Siria, Afganistán, Corea del Norte: PAREMOS A TRUMP, nuevo gendarme imperial
En pocos días, EEUU ha lanzado un bombardeo sobre Siria, descargado su superbomba sobre Afganistán y enviado una poderosa flota para amenazar a Corea del Norte. Trump ha cambiado su discurso de campaña en forma radical, y aplaudido por gran parte del establishment imperialista ha retomado la intervención militar directa, como hace años no se veía.
Cuando aún no se habían apagado los ecos del bombardeo con 59 misiles Tomahawks a la base aérea siria se Shayrat, de donde habrían partido los aviones que con su carga química letal provocaron la masacre de 86 civiles en Khan Sheikhun, la ciudad opositora al régimen genocida de Al Assad; el lanzamiento y estallido de la “madre de todas la bombas” dejaba en Afganistán el saldo provisorio de más de 100 combatientes el ISIS muertos y una devastación de un kilometro y medio a la redonda.
En paralelo una flota naval de enorme poderío era despachada rumbo a Corea del Sur, desatando una grave y peligrosa crisis, ya que el gobierno coreano posee armas atómicas y promete usarlas si es agredido, mientras un ataque aéreo yanqui mataba por error a 18 combatientes aliados de la fuerza kurda que combate en la localidad de Tabqa, cerca de la capital de facto del ISIS en Raqqa. ¡El gendarme Trump se ha propuesto disciplinar al mundo a bombazo limpio!
La “madre de todas las bombas”
Así es llamada la bomba descargada en estos días sobre Afganistán con la excusa de combatir al ISIS y sus refugios en las galerías subterráneas del distrito de Achin, en la provincia de Nangarhar, al este del país. La potencia de la bomba lanzada es de 10 toneladas de explosivos. Es la bomba convencional (no nuclear) más poderosa. Destruye a todo ser vivo en un circulo de 1,6 km de diámetro y genera graves daños respiratorios unos cientos de metros más, ya que su carga de nitrato de amonio y aluminio provoca una reacción exotérmica al liberarse una gran cantidad de gases y calor. Tiene un poder destructivo similar a una pequeña bomba nuclear. Si se arrojara sobre cualquier ciudad destruiría el centro de la misma. Un arma de terror.
La bomba que fue desarrollada en el 2003 en la invasión a Irak, no fue usada en su momento, ya que estaba prevista para ser lanzada en aéreas rurales y las defensas iraquíes de aquel entonces se ubicaron cerca de las ciudades. Ahora, pese a la complicidad del actual gobierno afgano con el gendarme yanqui, se hicieron oír las voces de protesta de distintos funcionarios: “fuentes del Gobierno que han pedido permanecer en el anonimato han explicado a EL MUNDO que existe un gran descontento entre los líderes militares y políticos de Kabul ‘porque nuestro país no es un laboratorio de prueba’…” (diario El Mundo, España, 15/04/2017).
Varios analistas internacionales coinciden en que el argumento de “combatir al ISIS” es una excusa, ya que este solo contaría entre 1.000 y 1.500 combatientes en el país, en el cual le ha costado hacer pie. El verdadero motivo habría sido mostrar una prueba del poderío militar yanqui y de la predisposición a usarlo si hiciera falta.
La amenaza de un “ataque preventivo” a Corea del Norte
El envío del portaaviones Carl Vinson con capacidad y propulsión nuclear, que transporta 6.000 militares y 90 aviones y helicópteros, equipado con un formidable armamento, dos destructores y una fragata misilística a Corea del Norte, para obligar al régimen coreano a abandonar sus pruebas de misiles y defensa atómica, es un salto en la escalada militar norteamericana: «Corea del Norte está buscando problemas. Si China decide ayudar, estaría muy bien. ¡Si no, solucionaremos el problema sin ellos!», tuiteó Trump…” (DW, Actualidad Política, 12/04/2017). Se trata de una jugada muy peligrosa ya que hay armas nucleares en los dos bandos. En respuesta el régimen de Kim Jong-un mostró en el impresionante desfile militar para festejar el aniversario del nacimiento del fundador del régimen, Kim Il-sung, misiles ya probados de alcance medio, tanto para ser lanzados de submarinos como de lanzaderas móviles, y declaró su decisión de responder con un contraataque de magnitud, si el país es agredido por la flota norteamericana. Corea del Norte tiene la capacidad militar de alcanzar en una primera hora de ataque, múltiples blancos en Corea del Sur y Japón.
