7M: Miles contra el gobierno, la burocracia y por el paro general
Desde temprano las columnas de trabajadores fueron ganando las calles. Decenas de miles pertenecientes a gremios industriales, del sector privado y del estado colapsaron el centro de la ciudad. Se respiraba bronca contra las medidas del gobierno y desde el arranque se escuchaba un clamor casi unánime de paro nacional. Las declaraciones de los dirigentes cegetistas habían creado bastante expectativa. Una vez más. Como cuando prometieron parar luego de la multitudinaria marcha del 29 de abril del año pasado si Macri vetaba el decreto antidespidos y nada sucedió. Como cuando cerca de fin del 2016 con los ánimos caldeados reclamando aumento y fin del impuesto al salario y… todo terminó con un acuerdo de paz social y un bono miserable que pocos cobraron. Esta vez las cosas serían distintas. Los trabajadores reclamaron y desbordaron al triunvirato y a los dirigentes cegetistas que terminaron repudiados y tuvieron que huir y refugiarse en el bunker de su amigo Cavalieri. La cruz sobre el atril, se asemejaba a un epitafio de los privilegios burocráticos. Una suerte de «nunca más». El acto ordenado, con las columnas apoyando, con los políticos pejotistas y massistas asintiendo y todos juntos montando un clima de crédito para el gobierno y válvula de escape para los de abajo no se dio. Escondieron el escenario, pero la gente desbordó. Se agudizó la pelea entre sectores, pero el protagonismo fundamental fue el pueblo trabajador reclamando el paro y repudiando la nueva traición. No les alcanzó con adelantar casi una hora el acto para mitigar la crisis creciente. Que terminó con el escenario convertido en una suerte de cubierta del Titanic.
Dos datos duros fueron los principales ecos de este día agitado. La masiva demostración contra el gobierno y el repudio y desborde a una burocracia que volvió a traicionar, esta vez con consecuencias que implican un salto de calidad en su crisis y desprestigio. El tercer dato es una apuesta a futuro: el acierto de haber conformado una columna independiente del sindicalismo combativo y la izquierda. Es importante que los activistas y luchadores reflexionemos alrededor de estas conclusiones y acerca de cuáles son las próximas y más urgentes tareas.
Un duro golpe para Macri y su ajuste
Pese a los intentos de algunos medios y escribas mercenarios de demostrar que el acto fracasó por los incidentes o que los mismos son solamente un subproducto de peleas faccionales que benefician al gobierno, se impuso la realidad. Lo que fracasó fue la postal de un evento disciplinado “por el trabajo y la producción” que descomprimiera la caldera social. Fue un día de furia contra Macri, de bronca por la inflación y los tarifazos, los despidos y suspensiones, la flexibilización de convenios y el techo salarial. De miles que vinieron a buscar una respuesta de lucha y se llevaron puestos a los dirigentes gobierneros.
Que demuestra que el gobierno pasa por algo más que un mal momento. Hay una nueva coyuntura donde Macri y sus socios políticos están cuestionados por sus pares del establishment porque no logran desalojar las calles, bajar el costo laboral para asegurar las ganancias de las corporaciones multinacionales y en definitiva hacerle pagar completamente la crisis a los de abajo. Hay un desgaste acentuado del gobierno, que recula en medidas clave. Y la ruptura de un sector que aún le daba algo de crédito político. La caída en las encuestas, el cuestionamiento a toda la casta política y la bronca que se transforma en conflicto, es un escenario que hace que el día de hoy, anticipe lo que puede venir. El 2016 los trabajadores peleamos y logramos retrasar algunas de las medidas, pero el ajuste siguió en pie gracias a los acuerdos de gobernabilidad que tejió el macrismo con la oposición y la burocracia sindical y social. Ho se resquebrajaron esos acuerdos, y su socio burocrático sufrió un duro traspié.
Un quiebre con la vieja dirigencia sindical
Así como no pudieron minimizar la contundencia de la movilización, tampoco pudieron eclipsar el bochornoso fracaso de la burocracia cegetista de repetir las traiciones de 2016. El escenario es otro. Hay otra coyuntura. La gente está harta y ha crecido el clima de conflictividad que confluyó en estos tres días de lucha. El 6 que demostró una multitudinaria protesta docente. El 7 donde los trabajadores ganamos las calles. Y mañana 8 va a ser el turno de las mujeres sumando ese movimiento feminista y cuestionador que se da en todo el mundo. La lucha docente se extiende, paran los trabajadores de la salud y los judiciales, hay luchas resistiendo y defendiendo la fuente de trabajo, AGR lleva 51 días y no ha sido derrotado.
