Bodart en el Acto de Moreno
A 30 años de la muerte de Nahuel Moreno Gran Acto del MST
El viernes 27 de enero realizamos en el Bauen el más grande e importante acto que en nuestro país se haya realizado en homenaje a Nahuel Moreno, al cumplirse 30 años de su muerte. Nutridas delegaciones obreras, juveniles y barriales, de Capital y el Gran Buenos Aires desbordaron la capacidad del auditorio, con el orgullo de ser morenistas. Al acto también se acercaron compañeros de larga trayectoria en nuestra corriente como Mario Doglio, el Chino Moya, Héctor Palacios, entre otros. También una delegación de la lucha del pueblo Kurdo se hizo presente, haciendo vivo en el acto el carácter internacionalista de nuestra corriente que apoya su heroica lucha. El acto comenzó con una importante presencia obrera de trabajadores de AGR-Clarín que hicieron uso de la palabra y recolectaron para el fondo de huelga. Luego, escuchamos las palabras de Vilma Ripoll. Cerró Alejandro Bodart en nombre de la dirección del MST. Reproducimos extractos de los discursos y de las principales adhesiones.
Alejandro Bodart
“Sigamos peleando, porque no hay nada ni nadie que nos diga que no podemos triunfar” Extractos del discurso
Para nosotros es muy importante homenajear a Nahuel Moreno. Fue el fundador de nuestra corriente, uno de los pocos cuadros que luego de la muerte de Trotsky tomó esa antorcha e hizo del trotskismo una fuerza viva, que se consustanció con la clase obrera. (…) Podemos decir que Nahuel Moreno es uno de los fundadores del trotskismo en nuestro país y en infinidad de países de Latinoamérica.
(…) El mundo de hoy es muy distinto del que vivió Nahuel Moreno; han pasado treinta años. Él no pudo ver algo que seguramente lo hubiera apasionado, como es la caída del aparato contrarrevolucionario mundial más importante: el estalinismo. Moreno murió unos años antes. Tampoco pudo ver cómo se fueron desmoronando prácticamente todos los partidos y regímenes que la burguesía fue construyendo después de la Segunda Guerra Mundial. (…) Hasta Estados Unidos está pasando por una crisis precisamente por la descomposición de los partidos tradicionales. Han caído dictaduras que llevaban décadas. Hugo tampoco pudo ver la crisis sistémica que está atravesando al capitalismo actualmente, solo comparable con aquella crisis de principios del siglo XX, que fue la que provocó y motorizó los enormes cambios que se dieron hace casi un siglo, cambios que lograron que un tercio de la humanidad rompiera con el capitalismo.
Vigencia del morenismo
(…) Hay muchos que, luego de la muerte de Moreno, para tapar sus propios errores, intentaron, después de muerto, transferirle la responsabilidad incluso de políticas que ni tuvo la oportunidad de discutir porque había ya fallecido. Otros descubrieron, tras su desaparición, errores, y algunos abandonaron el legado del morenismo. Miren, compañeros: Moreno nos enseñó que nosotros no somos ni una secta ni una iglesia; no tenemos dogmas, no tenemos problemas en reconocer errores, y el propio Moreno, permanentemente, nos lo inculcaba. El marxismo es una fuerza viva, y, por lo tanto, avanza acorde a los tiempos que se viven. Moreno nos enseñaba cómo los clásicos, que también cometían errores, no tenían ningún problema en autocriticarse a partir de sus propias experiencias.
Moreno, siendo un admirador de Trotsky, no tuvo ningún empacho en explicarnos los errores que éste último había cometido. Lenin y Trotsky no tuvieron ningún empacho en analizar y discutir algunos errores que había cometido Marx. Nosotros, por nuestra parte, no tenemos ningún problema en analizar errores o tesis que la realidad haya demostrado que no eran correctas. Y, seguramente, los jóvenes, en el transcurrir de la experiencia revolucionaria, sacarán en cuenta muchos errores que hemos cometido, pero nosotros seguimos reivindicando los pilares que nos dejó Moreno, porque creemos que tienen una vigencia extraordinaria.
Confianza ciega en la clase obrera
(…) Moreno nos enseñó que había que tener confianza en la clase obrera. (…) No hay nadie que nos pueda garantizar el triunfo. Posiblemente, la humanidad termine en la barbarie. No lo sabemos. Sin embargo, el triunfo solo puede venir de la clase obrera movilizada. Es la única fuerza social que puede construir una sociedad completamente distinta a la sociedad capitalista.
(…) Nosotros tenemos una confianza ciega en la clase obrera. Creemos en la movilización como único camino para lograr los cambios. Peleamos, damos peleas legislativas, queremos sacar diputados, concejales… Pero estamos convencidos de que solo la clase obrera movilizada puede derrotar al poder establecido. Y, por ello, las luchas de los trabajadores son nuestras propias luchas. La lucha de Clarín es la lucha de los compañeros, pero es nuestra lucha y la vamos a tomar como nuestra y vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que triunfe, como queremos que triunfen cada una de las luchas.
