TERMINAR CON LA PRECARIZACIÓN. Hacer posible lo necesario
Una respuesta a la crisis
En boca de todos estuvo la convocatoria a Expo empleo joven el 30 y 31 de mayo en La Rural. La decepción de los jóvenes fue total al encontrarse con folletos, propuestas de pasantías no remuneradas, nada concreto. Lo más cercano a la «seriedad» fue la toma de cv y la promesa de ingresarlos a la base de datos. La convocatoria estaba dirigida a jóvenes estudiantes o graduados de carreras universitarias, residentes en Capital Federal de entre 18 y 29 años. Los organizadores informaron más de 100.000 inscriptos. Lo que para el gobierno pretendía ser un éxito, en realidad se transformó en una exposición de la crisis de empleo que atraviesa a la sociedad de conjunto y que afecta fundamentalmente a la juventud, donde los índices de desempleo son alarmantes.
A estos miles de jóvenes de CABA en búsqueda de oportunidades laborales y muchos otros en todo el país, hay que sumarle 75 mil despedidos en el sector privado. Y en el sector público, 11 mil despedidos en la planta permanente y la finalización abrupta de los contratos al 30% del sector precarizado y encubierto bajo modalidades de contratos basura.
Sería erróneo pensar que el desempleo se vincula exclusivamente con las políticas de tal o cual gobierno, ya que es inherente al sistema, que lo utiliza para mantener bajos los salarios y de esa forma garantizar las ganancias capitalistas. Pero es innegable que el rol de los gobiernos y sus políticas económicas juegan un papel clave. Fue así que en la década menemista, las medidas neoliberales dispararon los índices de precarización que más adelante el kirchnerismo, a pesar de contar con un escenario favorable apenas redujo y sobre el final de su gestión volvió a crecer, a la par que se consolidó el trabajo precario como política central. En apenas un año y medio, la gestión de Cambiemos, con su política de despidos y flexibilización laboral está agravando la situación.
El abuso por parte de los empleadores ante la gran demanda
La precarización laboral en general se refiere a los procesos de flexibilización laboral o desregulación del mercado de trabajo: baja de salarios, abaratamiento del despido, ausencia de indemnizaciones, falta de coberturas sociales, contratación temporal, malas e inseguras condiciones de trabajo. En pocas palabras, se refiere a la inseguridad, incertidumbre y falta de garantía de condiciones mínimas y suficientes para una supervivencia digna.
Los llamados “contratos basura” son una forma de precarizar, ya que estos se caracterizan por ser a tiempo indeterminado, lo cual le permite al empleador desvincular al empleado en el momento que así lo decidiese sin mayor problema. También están los contratos de jornada reducida donde las horas extras no son cobradas como tales sino como horas complementarias, los domingos y feriados son pagados como días hábiles. Otra forma son las pasantías, que ofrecen experiencia laboral pero con sueldos significativamente menores al de un trabajador regular. Y no solo eso, sino que son explotados en tareas que no son parte de la formación.
Así como los médicos residentes que realizan tareas formativas pero que rara vez perciben un sueldo en residencias que duran entre 3 y 5 años dependiendo del hospital y especialidad y en las que en promedio se trabaja entre 8 y 15 horas por día más 4 a 12 guardias mensuales. O los docentes ad-honorem que son personas con títulos de Licenciatura y que colaboran en la actividad docente sin percibir remuneración alguna aunque dicten 10 horas de clases semanales, preparen las mismas y corrijan evaluaciones y trabajos prácticos.
Los trabajadores tercerizados son aquellos contratados por una empresa que a su vez es contratada por otra para que preste un servicio que, en un principio, debería ser brindado por ella misma. Este proceso suele realizarse con el objetivo de reducir los costos. Suelen ser temporales y con sueldos inferiores al de un empleado de planta permanente ya que sus contratos son bajo algún convenio muy inferior. Esta práctica también se reproduce sistemáticamente en el Estado.
La exclusión y la discriminación no son ajenas al mercado laboral
Las propuestas laborales son altamente excluyentes y discriminatorias en varios aspectos. Uno de ellos es la edad, ya que muchas personas resultan ser despedidas después de pertenecer 10 o 15 años a una empresa. Teniendo más de 35 años y sin formación universitaria difícilmente puedan abrirse paso a un nuevo trabajo de calidad.
También la procedencia es otra causa de discriminación, dado que la mayoría de los extranjeros reciben un sueldo menor al que deberían por convenio de trabajo únicamente por esa condición. Aunque haber nacido en el país tampoco asegura nada, ya que dependiendo el lugar en el que el empleado viva, muchas veces es descalificado para acceder a una oportunidad laboral. Por ende no todos los sectores sociales tienen la misma posibilidad.
Por otro lado, es habitual el rechazo a la hora de acceder a un empleo a aquellas personas que por ser travestis, gays, u otras preferencias sexuales, no encajen en la heteronormatividad vigente.
No siendo suficiente con esto, la cuestión “estética” es el mayor excluyente al momento del reclutamiento. La forma de vestir, el poseer tatuajes, aros o simplemente los rasgos físicos que tenga el solicitante de empleo suelen ser determinantes para su exclusión si estos no se ajustan a los parámetros «culturales» de belleza de la sociedad. Apareciendo acá con fuerza todo tipo de prejuicios raciales y sexistas.
Es fundamental resolver estas cuestiones ya que es una problemática en constante crecimiento.
Para combatir la precarización y crear empleo digno para la juventud, desde el MST en Izquierda al Frente proponemos luchar y tomar medidas concretas, para hacer posible lo necesario:
1) Reducir la jornada laboral a 6 horas con $ 25.000 de salario y actualización trimestral automática acorde a la inflación.
2) Pase a planta permanente a los contratados del sector público e inspecciones con control social para lograr la efectivización en blanco de los contratados en el sector privado.
3) Prohibir los contratos-basura y derogar toda la normativa flexibilizadora.
4) Prohibición por ley de despidos y suspensiones.
5) Cumplimiento de las leyes vigentes y verdadero control estatal sobre las normas de seguridad en el trabajo. Fuertes sanciones a las empresas que no cumplan.
Rocío Aguero