El techo salarial es repudiado. Y hoy esta bronca que empezó a confluir sale con una consigna que se instaló: el paro nacional. Aunque algunos digan que fue un reclamo sectorial, quedó claro que no provino solamente de la columna nutrida de la izquierda clasista que estuvo lejos del escenario que la burocracia escondió en Moreno y Diagonal Sur. Una simple recorrida, los testimonios periodísticos…. Todos coinciden: fue la base de los propios gremios cegetistas la que estalló y reclamó: “Traidores….. Se va a acabar… Pongan fecha ya….. Paro General…..” fueron los reclamos que se transformaron en unanimidad. Ver a Daer, Acuña y Smith naufragar en sus discursos, cosechar silbidos y un amplio repudio a sus pedidos de “rectificación” y las promesas (¡otra vez!) de un supuesto paro sin fecha y tener que salir cubiertos por la seguridad como ratas por tirante… es un punto de inflexión. Un salto de calidad en la crisis de la burocracia que abre a rumores de renuncias, nuevas divisiones y hasta disolución del triunvirato que unificó las tres vertientes de esa dirigencia con olor a naftalina, para ser mercenarios de la gobernabilidad. Podrán echarle la culpa a un «grupo de infiltrados», pero todos sabemos que la manzana burocrática está podrida por dentro.
Pero fundamentalmente, más allá de la evolución de la crisis por arriba, lo clave es el divorcio con la base, una nueva ruptura que tiene que servir para alimentar el incipiente pero dinámico proceso de recambio sindical que madura por abajo.
La unidad del clasismo y la izquierda
Aunque el protagonismo de la jornada se lo llevó la masividad del reclamo y el repudio a la burocracia, hay que destacar la justeza de haber convocado a conformar una columna de los sectores sindicales clasistas y antiburocráticos con la izquierda. Columna integrada por nuestra corriente sindical y agrupaciones estatales y del sector privado y nuestro partido, con Alejandro Bodart y Vilma Ripoll. Levantando un programa que responde a las necesidades de los trabajadores y de combatir con medidas anticapitalistas el ajuste para que la crisis la paguen las corporaciones. Y reclamando el paro general, empalmando con el sentimiento del conjunto de los trabajadores movilizados, como ocurrió cuando ingresamos a la plaza de mayo, junto con los bancarios y otros gremios. Que siguieron atentamente el acto que realizamos en la plaza.
La potencialidad de esta unidad del clasismo y la izquierda, se viene demostrando en el sostenimiento del conflicto de AGR y en el apoyo a las luchas. Pero lamentablemente es episódica. Se necesita dar el salto hacia un polo antiburocrático y clasista que apunte a poner con mayor fuerza el problema que plantea la fenomenal crisis de la burocracia. Las fuerzas que integran el FIT y marcharon junto a nuestra corriente se vienen negando a esta tarea. Nuevamente como hace el PO sólo exhiben sus disputas electoralistas, cuando está planteado algún evento unitario que abra el debate y acuerde posturas para avanzar en desalojar a la burocracia de nuevos lugares y hacia una disputa en mejores condiciones por la nueva dirección democrática y clasista que se necesita.
Ahora, salir a pelear por el Paro General
El paro quedó instalado. Entre los trabajadores y en toda la sociedad. Hay que ponerle fecha ya. Tiene que ser activo, con movilización a Plaza de Mayo y acciones callejeras en todo el país. Tiene que tener un programa de emergencia obrero y popular y continuidad con un plan de lucha. Lo dijo el repudiado triunviro Schmid: “el silencio ensordecedor del paro”. Sólo conocen los paritos domingueros, silenciosos, para bajar los decibeles, pilotear las tormentas sociales y volver a transar. No es el paro que reclamamos desde el clasismo y la izquierda. Tenemos que reclamarlo con más fuerza. Ambas CTA vienen anunciando paro si la CGT no convoca. Hay que concretarlo. Desde ahora, mientras reclamamos hacia las conducciones, tenemos que tomar la construcción del paro en nuestras manos. Después del este 7M estamos en mejores condiciones. Apoyando la lucha heroica de los docentes y demás sectores en conflicto. Preparando reuniones de activistas, organizando o reclamando asambleas y plenarios. Desde la Corriente sindical del MST seguiremos aportando a esta tarea.
Guillermo Pacagnini