Trump pretendía impedir un nuevo ensayo nuclear o prueba misilística de Corea del Norte que estaban anunciados para estos días, pasando de las sanciones económicas descargadas sobre el país asiático a una amenaza militar. Lo hace intentando comprometer al régimen chino, cuyo presidente Xi Jinping se entrevistó hace pocos días con Trump, en las presiones para “disuadir” al régimen coreano de las prueba nucleares. En el reciente encuentro entre los dos presidentes, si bien Trump insistió en equilibrar la balanza comercial altamente favorable a China, ubicó este tema en un segundo plano. En esa oportunidad señaló: «Le expliqué al presidente de China que tendrían un acuerdo comercial mucho mejor con Estados Unidos si solucionan el problema de Corea del Norte» (DW, Actualidad Política, 12/04/2017)
En este sentido China, que ha advertido sobre lo riesgoso de la situación planteada y pedido el retiro de la flota yanqui, hace rato que viene siendo correa de las presiones contra la independencia de Corea del Norte, al cortar sus importaciones de carbón (es el principal producto de exportación de Corea del Norte) y ahora en la crisis en desarrollo, al recortar sus vuelos a Pyongyang.
Informes periodísticos habrían hecho trascender una fuente anónima del Pentágono que señalan que el envío de la flota no tendría el propósito de un ataque militar inmediato, sino de ejercer una fuerte presión que permita negociar en mejores términos a la administración norteamericana. El reciente anuncio del lanzamiento “fallido” por parte de Corea del Norte este domingo, parece ser un primer resultado de estas presiones.
Sin embargo, y pese a que esta quizás pueda ser la primera intención, no puede minimizarse el peligro que significa la amenaza militar frente a una situación que si se sigue tensando puede colocar a la región al borde de una guerra nuclear. En todo caso se estaría negociando con el dedo en el gatillo… de los misiles nucleares…
Desde esta página los socialistas del MST no podemos sino repudiar estas acciones del gendarme yanqui, y exigir el retiro de sus fuerzas, tanto de Afganistán como de su flota de las costas coreanas. No tenemos ninguna coincidencia con la política de ese grupo fascistoide que es el ISIS y tampoco con el régimen totalitario que gobierna Corea del Norte, pero nada bueno vendrá para esos pueblos y la lucha de los pueblos del mundo, de manos de las bombas del terrorista mayor de la humanidad, el imperialismo yanqui. Estamos incondicionalmente del lado del pueblo afgano o norcoreano para, independientemente de sus gobiernos de turno, enfrentar a la “democracia imperial” de los Trumps, como combatimos codo a codo con nuestros soldados en la Guerra de Malvinas, contra la “demócrata” Margaret Thatcher.
Las razones del giro militarista de Trump
Todos los analistas coinciden que existe un cambio total en la política de “aislacionismo” y “América first” que el actual mandatario norteamericano desarrolló durante su campaña electoral y que sus primeros asesores, como el hoy desplazado Steve Bannon aconsejaban. Con el bombardeo al régimen sirio de Bashar al Assad y luego con el bombazo y el envío de la flota, EEUU habría cambiado cualitativamente su política, girando a la intervención militar directa, antes reservada a acciones en lugares marginales.
Si bien el discurso de campaña continuaba, el envío del proyecto de presupuesto por parte de la administración Trump al Congreso de EEUU, ya mostraba un incremento sideral del presupuesto dedicado a la defensa de un 10% (52.300 millones de dólares), contrastando con la baja de todos los presupuestos de la seguridad social.
Las escusas del devenido en “líder democrático” Trump, son variadas: combatir al ISIS cuando justamente la administración norteamericana fue cómplice de su surgimiento, cuando permitió su inicial desarrollo, generosamente abastecido en armas y dinero por Turquía (miembro de la OTAN), Arabia Saudita y Qatar. O transformase en un “paladín humanitario” frente al ataque con gas sarín de Al Assad, después de haber coincidido con Putin en apoyar al genocida con el objetivo de terminar no solo con el ISIS, sino con todas con las facciones opositoras al asesino de Damasco, luego de que Obama dejara en manos de la ONU y de los rusos el control del armamento letal que poseía el régimen sirio.
Con Corea del Norte, al igual que hizo con Irán, el imperialismo yanqui tiene la decisión de frenar a cualquier costa el atributo soberano de ese país de dotarse del armamento necesario para su defensa, e impedir que el exclusivo club nuclear, cuya mayor potencia representa, vea cuestionada su hegemonía, necesaria para enfrentar la lucha de los pueblos por su independencia.
¿Significa este giro militar que los yanquis están más fuertes que antes, ahora con el magnate Trump a la cabeza? Tan criticado por el establishment en sus primeros pasos… y ahora tan elogiado. ¿Se ha recuperado el imperialismo yanqui de la frustración de su invasión a Irak y el estancamiento en Afganistán?
La realidad aparece compleja. Como relatan los medios, solo unos pocos días antes de atacar a Siria, Donald Trump señalaba: “No soy y no quiero ser el presidente del mundo. Soy el presidente de los Estados Unidos, y de ahora en adelante Estados Unidos será lo primero” en un encuentro con líderes sindicales (diario La Vanguardia, Barcelona, España 14/04/2017). Lo hacía como en su campaña electoral, porque la situación interna de EEUU está lejos de ser la de la potencia floreciente que alguna vez se erigió como centro del mundo. Su discurso “primero América” tenía que ver con la necesidad de darle respuesta a un pueblo castigado por una importante caída del nivel de vida de su clase trabajadora y de su otrora prospera clase media, frente a un enorme crecimiento de la concentración de la riqueza en las grandes multinacionales y un aumento histórico de la desigualdad social.
