¿Quién dijo que no se puede? Nuestras causas, nuestras razones
Cambiar las cosas de fondo no es una tarea fácil. Tampoco es una actividad de llaneros solitarios: es un deporte de equipo. Nuestra apuesta es garantizar derechos básicos, necesidades elementales para vivir en condiciones de dignidad, realización personal y progreso colectivo. Eso resulta incompatible con las prioridades políticas fijadas por la casta de privilegiados que hoy manda. Nuestra apuesta razonada de reorganización social y nuestros fundamentos.
Las causas por las que luchamos no son una elaboración de laboratorio, sino planteos que responden a las necesidades de la mayoría que no vive del esfuerzo de otros, como hacen los capitalistas.
Esto significa una primera cuestión importante: nos paramos desde lo que hace falta para vivir de otra manera.
Lo crucial de esta definición consiste en que hay una primera batalla cultural de ideas por el sentido de las cosas, por la forma predominante de comprender la realidad.
Este no es un asunto secundario, ya que la conciencia sobre los problemas define formas de actuar a escala individual y colectiva.
El poder de la clase capitalista a través de sus partidos en los gobiernos, con el potentísimo auxilio de empresas mediáticas, va instalando formas de pensar, van construyendo sentido común según las relaciones de fuerza sociales en cada momento:
En los ’90 fue el neoliberalismo con su lógica de sociedad-supermercado, donde todos competimos contra todos y todo se compra y se vende; y el Estado es «ineficiente», y lo público corrupto y la gestión privada garantiza lo que el Estado no sabe o no quiere.
Después del 2001 y pasado el pico de radicalización social, la estabilización capitalista se va consolidando a partir de la idea de que se pueden lograr algunas reformas parciales, pero adaptándose siempre al esquema del capital.
Así se fue galvanizando la conciencia de millones que identifican algunas de nuestras propuestas más simples como ideas positivas, pero de realización casi utópica: erradicar la precarización laboral como forma aceptada y natural de trabajar; repartir las horas sociales de trabajo para garantizar pleno empleo, y tener un ingreso equivalente a las necesidades de alimentación, vivienda, transporte, vestimenta, comunicación, recreación para cualquier persona.
Nuestras prioridades
Del total de dinero que recauda el Estado, casi el 75 % lo tributa la parte de la población que vive de su salario, su jubilación o su plan social: pagando el IVA, el impuesto al salario y otros rubros.
Los capitalistas terminan tributando por todo concepto sólo algo más del 8% del total de la recaudación anual. Y esos capitalistas, que son minoría a la hora de pagar, deciden a qués se destinan los recursos: intereses de deuda externa 240.000 millones de pesos; para absorber exenciones a pooles de soja y megamineras, 70.000 millones; además de renta financiera y otras.
Además están los subsidios estatales a la Iglesia Católica, del orden de los 32.000 millones.
Es decir, para no abrumar con cifras: los trabajadores pagan mucho, los capitalistas casi nada y encima deciden cómo se usa la plata de la mayoría.
Lo que queremos explicar en definitiva es que no estamos ante una encrucijada de falta de recursos, sino de definir qué cosas son más importantes.
Nosotros planteamos que hay que auditar la deuda y suspender su pago,, restablecer impuestos a los pooles y las megamineras, gravar la renta financiera y eliminar subsidios a la iglesia.
Esas medidas impositivas simples pondrían en disponibilidad más de 350.000 millones. Una buena base material para invertir en financiar el pase planta en el Estado con salario de 25.000 pesos de piso y a la vez contar con un fondo de intervención estatal para el caso de que alguna pequeña empresa no pueda afrontar estas condiciones en la actividad privada. Con la apertura de los libros contables como precondición y la revisión por parte de sus trabajadores, un fondo público podría auxiliar de forma transitoria.
El reparto de las horas de trabajo es una medida anti-crisis que incluso países capitalistas en situaciones excepcionales han adoptado.
Está claro que la decisión consiste en reorientar los recursos y definir otras prioridades en base al interés de la mayoría de la sociedad.
Acumulación de masa crítica y proyecto
La lucha electoral es un buen escenario para difundir esta posición y demostrar con datos que con fuerza social y acumulación política se pueden tomar medidas que garanticen derechos, no utopías.
La unidad en un gran reagrupamiento política de las fuerzas de izquierda permitiría concentrar fuerza y dar volumen a un instrumento para defender una posición que implica tocar intereses capitalistas.
La militancia posibilista de aparatos políticos tradicionales y empresas mediáticas, y la negación del FIT a toda unidad con perspectiva, hace que la responsabilidad de Izquierda al Frente y de nuestra organización en particular sea muy grande.
Esto implica que en el trazado de su estrategia política, únicamente nuestro MST tiene como perspectiva concretar causas que sean base de derechos, asumiendo que eso supone imaginar escenarios de confrontación y ruptura con la democracia de casta y el sistema confiscatorio de futuro para la juventud.
La unidad política de la izquierda es necesaria para este desafío, por eso hace falta, por eso la planteamos como parte de nuestra plataforma.
Contribuir al desarrollo del MST es sumar en ese camino, ahora votando las listas de Izquierda al Frente en todo el país y militando por ser una fuerza del cambio social en este país.
Mariano Rosa