La corrupción: un gran negocio de la crisis capitalista imperialista
En los últimos años muchos “escándalos” de corrupción cruzan a América Latina y al mundo entero. En nuestro subcontinente la operación Lava Jato y las coimas de la constructora Odebrecht de Brasil, tiñen con su manto de coimas y sobornos a toda la clase dirigente del país continente y a gran parte de los gobiernos latinoamericanos. De Vido o Arribas son parte de esa trama corrupta.
La operación “Lava Jato” dirigida por el juez Moro inició en el 2014 una investigación que desnudó los negocios de Petrobras (la mayor petrolera estatal del país) con las grandes empresas de la construcción como Odebrecht, y la trama de retornos y coimas en el manejo de la obra pública que se derramaban sobre la mayor parte de la clase política tradicional del Brasil. Como consecuencia de la investigación judicial ya hay 90 condenas emitidas y se han recuperado 800 millones de dólares.
Tan grandes eran los negocios que la mayor constructora de Sudamérica administraba, que su “modus operandi” de instrumentar sobornos con el poder político de turno para conseguir jugosas licitaciones en la obra pública se extendió por todo el subcontinente, siendo el reciente encarcelamiento del ex presidente peruano Ollanta Humala y su esposa, y la condena a 9 años de prisión para el ex presidente y candidato a la presidencia del Brasil por el PT, Ignacio “Lula” da Silva, algunos de los últimos hechos más resonantes.
El pasado 21 de diciembre de 2016 el Departamento de Justicia de los EEUU reveló que entre 2001 y 2016 Odebrecht repartió 788 millones de dólares en sobornos en 12 países. Además le impuso a la empresa una multa por U$S 3.500 millones. Entre los países involucrados junto a Brasil, encontramos a Venezuela, República Dominicana, Panamá, Ecuador, Argentina, Colombia, Chile, Perú, Portugal, México y Guatemala.
Producto de los datos vertidos por el empresario Odebrecht y 77 directivos de la firma, que buscan aminorar las penas que les corresponden bajo el método de la “delación premiada”, las detenciones y enjuiciamientos de ex altos funcionarios se extienden en varios países.
A los cientos de procesados en Brasil podemos sumar al ex ministro de Planificación De Vido y al actual jefe macrista de la AFI Gustavo Arribas en la Argentina. A la detención de Humala en Perú se suman también las imputaciones contra el ex presidente Toledo, actualmente prófugo en EEUU y el ex presidente Alan García. En Panamá, al hermano y al hijo del ex presidente Ricardo Martinelli. En Colombia, fueron detenidos el ex ministro adjunto de Transporte Gabriel García y el ex senador Otto Bula y sigue una larga lista…
La corrupción es inherente al sistema capitalista
La corrupción existió siempre como un mecanismo de apropiación de la ganancia capitalista. Ya Marx en su libro “La lucha de clases en Francia” señalaba, refiriéndose al proceso de 1848, que “en tanto que la aristocracia financiera dictaba leyes, dirigía las gestiones del Estado, disponía de todos los poderes públicos constituidos, dominaba la opinión pública por la fuerza de los hechos y por la prensa en todas las esferas, desde la Corte hasta el café borgne [lugar de reunión de gente de negocios] se reproducía la misma prostitución, el mismo engaño desvergonzado, la misma sed de riquezas, no por la producción, sino por el escamoteo de la riqueza ya existente de otros”.
Es evidente que por la crisis del sistema económico mundial, los capitalistas intentan compensar los efectos de la caída de su tasa de ganancia buscando “negocios fáciles”, que van desde la especulación financiera a los negocios abonados con sobornos promovidos desde el estado. En esta etapa del desarrollo y crisis capitalista imperialista ya no se trata de las tranferencias o robo descarado de un sector burgués a otro, sino que en la etapa de financiarización del capital, la corrupción es parte integral de la acumulación de la ganancia capitalista, que utiliza al Estado y la obra pública, entre otros, como un vehículo privilegiado de esta apropiación.
