Trump en el Gobierno Sus primeros pasos… y tropiezos
Han pasado diez días de la asunción del magnate xenófobo y sus primeras medidas han desatado, una reacción impresionante del movimiento de masas en EEUU y a escala planetaria contra su gobierno.
Su prepotencia imperial logró en pocos días una de las movilizaciones más importantes de la historia de EEUU, con más de dos millones movilizados en las acciones que encabezaron las mujeres y repercusiones en todo el planeta. Ahora varios de los aeropuertos de Estados Unidos están rodeados por miles de manifestantes y existe un repudio mundial a su prohibición a la inmigración musulmana, desatando una crisis institucional que expresa profundos roces en la burguesía yanqui.
Una avalancha de medidas reaccionarias
En estos primeros días terminó con un mezquino programa de salud para los sectores más pobres llamado popularmente “Obamacare”. Anuló el financiamiento a los programas que favorecían el aborto (con la complacencia de gran parte de la Iglesia Católica norteamericana). Y desarrolló una serie de medidas proteccionistas para la burguesía industrial yanqui, que van desde la suspensión de medidas regulatorias para la industria manufacturera, la obligación de construir los oleoductos norteamericanos con acero propio, a la liquidación del TTP (tratado de libre comercio del Pacífico), el enfrentamiento con China amenazando arancelar sus productos, el desconocimiento de los acuerdos de Paris sobre el cambio climático y el relanzamiento de la construcción de dos oleoductos muy contaminantes para el medioambiente, resistidos y frenados por las luchas de las poblaciones locales.
Renglón aparte merecen sus medidas xenófobas como la firma de la construcción de un muro que separe México de EEUU y la reciente prohibición al ingreso de inmigrantes de países musulmanes (Libia, Somalia, Yemen, Irak, Irán, Siria y Sudán), que incluye a aquellos que tienen permiso de trabajo y residencia en EEUU y que no podrán reingresar mientras dure la suspensión de 90 días. Para los refugiados sirios, que huyen de una guerra genocida, la prohibición es por tiempo indeterminado.
El proteccionismo y la política internacional
La política de Trump se da en un EEUU que no ha podido recuperarse de la crisis desatada entre 2007y 2008. La burguesía yanqui necesita extraer una cuota muy grande de ganancias de los trabajadores y pueblos del mundo. Necesita que el gigante chino, que es un neto exportador a EEUU, pague aranceles por sus productos, superexplotando aún más a sus trabajadores y restringiendo las ganancias de sus propios empresarios en favor de EEUU; que abra las empresas que aún tienen un fuerte componente estatal, a los capitales yanquies.
Necesita evitar el “costo empresario”, que significa tomar medidas para proteger el medio ambiente. Completando este cuadro el anunciado aumento de las tasas de interés, que va a encarecer el crédito internacional y el pago de las deudas externas, en favor de los bancos yanquis.
¿Podrá cumplir sus promesas de relanzar la industria manufacturera estadounidense, terminando con la política de las deslocalizaciones, con que los propias multinacionales yanquis hacen extraordinarias ganancias? O ¿solo veremos algunos movimientos tácticos para reactivar la obra pública, y medidas menores tendientes a dar alguna respuesta al polvorín que representan enormes sectores de la población norteamericana trabajadora y de clase media, con empleos precarios y asistidos por la seguridad social? Levanta el PPT, el tratado de libre comercio con Europa, apoya el Brexit y quiere renegociar el Nafta. ¿Esto quiere decir que la burguesía norteamericana va a dejar enormes territorios al avance chino? Es por lo menos dudoso que las multinacionales yanquis aprueben este curso; lo más probable es que ahora se patee el tablero para luego renegociar condiciones más favorables para EEUU.
Muchas de estas preguntas tendrán que ser contestadas por el curso de los acontecimientos. Va a depender, como todo, de la lucha de clases. No es que Trump sea muy distinto a Obama, como quieren pintarlos los defensores del otro partido imperialista; lo que sí intenta es pasar fuertemente a la ofensiva. Obama echó a 2.800.000 indocumentados y la disputa con China ya se libraba en LA y el Pacífico en los tiempos del anterior presidente.
El giro en la política internacional al intentar un acuerdo con Putin, tiene la lógica de fortalecer un acuerdo contrarrevolucionario, con este dictador y representante de los grandes empresarios petroleros rusos, que le permita evitar intervenir directamente en importantes regiones del mundo y de paso interferir en los acuerdos con su principal competidor comercial: China.
Se polariza la lucha de clases y vamos a fuertes enfrentamientos
El imperialismo no tiene manera de reconstruir su tasa de ganancia y salir de la crisis abierta en el 2008 como no sea imponiendo una fuerte derrota al movimiento de masas y los trabajadores en el mundo, arrasando lo que se le ponga en el camino, sean medidas de protección ambiental o protecciones de la economía nacional. Los yanquis vienen de un desastre en Medio Oriente y necesitan recomponer el “garrote” para imponer mejores condiciones para sus negocios.
Algunos analistas ya hablan de que estamos en presencia de un cambio en el régimen político de EEUU, que vamos a un gobierno bonapartista, con un fuerte recorte en las libertades democráticas. Eso está por verse. Ya Bush, conservando las formas democráticas, hizo en su momento fuertes recortes en las libertades del pueblo yanqui, después de la caída de las torres gemelas, con la excusa de combatir al terrorismo.
Pero para cambiar el régimen político hay que derrotar al movimiento de masas yanqui. Pero, al contrario, lo que ha hecho Trump es despertarlo, ponerlo en la calle.
Hay polarización, no giro a la derecha
Un sector importante de la vanguardia y la intelectualidad mundial, cree que estamos presenciando un giro a la derecha. En realidad, lo que está sucediendo es que las viejas formaciones políticas socialdemócratas, “progresistas” o de la derecha tradicional se han caído, producto de los fuertes ajustes que le han tenido que aplicar al movimiento de masas en medio de la crisis en curso.
Y ante la falta de alternativas claras de izquierda anti capitalista se avivan estos fenómenos electorales mal llamados populismos de derecha. Pero no son la única tendencia, más allá de sus limitaciones, surge un Sanders en EEUU, un Podemos en España, y distintos nuevos fenómenos, que expresan una búsqueda por izquierda de las viejas formaciones políticas. Ante la caída del viejo centro la situación se polariza.
Trump surge como un outsider, fruto de la decadencia y desprestigio del viejo establishment yanqui demócrata y republicano. Para imponer su programa necesitará derrotar a los que desde su primer día se le enfrentan. El curso de la situación lo resolverá el resultado de esta pelea. Ahora son las mujeres, las minorías, los inmigrantes, los ambientalistas, los defensores de los derechos civiles… pero luego pueden sumarse los obreros y la clase media que votó a Trump, creyendo que iba a mejorar su situación.
La suerte final de la pelea en curso va a depender de que las masas norteamericanas encuentren una dirección política capaz de seguir empujando su movilización y dar una salida política independiente de Trump, y los imperiales partidos demócrata y republicano. Sanders expresó esta búsqueda, aunque lamentablemente no rompió con la dirección demócrata. Las luchas actuales y las que están por venir, van a plantear con fuerza la necesidad de crear un fuerza política distinta, que para ser una alternativa tendrá que tener un programa anticapitalista, y enfrentar a los mandamases de un imperio en decadencia.
Gustavo Giménez