Despidos en La Pampa. Tierra fértil para los express business
El 8 de marzo el Frigorífico de General Acha confirmó su cierre y despidió a sus 124 trabajadores, a pesar de haber cobrado un subsidio estatal de $ 15 millones un mes atrás. Este cierre suma a un cuadro provincial en el que conviven los jugosos negociados de unos pocos con la miseria creciente de cientos de miles.
La Pampa es una de las provincias más jóvenes del territorio argentino. La literatura regional nos habla de la inmensidad de sus cielos, del fértil suelo, del gaucho galopando a campo abierto, de sus bosques centenarios de caldenes, de los salitrales, de su desierto allá en el oeste. Y tambien, porque no, de los indios ranqueles allí confinados a su ocaso.
La prensa por el contrario, poco dice del trabajo de los hombres y de las mujeres, en una tierra difícil de asimilar para propios y ajenos. Si se piensa en las dificultades de subsistencia de peones y empleadas domésticas, dos de las pocas ofertas de empleo que encontrara cualquier ojo lector en los avisos clasificados; si se repara en la falta de agua que sufre la población por un río robado, el Atuel, pero por sobre todo por el millonario desfalco que implica en cada uno de sus «arreglos y obras de mantenimientos» el acueducto, cada vez que sale de servicio; si se contempla solamente un poco, en el brutal ajuste de los salarios, en el voraz aumento de precios de los alimentos y en las políticas represivas de cualquier voz disidente, estas tierras pampas son solo para valientes Quijotes.
Fértil y propicia, sin embargo, es ésta llanura para los negocios rápidos. Tal es la paradoja del capitalismo: Miles de millones condenados a la pobreza son necesarios para que unos pocos se hagan del botín.
Los Frigoríficos de Uriburu, Bernasconi y recientemente el de General Acha, han dejado a centenares de familias sin trabajo y sin sus ingresos para paliar su subsistencia. Eso sí, empresas que se beneficiaron con jugosos créditos que les otorgó el gobierno provincial, antes de echar a la calle a todos sus trabajadores. Para ejemplo: El frigorífico Acha recibió como medida de salvataje ante la amenaza de quiebre, un crédito por 15 millones de pesos un mes antes de cerrar sus puertas. Y Los sindicatos? Bien, gracias. El silencio los hizo complices del vaciamiento.
Hablamos también de la fábrica Montenegro, que cobró en forma anticipada otra suma millonaria para instalarse a producir en la provincia y que nunca desembarcó.
Hablamos de Alpargatas, con la totalidad de sus 320 operarios suspendidos por tiempo indeterminado.
Pero hablamos también de los negociados del poder, con obras faraónicas como el «gigante dormido», un megaestadio que no se puede techar por «error» de cálculos y que a todos los gobiernos peronista les ha servido de excusa para ampliar su presupuesto, a estas alturas bochornosamente incalculable. O como la obra del nuevo Hospital de Alta Complejidad con futuro incierto.
Lejos de los brotes verdes en la economía que el gobierno de Mauricio viene anunciando, lo que se vive en La Pampa es la verdadera recesión que atravezamos. Lejos de la revolución de la alegría, vemos una continuidad de las mismas corruptelas capitalistas de siempre. Los pampeanos necesitamos una orientación en sentido contrario que arranque por la prohibición de despidos y suspensiones y la estatización de las empresas que incumplan, bajo control de sus trabajadores. La obra pública, por su cuenta, tendría que ubicarse bajo control social desde la licitación hasta la inauguración, como parte de una necesaria profunda democratización de la administración pública.
MST – Nueva Izquierda
La Pampa