión en el propio grupo parlamentario del partido gobernante”. El día del pasado paro general Papandreu tuvo que reemplazar a su ministro de Finanzas luego de intentar infructuosamente lograr un gabinete de unidad nacional.
La propia sesión parlamentaria estuvo rodeada por 20 mil manifestantes furiosos levantando los reclamos de la huelga general del 15 de junio, en cuya jornada miles de manifestantes atenienses aguantaron durante horas los gases con que la policía intentaba dispersarlos sin éxito.
Las últimas manifestaciones y el paro general son parte una rebelión generalizada contra el ajuste y el pago de la deuda, con el surgimiento de un movimiento de “Indignados” griegos que acampan en las plazas de las principales ciudades, con moviliza-ciones diarias de distinto tenor, que muchas veces no son reflejadas en su magnitud por los medios de comunicación.
Son el producto de importantes luchas como la explosión juvenil del 2008, las huelgas generales del 2010, las huelgas del transporte del invierno 2010-2011, entre otras importantes luchas de estos años.
Pangiotis Sotiris relata cómo se desarrolla este proceso en la web del NPA: “El domingo, 5 de junio de Atenas y las principales ciudades de Grecia experimentaron las movilizaciones de masas más grande en la historia reciente. Más de 100.000 manifestantes se reunieron en la Plaza de la Constitución (Syntagma) en Atenas. Decenas de miles de personas han hecho lo mismo en Tesalónica. Y miles más marcharon en varias ciudades griegas. Se trata de una movilización social única y una original forma de protesta popular que combina las concentraciones de masas con un proceso de discusión democrática en asambleas populares.
Lo más importante es que estos eventos y reuniones, son un punto de encuentro no sólo para las personas que ya han participado en manifestaciones, huelgas, en los movimientos sociales en los últimos meses – con la durante la gran ola de protestas sociales que respondieron al programa de austeridad -, sino también para otros que hasta ahora se había abstenido de participar en las acciones de masas.”
El desafío
Los ajustadores hoy no tienen Plan B, por eso están jugados al ajuste sí o sí. Al mismo tiempo son conscientes de que sí hay algo que puede hacer saltar el euro por los aires, liquidar la “unidad” de la burguesía europea y desatar un vendaval en Europa; es la movilización del pueblo griego y de los países del Viejo Continente que no quieren que el costo de la crisis recaiga sobre sus espaldas, cuando la crisis fue generada por los especuladores financieros, los bancos y los gobiernos corruptos.
Para el terror de los poderosos, en esta lucha están abandonando las estructuras políticas tradicionales, al Pasok en primer lugar. Es un proceso parecido al desatado en la Argentina en el 2001.
La rebelión plantea tareas claramente anticapitalistas: rechazar las medidas de ajuste, no pagar la deuda, abandonar la eurozona y nacionalizar la banca, entre otras medidas. Y las encaran con una ventaja: la clase obrera organizada es protagonista como parte de un levantamiento más general, que cuestiona quien debe pagar el costo de la crisis.
Los manifestantes de la Plaza Syntagma tienen lazos políticos con el movimiento de Indignados españoles y con los que se manifestaron en la Plaza Tahir de Egipto; aunque nunca se hayan conocido. Son parte de un proceso nuevo, revolucionario, que amenaza las mismas bases del imperialismo europeo, que en estas peleas se está jugando su suerte. Es un gran desafío para los revolucionarios anticapitalistas ayudar a conformar la herramienta política que exige la hora.