Las crisis en el régimen político
Los duros enfrentamientos entre las clases que caracterizan a esta etapa mundial, provocan fisuras en el frente burgués por la que se filtran y hacen públicos sus negociados y trapisondas, afectando gravemente su legitimidad y credibilidad frente al movimiento de masas.
Refiriéndose a la crisis brasilera, el diario el País de España en su edición del 3 de julio, comenta: “La Lava Jato, que comenzó castigando casi por entero al PT, fue avanzando hasta manchar al núcleo central del sistema de partidos. Y no pocos en Brasil creen que ese fue el factor que desencadenó el impeachament.” Según relata el diario los grandes partidos terminaron en una pelea política suicida, que alimentaba las investigaciones para perjudicar al contrario, que luego podían volver contra ellos mismos, como finalmente ocurrió.
Una crisis que ahora cuestiona y ha dejado muy debilitado al mismo presidente Michel Temer, luego de la denuncia de Joesley Batista, empresario de la empresa cárnica mayor del país JBS. Según el diario el Mundo de España del 20 de mayo de 2017, la multinacional “financió las campañas de 1.829 candidatos de 28 partidos mediante millonarios sobornos”, “el director de JBS, Ricardo Saud, aseguró en su declaración que las donaciones suman cerca de 600 millones de reales (184 millones de dólares) y que ‘todo son coimas’”(…)”Todo tiene acto de oficio, todo tiene una promesa, todo tiene alguna cosa (en contrapartida)”
En la Argentina la utilización del Estado al servicio de instrumentar fuertes negociados con su control son una práctica habitual entre el empresariado que parasita de la inversión estatal y los favores de sus funcionarios. Por ejemplo, desde la “estatización” de la deuda externa privada que realizó la Dictadura Militar con el ex presidente del Banco Central Domingo Cavallo, y que tuvo entre sus grandes beneficiarios a la familia Macri, hasta los negociados del grupo empresario actualmente en el poder, y que en el caso del Correo Argentino pretendía licuar una deuda de 4.000 millones de dólares.
Por eso la vinculación con el ex ministro kirchnerista Julio De Vido: él era el encargado de administrar y repartir los beneficios de la obra pública o de las concesiones de las empresas de servicios. Así se desnuda la realidad de que han sido parte de la estructura de negocios del capitalismo local, de la cual el macrismo y el grueso de la burguesía que tiene negociados con el Estado se han servido.
La corrupción no es, como pretenden la candidata Carrió o Stolbizer, una desviación del sistema económico y el régimen político. Es algo inherente a su funcionamiento. Por eso, más allá que algún ex funcionario como López o Jaime estén presos, no se podrá avanzar sustancialmente contra este pillaje como no sea enfrentando la base misma del sistema capitalista del cual es parte y al régimen político, que incluye a una Justicia totalmente funcional a esta trama de negocios.
Por eso todas las consignas que apunten a enfrentar esta estructura jerárquica cerrada, alimentando la sana desconfianza que la mayoría de la población mantiene de una forma u otra desde aquel recordado “que se vayan todos”, y exigiendo su activa participación en la investigación y juzgamiento, a través de Comisiones Investigadoras Independientes y Juicios por Jurados Populares, serán un aporte en esta pelea contra la corrupción y la impunidad.
Junto a ellas tienen un gran valor las tareas que apunten al desmantelamiento de la actual forma institucional, tales como la elección popular, la periodicidad y la revocabilidad de los mandatos y un nivel salarial que no exceda los niveles medios de la población, en el caso de jueces y fiscales. Así como la reestatización de todos los servicios públicos con control social. Son medidas transicionales de gran utilidad, tanto en la disputa con los propagandistas del sistema que buscan confundir a las clases medias, como en el camino de la pelea estratégica para desmantelar esta estructura corporativa que sostiene al sistema capitalista.
Gustavo Giménez