VENEZUELA: Crisis política y fracaso anunciado
La crisis política abierta en Venezuela que parcialmente se distiende con la marcha atrás dada por el gobierno de Maduro y el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), no aparece como un hecho aislado sino como un salto bonapartista de un régimen político que está perdiendo uno a uno, los aspectos bolivarianos de sus orígenes, y en consecuencia debilitándose su apoyo social.
Hay algunos sectores de la izquierda que equivocadamente vienen sistemáticamente negando este curso regresivo del gobierno venezolano, y solo ubican todo lo que pasa en Venezuela como parte de un acoso imperialista, tapándose los ojos ante los hechos inocultables que muestran que es el propio gobierno, el que está implementando un modelo económico y social de ajuste y entrega de valiosos recursos estratégicos del país a corporaciones precisamente imperialistas. Por eso entender que pasa realmente en Venezuela es parte de un debate muy importante, que debemos hacer abiertamente si de verdad queremos contribuir positivamente desde la izquierda en medio de una situación de extrema gravedad que vive el pueblo venezolano.
De nuestra parte creemos que no se puede comprender la profunda crisis que hoy vive Venezuela sin ver que ya se produjo un cambio de calidad entre el pasado bolivariano y el presente de un modelo económico rentista petrolero, capitalista por donde se lo mire, basado en grandes negocios con el capital extranjero usufructuado por la burocracia gobernante, que para llevarse a cabo necesita un nuevo régimen político antidemocrático que lo sustente y sin ningún tipo de participación ni decisión obrera y popular. Este nuevo modelo económico-político está intentando poner en pie el gobierno de Maduro, aunque como pudo verse ayer, no le sea fácil por el repudio general que viene teniendo y que lo obligó a retroceder.
Los planes antipopulares de la MUD
Lógicamente que el imperialismo y los partidos que integran la MUD quieren aprovechar la crisis social y decadencia del proyecto gobernante para hacerse con el control político y económico del país, por eso repudiamos y enfrentamos todas las políticas de estos sectores que de gobernar, llevarían a Venezuela a ser un país todavía más dependiente y entregado al imperialismo. Ninguna propuesta política, económica o social que venga de estos sectores puede ser apoyada, ya que a la corta o a la larga se volverá contra el pueblo trabajador, campesino y contra el futuro de la juventud. Los dirigentes de esos sectores que hablan de “democracia” son los que ya desde 2002 impulsaron el golpe de estado y luego el sabotaje petrolero contra todos los derecho democráticos del pueblo, y son los mismos sectores que si gobernarán utilizarían también mecanismos antidemocráticos y directamente represivos para tratar de hacer pasar sus planes.
Por eso debemos denunciar también con mucha fuerza a estos sectores políticos y económicos que lo que quieren es conducir ellos la entrega total del país al capital extranjero y a la burguesía nacional socia, hacia la entrega del control del botín de la renta petrolera. Y por lo mismo, a su vez también rechazamos cualquier injerencia extranjera sobre Venezuela, como la aplicación de la Carta Interamericana de la OEA, que es un instrumento al servicio de los planes imperialistas que ataca la soberanía venezolana.
La política de Maduro; gran responsable del desastre
Pero denunciar este accionar imperialista y de la MUD, no puede ser sinónimo de defender la política de Maduro que, por otras vías, también entrega el patrimonio nacional, socava las conquistas sociales ganadas los años anteriores y está llevando a las mayorías populares a vivir debajo de la línea de pobreza. Es este gobierno el responsable de toda esta decadencia social y aumento de la desigualdad. Mientras restringe, medida tras medida, los derechos democráticos de amplios sectores que nada tienen que ver con la derecha y el imperialismo.
El fallo del TSJ contra el Parlamento, el intento de prorrogar el estado de excepción, o la acusación de traición a la patria, eran para ser utilizados contra cualquier crítica o movilización justa, de las tantas que se desarrollan en Venezuela y que muy posiblemente vayan en aumento. Tan evidente ha sido este nuevo salto antidemocrático, que se abrió una profunda crisis política que dividió opiniones incluso en sectores que apoyan a Maduro, comenzaron a llover las críticas y rechazos, hasta que la propia fiscal general de la república Luisa Ortega Díaz, reflejando la fuerte crisis y diferencias abiertas acusó a la medida del TSJ de anticonstitucional. Se midieron fuerzas políticas y sociales y el gobierno no tuvo más remedio que evaluar que saldría mal de esta intentona de autogolpe. Y por eso no casualmente, en la madrugada del sábado, desde el Consejo de Defensa terminó solicitando el propio Maduro que se vuelva atrás con la quita de funciones y derechos al Parlamento, en un intento apurado de cerrar este capítulo de la crisis política y recalcular como seguir tras este fracaso.
En medio de esta crisis, y colocando los verdaderos problemas, nuestros compañeros de Marea Socialista decían: “traición a la patria es afectar el normal funcionamiento del Estado al permitir el descalfo a la nación por más de 475 millones de dólares a través de la fuga de capitales y corrupción en el uso y designación de divisas para las importaciones, tal como hemos denunciado reiteradamente con argumentos y pruebas sobre este asunto, y no hemos visto ni el menor esfuerzo en investigarlo y sancionar esta verdadera Traición a la Patria ni que se haya actuado en consecuencia”.
Foto: Gonzalo Gómez y Nicmer Evans de Marea Socialista, dejando su posición frente a la Fiscalia General de la República.