Democracia obrera
Moreno también nos enseñó que tenemos que confiar en la clase obrera y en la democracia obrera. Muchas fuerzas de izquierda que quieren cambiar el sistema, en ocasiones, caen en una desviación que ha sido liquidadora del socialismo y de la izquierda, que es intentar suplantar las decisiones de la clase obrera, no confiar en sus decisiones, no aprender a retroceder cuando la clase obrera retrocede, no tener la paciencia para avanzar cuando los trabajadores avanzan, y muchas veces, cuando se conquista alguna posición, la clave de los revolucionarios es apoyar y desarrollar al máximo la democracia al interior de los trabajadores y armar una conciencia donde todo se resuelva por la mayoría.
(…) Esto es una enseñanza para los jóvenes que ganan centros de estudiantes y, muchas veces, los suplantan, y creen que porque los dirige un partido de izquierda, ya está todo dicho. Esto lo tienen que aprender las corrientes de izquierda que muchas veces ganan posiciones en algunos sindicatos y que después hacen primar la defensa del pequeño aparatito que se gana y no practicar la democracia obrera que implica, entre otras cosas, la posibilidad de que haya que retroceder.
Internacionalismo
(…) Moreno nos enseñó que la revolución se inicia en un país, pero si no se continúa en otros, es difícil mantener las conquistas, y lo más probable es que se retroceda. Por ello, al mismo tiempo que uno construye un partido en un país, es fundamental ayudar a construir partidos en todos los países del mundo. El imperialismo tiene organización internacional. Tienen ejércitos que ayudan de manera conjunta. Para triunfar, los trabajadores necesitamos una organización mundial.
(…) El morenismo nos enseñó que de nada vale tener un partido nacional fuerte mientras no se impriman esfuerzos en erigir partido en otros países. Hay compañeros de la izquierda que no comprenden esto, que creen que teniendo un grupo grande en un país se soluciona todo. No hay ninguna posibilidad de que un partido nacional, por más grande y fuerte que sea, logre el triunfo, compañeros. Por eso, hemos de ser un grupo de revolucionarios que está dispuesto a hacer todo lo que haga falta para que triunfen los compañeros kurdos, porque si triunfan nuestros camaradas del Kurdistán, triunfamos todos los trabajadores a nivel mundial. Tenemos que trabajar para que triunfen los trabajadores estadounidenses y le den una paliza al facho, machista y retrógrado Donald Trump.
Obsesión por las masas
(…) Nosotros también somos morenistas porque Moreno nos enseñó que el problema de la izquierda no es solo el oportunismo, sino el sectarismo. En la Argentina se está provocando un crimen. Éste crimen no lo ha provocado el oportunismo. El kirchnerismo es responsable del macrismo, pero el trotskismo, al no unirse en una gran fuerza, en un gran frente, es responsable de que la izquierda revolucionaria no sea vista por el movimiento de masas como una opción de poder.
(…) Hay algunos que se conforman con sacar un diputado o un concejal más. No es esa la función del trotskismo ni de la izquierda revolucionaria. Desde ya que queremos sacar diputados, concejales. Pero eso no soluciona el problema. La tarea de los revolucionarios en Argentina y en el resto del mundo, es juntarnos todos los que opinamos más o menos lo mismo para plantarle batalla con la mayor fuerza posible a los mismos de siempre. Si la izquierda se uniera en una sola alternativa, en poco tiempo se transformaría en una alternativa de poder. Los sectarios que priorizan el aparato por sobre la necesidad de la gente terminan siendo funcionales al poder establecido.
(…) Compañeros, no es pecado la unidad. Hoy en día, en la Argentina, el pecado de los revolucionarios es la división. El pecado de los revolucionarios no es diluir las diferencias. Tenemos diferencias. Ahora bien, frente al poder burgués, es más lo que nos une. La diferencia que nosotros tenemos con el resto de los compañeros es que no ven la oportunidad que nos estamos perdiendo.
(…) El capitalismo está demostrado que solo produce hambre, miseria, desocupación, racismo, machismo, contaminación, depredación, superexplotación. (…) No nos dejemos engañar por la diatriba de los burgueses, de sus chupamedias, por lo que nos dicen los Clarín, La Nación, los medios hegemónicos; no nos dejemos convencer de que lo nuestro es utópico. Lo único utópico, ya fantástico, es creer que el capitalismo va a solucionar algún problema. Por lo tanto, el mejor homenaje a Moreno es seguir construyendo el partido, la Internacional, y seguir creyendo en la clase obrera y la movilización, y en que otro mundo es posible. Ese mundo posible tiene nombre y apellido, compañeros: se llama socialismo con democracia obrera. Sigamos peleando, porque no hay nada ni nadie que nos diga que no podemos triunfar.