6 de abril: Tomar el paro en nuestras manos
Finalmente la CGT se dignó ponerle fecha al paro nacional para el 6/4. En una conferencia de prensa, sin ningún entusiasmo, el triunvirato hizo el anuncio. Fue casi una formalidad. Despojados incluso de parte de la liturgia de otras épocas en que posaban de luchadores, le pusieron la fecha casi por obligación. Lo cual es cierto, porque este paro fue impuesto desde abajo, no por voluntad de los dirigentes cegetistas que se vieron desbordados en esa verdadera gesta antiburocrática que fue el 7M.
Quieren un paro para descomprimir
Lo primero que se apresuraron a aclarar, es que el paro será sin movilización y por supuesto sin ninguna medida de continuidad. No quieren arriesgarse a sufrir un nuevo repudio. Los aterroriza que se repita la imagen de ese martes negro, con sus máximos jefes huyendo protegidos por la seguridad. Pero fundamentalmente no quieren otra gigantesca demostración callejera que pueda ser superior por el escenario actual de conflicto social creciente y cuestionar al gobierno de Macri y a los gobernadores del ajuste. Mucho menos en medio de la lucha docente y otras luchas en curso. Pretenden un paro de baja intensidad, silencioso, para descomprimir y volver a negociar esperando que el gobierno “rectifique” alguna de sus políticas, no en función de los trabajadores, sino en función de sus privilegios y de las demandas de un sector del empresariado que presiona por algunas medidas que preserve sus ganancias ente la ola importadora. Por eso fueron muy cuidadosos en los anuncios. Reconociendo que apostaron a la paz social y esbozando alguna crítica a “algunos empresarios por no colaboraron con la paz social”.
Por si quedaba alguna duda de que pretenden una medida de baja intensidad, Héctor Daer aclaró: «No vamos a invitar nadie, que se sumen todos los que se tienen que sumar”, ante la pregunta de si invitarían a otros sectores. Omitiendo pronunciarse ante el llamado a parar de las CTA para el 30 con movilización, ni mucho menos convocar a los movimientos sociales, a la izquierda y los sectores clasistas a coordinar la preparación de la medida.
Tampoco plantearon un programa que responda a las necesidades de los trabajadores. Ante el requerimiento periodístico, fueron concisos: «Venimos planteando rectificación de políticas… la medida es en defensa de la fuente de trabajo y la industria». En realidad no plantean un programa de lucha porque su programa es el sostenimiento del plan de ajuste del gobierno, como lo han venido haciendo desde que asumió Macri. Se unificaron para obrar de pata sindical de la gobernabilidad y abonar al pacto social. La caldera social sobre la que terminaron sentados los obligó a abandonar por unos instantes los negociados de trastienda y la mesa de diálogo con Triaca y Macri.
Pretenden repetir lo que hicieron cada vez que la bronca obrera y popular se transformó en luchas. Como en abril de 2016, cuando movilizaron y prometieron el paro si había veto a la ley antidespidos y todo terminó en una maniobra. Como a fines del año pasado cuando el paro nacional volvió a ser canjeado por un bono miserable que, ahora reconocen, no cobró casi nadie.
No podemos confiar más en estos dirigentes traidores. Esta vez no lo tenemos que permitir. Los trabajadores tenemos que tomar el paro en nuestras manos, para pelear porque sea contundente, activo con acciones callejeras, con un programa claro y tenga continuidad.
Hagamos el paro activo
Ese día hay que ganar las calles. Las CTA que convocaron a paro activo para el 30, tienen que unificar la medida sumando al paro del 6, manteniendo el llamado a la marcha a Plaza de Mayo y coordinando con los sectores sindicales clasistas, la izquierda y los movimientos sociales para organizar una gran movilización unitaria con cortes, marchas y concentraciones en todos los centros urbanos del país. Hay que convocar una reunión amplia de manera urgente para preparar todas las acciones. Desde ya hay que seguir reclamando a la CGT que convoque también a movilizar, pero sin depositar la menor confianza y por eso hay que poner manos a la obra desde ahora para garantizar el carácter activo del paro general.
