Saqueos y Marchas contra el Gasolinazo: Estalló México
El 1º de enero, cuando los mexicanos recibían al año nuevo, el presidente Peña Nieto, anunció un aumento del 20% en los precios de la gasolina. Aumento que se traslada inmediatamente a los precios de los artículos de primera necesidad. La respuesta no se hizo esperar. En la mayoría de los estados de la república, centenas, miles de manifestantes en cada lugar, salieron a tomar las gasolineras de PEMEX, en muchos casos a saquear los supermercados de las multinacionales, y a manifestarse en distintos lugares. Una verdadera rebelión popular. El estallido tuvo un carácter espontáneo y lo que primaron fueron múltiples acciones en una gran cantidad de puntos del país. Pasaron ya 15 días desde el comienzo del levantamiento. Las acciones más importantes se registraron en la primera semana, en la que los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad dejaron el saldo de 6 muertos y 1.500 detenidos. Este domingo en más de 10 estados hubo movilizaciones.
La privatización de PEMEX
México, uno de los países petroleros más importantes, conservaba una gran conquista, la petrolera estatal monopólica PEMEX. Una de las petroleras más grandes del mundo que sostiene el funcionamiento del Estado mexicano. Peña Nieto, con el apoyo de su partido, el PRI, y de la oposición patronal del PAN y el PRD, logró imponer una reforma energética que termina con este monopolio, permitiendo el ingreso de empresas multinacionales al negocio petrolero y de la energía eléctrica (que también era regida por una empresa estatal). Este nuevo intento de privatización, es el corolario de una política de vaciamiento de la petrolera (México refina el 50% de su petróleo en EEUU), en línea con la política que le exigen el FMI y las multinacionales del sector. El gasolinazo significa además el fin de la regulación estatal de los precios, que ahora se regirán por los vaivenes del mercado.
Se agrava la crisis del gobierno y el régimen
Uno de los reclamos más sentidos en las acciones de estos días es la exigencia de la renuncia de Peña Nieto. A la creciente crisis económica, la devaluación constante del peso mexicano y el deterioro del nivel de vida de la población, se le han sumado innumerables casos de corrupción que afectan tanto a su gobierno, como a los gobiernos estaduales, alcaidías, etc. A lo que debemos sumarles crecientes luchas, que han desbordado a la burocracia sindical priista, como el paro de los maestros contra la reforma educativa o las movilizaciones exigiendo justicia por la masacre de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Este desprestigio alcanza también a los principales partidos e instituciones de un régimen que tiene fuertes lazos con el narcotráfico. Ahora Trump presiona a las automotrices instaladas en México (por su mano de obra barata) para que vuelvan a invertir en EE.UU. y amenaza con construir un muro de miles de kilómetros y que «lo paguen los mexicanos». Más allá de las protestas formales de Peña Nieto, tan vil es su doble discurso, que acaba de volver a nombrar como ministro de Exteriores a Luis Videgaray, un «amigo» de Trump.
Se abre una nueva etapa política
La combinación de la grave crisis del gobierno y el régimen, de divisiones entre los sectores patronales en torno a las últimas medidas, con una crisis económica que no hace sino agravarse, el desborde del levantamiento contra el gasolinazo y la incorporación de importantes sectores de las clases medias a la pelea, plantea un nuevo horizonte para las luchas del pueblo mexicano. Como señala el compañero Facundo Jiménez en el artículo que nos han enviado: «Por ahora -como dice el informe de la oficina del director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos- la mayoría de las protestas han sido pacíficas, pero pueden volverse violentas si las frustraciones con las élites políticas y económicas crece, o si los gobiernos utilizan la mano dura.» En el 2018 están previstas las elecciones nacionales. Andrés Manuel López Obrador, del centroizquierdista MORENA es el mejor posicionado para ganarlas. Andrés Manuel criticó la reforma energética y el gasolinazo, pero lejos de llamar a movilizar, planteó que la única solución era apoyar su candidatura presidencial. Los centenares de miles de mexicanos que en estos días han salido a las calles, parecen no haber sido convencidos por estos consejos. A principios de año el zapatismo aprobó apoyar la propuesta del CNI (Consejo Nacional Indígena) de lanzar la candidatura de una mujer indígena a la presidencia de la Nación. Siendo este paso muy progresivo en torno a la política anterior del EZLN, no han aprovechado esta crisis, más allá de alguna declaración aislada del subcomandante Marcos, para intervenir de lleno en el proceso de lucha y dar una respuesta política a la movilización en curso. Un programa alternativo que defendiendo el monopolio de las empresas de energía estatales, contra toda forma de privatización, imponga un control de sus trabajadores y usuarios sobre ellas, para que la riqueza que generan no quede en manos de funcionarios corruptos, agentes de las grandes multinacionales capitalistas.
Gustavo Giménez