El plan Bolonia de Cambiemos y las camarillas universitarias.
Se denomina Sistema Nacional de Reconocimiento Académico (SNRA) para la Educación Superior. Es el plan que anunció Macri y que empezaría tomando como banco de pruebas las carreras de ingeniería en todo el país. La orientación normalizadora del capitalismo, en clave universitaria. El plan Bolonia como punto de referencia. Nuestra perspectiva antagónica y propositiva
La arquitectura global de este plan, se la debemos al ministro -ahora candidato- de Educación Esteban Bullrich. Desde hace tiempo, en eventos de la casta universitaria se viene discutiendo como replicar la experiencia europea en Argentina. Es importante clarificar, que el plan Bolonia impulsado desde finales de los 90 por la Troika en Europa, tuvo dos implicancias:
- Control hegemónico de las corporaciones capitalistas de las principales universidades europeas
- Un proceso generalizado de movilización estudiantil en oposición a esta reforma privatista
El ariete promotor de este engendro, fue la ERTI (Mesa Redonda de Empresarios de Europa) que incluye el lobby crucial de Renault, Adidas, Nestlé, Siemens y Telefónica, entre otras transnacionales. En América Latina opera un organismo similar, al que el macrismo ya comprometió su adhesión.
Precarización en clave universitaria
La orientación de estas reformas, aterrizadas a la realidad, suponen una cuantificación de la formación profesional que pasaría a dividirse en créditos equivalentes a horas de cursada que demandaría la aprobación de cada tramo formativo. Esta cuantificación, se aplicaría de forma similar en el sistema público y privado de la universidad, independientemente de los contenidos. La aprobación de cada tramo formativo/materia equivale a créditos que tienen el mismo valor académico en cualquier universidad. A esta primera etapa, le seguiría una segunda conocida como fase “3+2”. En concreto, se apunta a concentrar los contenidos básicos muy generales, equivalentes en cualquier universidad en 3 años, obteniendo así un título profesional habilitante de baja calificación. Parte troncal de los contenidos específicos de las carreras de grado actuales, se desplazan a los 2 años siguientes bajo la forma de pos-grados, postítulos y maestrías, obviamente aranceladas. Así un egresado de la pública es un profesional devaluado para el mercado laboral capitalista y para competir por un trabajo mejor, tiene que pagar su formación. Por lo tanto, se elitiza y mercantiliza la formación superior, habilitando un negocio fenomenal para las camarillas profesorales que atenderían en las dos ventanillas -el trayecto público y el privado- y además, se estimula un sistema de préstamos bancarios para estudiar a tasas de usura. Es el modelo norteamericano y chileno, capitalista de la educación. Al día de hoy casi 100 rectores adhieren -incluyendo muchos K- pero, sin embargo, deben hacer pasar esta arquitectura legal por los Consejos Superiores, lo cual ya generó manifestaciones de resistencia estudiantil en Luján, luego de una bochornosa sesión en la que patotas mediante, las burocracias estudiantiles y docentes levantaron la mano de espaldas a las mayorías universitarias.
Contrarreforma capitalista, así se llama
El multimillonario Warren Buffet decía que si existía la lucha de clases…y que la suya iba ganando. En realidad, Buffet con cinismo burgués, revela un hecho incontrastable: aunque no se presentan a elecciones, las corporaciones capitalistas, gobiernan.
El macrismo expresa como proyecto la estrategia del bloque social dominante que aspira a recuperar tasa de ganancia bajando costos para la realización de esa ganancia. Las variables son el salario, las materias primas y el gasto estatal. Por eso, de forma combinada, apuesta a recortar inversión social, flexibilizar condiciones de trabajo y consolidar un modelo de precarización laboral.
Con esta verdadera contrarreforma universitaria, que violenta la gratuidad, la autonomía y el espíritu del 18′, el gobierno de Cambiemos con el auxilio de las camarillas profesorales que son parte de la casta que administra los negocios capitalistas, aspira a reorientar la formación profesional estandarizando, abaratando y facilitando el copamiento mercantilista de la educación para hacer negocio también. Entonces, la ecuación sería: menos gasto estatal para la universidad pública -como desde los 80′ recomienda el Banco Mundial para los países deudores-; devaluación académica -por achatamiento de contenidos; privatización y elitización, por desplazamiento curricular del grado a pos-grados arancelados.
Así, la aspiración menemista de la Ley de Educación Superior se consumaría bajo su segunda versión -farsesca- en 2017. En esto, somos categóricos también: total rechazo y planteo de organización por la base para resistir esta ofensiva.
Otra universidad, otra sociedad, otra forma de vida
Harvey, geógrafo marxista, cuenta una anécdota muy interesante en “El enigma del capital”. Dice ahí que la reina de Inglaterra interpeló a los investigadores de la London School of Economics sobre como era posible -en 2008- que no hubieran previsto la crisis financiera internacional. Estos intelectuales orgánicos del capital, respondieron que “no tuvieron en cuenta los riesgos sistémicos”. Harvey usa esta referencia para revalidar la autoridad del método marxista de análisis de la realidad sistémica, a la cual le son naturales las crisis.
Nosotros, con el marxismo y Harvey, afirmamos además, que en clave social y política, las derechos sociales más básicos son incompatibles esencialmente, con el capitalismo. La educación pública, por ejemplo. La sobrevida anormal de este sistema, provoca distorsiones anti-sociales. La mercantilización de todo que incluye la naturaleza y las personas, no deja afuera tampoco la universidad. Ese es el marco.
Por nuestra parte, como socialistas, nos planteamos un enfoque opuesto y superador. Primero, entendemos la educación como un recurso social para preparar la formación de personas profesionalmente a partir de una definición del modelo social al que se aspira. Nosotros, luchamos por una sociedad donde lo central sean los intereses de la mayoría. Nuestro propósito político, entonces, es desmantelar el sistema actual para reorganizar todo con la finalidad de garantizar trabajo para todos, pero en jornadas limitadas utilizando la ciencia y la técnica, para ganar tiempo libre social, no para reemplazar personas y tributar ganancia privada capitalista. Aspiramos a un modelo social, que garantice libertades individuales plenas, derecho a decidir sobre todo, pluralidad democrática y empoderamiento social de lxs trabajadorxs para cambiar siempre todo lo que no funcione.
La universidad por lo tanto que imaginamos, es un instrumento para ese objetivo histórico: una forma de vivir desalienada del trabajo capitalista, sin opresión, democrática por la base, de cooperación entre las nacionalidades y pueblos del mundo, y al servicio del progreso humano ecológicamente sostenible. Vale decir: integrando la naturaleza como parte de la vida social.
Con esa matriz pensamos una universidad para otra sociedad, para otra forma de vida.
Mariano Rosa