Levantemos un programa obrero y popular
Junto con el apoyo efectivo a todas las luchas en curso, comenzando por la docente, planteamos para debatir y votar un programa que, entre otras propuestas, incluya cinco medidas de emergencia:
1) Aumento general de salarios, jubilaciones y planes sociales, con actualización automática según costo de vida real. Paritarias libres sin techo.
2) Prohibición por ley de los despidos y suspensiones. Reincorporación de los cesantes. Reparto de las horas de trabajo sin disminución de salarios, para aumentar los puestos de trabajo. Apertura de los libros de toda empresa que aduzca procedimiento de crisis y estatización con control obrero de toda empresa que no cumpla con esa ley.
3) Anular los tarifazos y reestatizar las empresas privatizadas con control social.
4) Reforma tributaria progresiva. Anular el IVA a la canasta familiar y el impuesto al salario. Gravar la renta financiera, las corporaciones y grandes fortunas.
5) Suspender todo pago de la deuda externa y aplicar esos fondos a la educación pública, salud, vivienda y generación de empleo.
La necesidad de un plan de lucha
El paro no puede ser aislado. Además de la pasividad y la falta de un programa obrero, la burocracia rehúye de toda posibilidad de continuidad, para que sirva solamente como válvula de escape a la presión social. La tradición de nuestra clase obrera, de sus grandes batallas, que la burocracia pejotista se empeñó en borrar de la memoria, es la de los paros activos y de la continuidad en las medidas de lucha. Huelgas largas, medidas coordinadas. La triple jornada de los días 6, 7 y 8, mostró la potencialidad de tres días continuos de paros y movilizaciones y de sumar distintos sectores. Fue un duro golpe para el gobierno. Para pararle la mano a Macri y derrotar el ajuste, hace falta un plan de lucha con medidas escalonadas y progresivas.
Organizar el paro en la base
El paro no puede quedar en manos de la burocracia. Tenemos que tomarlo en nuestras manos. Reclamando y convocando, según la realidad de cada gremio y lugar de trabajo, reuniones de activistas, asambleas, plenarios abiertos. Para debatir tanto el programa como la organización de la medida. Para garantizar que se pare con la mayor fuerza y movilizar los mayores contingentes.
Hacia una nueva central
Sobra energía en los trabajadores y disposición a la lucha para lograr un parazo como el que proponemos. El principal escollo son los dirigentes de la CGT y el conjunto de la burocracia sindical de todo pelaje. Además de enfrentar al gobierno y las patronales, hay que disputar contra la política y el accionar de esos dirigentes atornillados a los sillones y llenos de privilegios. Hay un nuevo activismo en la raíz de las luchas y dirigentes clasistas y de izquierda que va ganando terreno en los gremios. Nuevos delegados, internas, hasta sindicatos. El 7M, mostró un quiebre en la crisis de la vieja burocracia; ante miles y miles quedó en evidencia que no va más y es masivamente cuestionada.
Está planteada la tarea de avanzar hacia una nueva dirección que ponga en pie un nuevo modelo sindical democrático. Y, ante el derrumbe de la CGT y la crisis y división de las CTA, surge la necesidad poner en pie una nueva central clasista, democrática y para la lucha. Tenemos que abrir el debate con todos los compañeros y corrientes que plantean la necesidad de avanzar en la unidad y que ven la necesidad de pelear por una coordinación apta para organizar y unificar las lucha obrera. Que sea profundamente democrática y ello se refleje en sus estatutos. Con dirigentes sin privilegios, que vivan como los trabajadores para expresar sus necesidades. Que sea clasista y para la lucha. Y verdaderamente independiente del estado y las patronales. A la par que vamos preparando el paro general desde abajo, necesitamos abrir este debate.
Guillermo Pacagnini
Corriente Sindical del MST