De allí su “guerra comercial” contra el mundo, que no es otra cosa que plantearle al resto de los países y potencias la necesidad de que una mayor cuota de la plusvalía mundial quede en EEUU. Más allá del cambio de discurso, sus “amenazas” al enemigo de los puestos de trabajo norteamericanos, el gigante chino, se han trocado en chantajes para que la burocracia china acepte equilibrar la balanza comercial deficitaria para EEUU y avance en su colaboración contrarrevolucionaria en la zona que influencia. De hecho cuando se realizó la entrevista Trump – Xi Jinping, se ejecutó el ataque norteamericano sobre Siria. Ataque que en otras circunstancias podría ser visto como un grave desaire y que ahora solo generó del mandatario chino (que es aliado de Al Assad), apenas una tímida protesta.
Otro tanto su discurso contra la inutilidad de la Otan. Ahora se convierte en “nuestra Alianza”, sin olvidar que los países miembros tienen que subir sus aportes a la alianza atlántica hasta cubrir el equivalente al 2% de sus PBI, como ya lo está haciendo Alemania. Y esta política es la que explica el destino el anterior romance contrarrevolucionario con su ex aliado Putin, al que su amigo el ex mandamás de ExxonMobil, el actual secretario de estado de Trump, Rex Tillerson, fue a conminar (por ahora sin suerte) a que trabaje con EEUU y no con su aliado Al Assad.
Lo cierto es que este resurgir de la prepotencia armada imperial, no es producto del florecimiento en el centro del imperio, sino justamente de lo contrario, de su decadencia. El imperialismo yanqui, como el resto del sistema capitalista imperialista, no se ha recuperado de la crisis del 2007. Para ello necesita extraer una cuota de plusvalía extraordinaria que la resistencia de los pueblos del mundo le está impidiendo obtener. En esa dura pelea ha visto debilitarse a aquellos aliados que le permitían frenar la lucha de los pueblos. La caída del estalinismo fue un gran golpe, ya que privo a la contrarrevolución imperialista de un gran aparato para frenar los procesos revolucionarios y lo obligó a comprometerse directamente en el enfrentamiento a todos los pueblos que cuestionaron su hegemonía. Luego el deterioro de sus aliados en la dominación del mundo continuó. La brutal debacle de la socialdemocracia y de sus alternativas bipartidistas de la derecha liberal clásica, de sus expresiones en los países coloniales, están obligando a EEUU ha volverse a parar sobre su cañones, al servicio de enfrentar las revueltas que cuestionan el orden imperialista y disputar también una tasa mayor de la plusvalía a sus competidores.
La escalada militar es un reflejo de una situación mundial en el que el tradicional centro político se debilita, generando una polarización que obliga a una confrontación más directa entre el aparato imperial y los pueblos y el movimiento de masas que lo enfrenta. Podríamos decir que será cada vez más un signo de la época que nos toca vivir, caracterizada por enfrentamientos cada vez más duros entre las clases, una época de crisis, guerras y revoluciones.
Época en la cual la brutalidad imperial, ya expresada en crisis humanitarias como la que atraviesa el pueblo sirio, o en el uso de armamento prohibido hasta arribar al límite de la amenaza nuclear, va a profundizarse comprometiendo el futuro de la humanidad y en la que veremos a los trabajadores y a los pueblos pelear y enfrentarse con toda fiereza. Etapa histórica en la cual los socialistas creemos que tenemos la oportunidad de forjar la tan necesaria herramienta anti capitalista de masas, para conducir a la humanidad a un destino diferente que el que la barbarie imperialista capitalista ofrece.
Una herramienta que será necesariamente anti capitalista y que se formará en una pelea cotidiana contra todas aquellas direcciones que, o se han negado a dar la pelea hasta el final o directamente han traicionado, sean los restos (aun poderosos) del viejo aparato estalinista, las formaciones socialdemócratas en decadencia o los nuevos progresismos que se han demostrado totalmente incapaces para enfrentar al modelo capitalista y lo han sostenido con un discurso favorable a un inexistente y tramposo “capitalismo con rostro humano”. La actual profundización de la crisis, y los enfrentamientos entre las clases y los pueblos que luchan contra el imperio, pone cotidianamente a prueba a las viejas formaciones y genera un amplio campo para los que estamos dispuestos a llevar la pelea hasta el final.
Una pelea en la cual es necesaria la más amplia unidad en la lucha de todos aquellos que están dispuestos a enfrentar la actual escalada del gendarme imperial. Para frenar su escalada militar, exigiendo el retiro de Corea del Norte, de Afganistán y todo Medio Oriente y reclamar el derecho de todos los pueblos a su independencia y autodeterminación para resolver su destino sin ninguna injerencia imperialista.
Gustavo Giménez