Brasil: Movilización nacional contra Temer y su ajuste
El 30 de junio una nueva tanda de movilizaciónes sacudió Brasil. Las centrales sindicales habían convocado un huelga general para la fecha, pero la levantaron a último momento. Pese a la convocatoria desigual, las protestas demuestran una persistente voluntad de lucha en los trabajadores brasileños.
El régimen político de Brasil atraviesa una profunda crisis fruto de la sostenida movilización popular. Los orígenes de la misma se remontan a la política de ajuste que el gobierno de Dilma-Temer adoptó ante la entrada de la crisis económica mundial a la región en 2013, la rebelión juvenil y popular que se desató en respuesta ese mismo año, y la resultante erosión de la base social del gobierno. La operación Lava Jato que destapó la extendida red de coimas que involucra al conjunto de la casta política y el alto empresariado golpeó sobre ese gobierno debilitado, situación que fue aprovechada por Michel Temer y la derecha brasileña para destituir a Dilma Rousseff y el PT.
Pero la maniobra se les volvió en contra. Temer se dedicó a profundizar y acelerar la política de ajuste desde su primer día, aplicando reformas laborales e impulsando proyectos para elevar la edad jubilatoria, generando una desocupación del 14%. A la par se desarrolló la movilización “Fora Temer” contra el gobierno ilegítimo y sus políticas. Desde marzo, con importantes movilizacióones el 8 -Día internacional de la Mujer- y el 15 de ese mes, comenzó un ascenso sostenido de ese proceso popular, que pegó un salto de calidad con la entrada en escena de la clase obrera el 28 de abril. Ese día la primera huelga general en décadas paralizó al gigante sudamericano.
El 17 de mayo la crisis del gobierno estalló con la publicación de un audio en el que se escucha a Temer avalando el pago de una coima mensual de 160 mil dolares al ex presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha. Los días de Temer parecían estar contados. Las movilizaciones se profundizaron y radicalizaron, culminando con los enfrentamientos en Brasilia el 24 de mayo, durante los cuales el gobierno llegó a sacar al ejército a la calle, aunque tuvo que retroceder rápidamente. En ese marco, las centrales convocaron a una nueva huelga general para el 30 de junio.
Pero el 6 de junio el Tribunal Supremo Electoral votó en contra de anular la fórmula Dilma-Temer, dándole aire al gobierno. El fallo refleja el acuerdo alcanzado entre el PMDB de Temer y el PT de Lula y Dilma para sostener a Temer y garantizar que Lula se pueda presentar a las elecciones en 2018. Las centrales sindicales actuaron en consecuencia, levantando la huelga del 30 y llamando en su lugar a un “día de luchas”.
El pacto del PT con Temer es contra la movilización popular, contra el “Fora Temer” y favorable a la continuidad del brutal plan de ajuste que Temer está aplicando. A Lula, que encabeza las encuestas electorales, le conviene ayudar a Temer a desmontar la movilización y permitír que éste se ocupe hasta donde pueda del “trabajo sucio”, para ser el recambio el año que viene.
Sin embargo, a pesar del freno que aplicaron el PT y las centrales sindicales, el 30 se vieron manifestaciones y cortes en varias ciudades del país, mostrando que hay un sector importante del pueblo, con una vanguardia radicalizada, que le da la espalda al vendido PT y tiene fuerza de sobra para seguir la lucha por que se vaya Temer y su ajuste, por la convocatoria inmediata a elecciones generales, y por una Asamblea Popular Constituyente. Con ellos empalma el PSOL, que viene creciendo como alternativa a izquierda del PT ante millones de brasileños.
Federico Moreno