Todo este plan que hoy no pudo pasar no es tampoco una política puntual, sino que se enmarca en una política antidemocrática del gobierno sobre la vida de los partidos o corrientes políticas incluyendo las que son parte de una izquierda crítica como también la de partidos aliados del gobierno en el GPP (Gran Polo Patriótico), ya que unos y otros han perdido toda legalidad o posibilidad de conseguirla, resumiendo hoy la democracia venezolana a la admisión de solo dos partidos, el partido gobernante y la MUD.
Sin ir más lejos, las restricciones democráticas alcanzan a las elecciones de todo tipo, ya que se han postergado sin fecha las elecciones a gobernadores, y tampoco se viene realizando ni elecciones sindicales ni estudiantiles. Y se hicieron todo tipo de maniobras políticas y judiciales para impedir el revocatorio, tema en el cual queremos recordar que es una conquista democrática expresada en la constitución bolivariana. De hecho en nuestros países permanentemente exigimos que los cargos debieran poder ser revocables y las castas políticas burguesas siempre se oponen. En Venezuela, y como fruto del proceso revolucionario, años atrás se le dio rango constitucional al derecho popular a poder hacer un plebiscito de carácter revocatorio. Por eso cuando Maduro lo impidió no está atacando a la derecha, sino liquidando un aspecto progresivo surgido años atrás, como es el derecho democrático del pueblo a opinar y decidir. Dio por tierra con esta conquista democrática con el objetivo de mantenerse en el gobierno a como dé lugar. Y ese camino no tiene precisamente nada de popular, ni de democrático, ni menos aún de izquierda.
¿Cuál es el trasfondo de este marcado giro antidemocrático que de hecho está generando un nuevo y regresivo régimen político en Venezuela? Que el gobierno ha perdido el apoyo de la mayoría popular, está en franco retroceso y necesita aferrarse al poder mediante vías bonapartistas y restringiendo libertades, para seguir controlando el multimillonario negocio del petróleo, a través del cual se ha ido construyendo una nueva acumulación parasitaria y mafiosa y nuevos burgueses surgidos del estado. De hecho la resolución del TSJ contra el Parlamento, en el fondo también escondía la necesidad del gobierno de acelerar acuerdos económicos con las trasnacionales como parte de la entrega de enormes recursos petroleros, minerales y estratégicos a esas compañías.
Nada de esto puede emparentarse con la izquierda, con el socialismo, ni siquiera con los aspectos más positivos del bolivarianismo antiimperialista. Porque un proceso a izquierda o progresivo no puede ser tal, por la vía de dar menos derechos democráticos y sociales que la democracia burguesa clásica mientras fortalece acuerdos con trasnacionales. Ya que partimos que ser de izquierda, antiimperialistas, anticapitalistas y socialistas, es proponer un sistema económico, político y social superador de las falsas democracias del sistema y en ruptura con estas.
Del fracaso madurista a una nueva alternativa de izquierda
No se puede entender lo que está pasando hoy, por fuera de las leyes generales de los procesos revolucionarios. Desde hace varios años hemos venido marcando que cuando el proceso revolucionario venezolano llegó a un punto alto de conquistas sociales en vida de Chávez y aún dentro de los marcos del capitalismo, la disyuntiva era clara; o se avanzaba en todos los terrenos en sentido anticapitalista o a la larga se retrocedía. Lamentablemente, para todos quienes creemos necesario un rumbo de ruptura con la estructura capitalista, el gobierno bolivariano actual eligió el camino inverso. Y eso ha ido reflejándose año tras año y mes a mes, en un deterioro notable del nivel de vida de millones, y en el terreno político en la ya explicada consecuencia antidemocrática para sostenerse en el poder, mientras se debilita a diario frente a las mayorías.
Venezuela se está transformando así en un ejemplo claro –en este caso por la negativa– de que las leyes de las revoluciones y las relaciones entre las clases no pueden obviarse. Donde no hay profundización termina habiendo retroceso y recuperación del poder burgués, donde no hay democracia obrera y popular hay más bonapartismo desde el estado, donde no hay planificación social y diversificada hay sometimiento al rentismo petrolero y sus corruptas consecuencias.
En Venezuela, la única forma de salir de esta penosa situación es impulsar la movilización genuina del pueblo en demanda de sus derechos sociales y democráticos y exigir que se abran mecanismos democráticos para que sea el pueblo el que decida sobre los grandes temas nacionales. Mientras en el terreno político se vuelva cada vez más necesario contribuir a la formación de una nueva alternativa de izquierda que incluya a quienes genuinamente han sido parte del proceso bolivariano de sus orígenes, que tenga un programa de transformaciones antiimperialistas, anticapitalistas y verdaderamente socialistas. Tarea en la que están comprometidos nuestros compañeros y compañeras de Marea Socialista y otros sectores aliados.
En el marco de la crisis capitalista global, seguirá habiendo disputas políticas, luchas y nuevos procesos revolucionarios que surjan, los alentamos y esperamos con expectativas. Hay que aprender y sacar lecciones de la experiencia venezolana, para trabajar en ellos por construir organizaciones revolucionarias y grandes alternativas de izquierda, que verdaderamente peleen por un rumbo anticapitalista y socialista, impulsando una gran movilización obrera, popular y social como fortaleza indispensable de ese rumbo político.
Sergio García