Táctica y estrategia
La tenaza
El cuadro económico que se perfila a partir del resultado electoral de las PASO está atenazado por dos vectores: por un lado, el triunfo político de Cambiemos va a requerir hasta octubre una precisa ingeniería que consolide esa posición ganada. Eso, en clave económica significa no tomar medidas antipopulares y aumentar el gasto público. Esa previsible orientación de coyuntura ya hizo que cavernícolas de la economía liberal como Espert pusieran el grito en el cielo reclamando “moderación” y no gastar un peso más. Sin embargo, anuncios relacionados con jubilaciones y más obra pública de apuro, cosmética y con sobreprecio es lo que se viene.
En segundo término, el otro factor que articula el panorama económico, son las presiones del gran capital que exige y apura más beneficios. Desde que Cambiemos ganó la presidencia, el combo de medidas que fue tomando significó una transferencia grande hacia cuatro sectores en particular de la economía capitalista: la fracción financiera; el agronegocio; las empresas privatizadas de servicios y el desarrollo inmobiliario especulativo. Devaluación, exenciones, paritarias a la baja, tarifas, Lebac y endeudamiento externo. Esas fueron las marcas del curso económico hasta ahora. Obvio, la relación de fuerzas en la lucha de clases, pese a la enorme colaboración de la burocracia sindical, impidió que el ajuste fuera mayor, según el trazado original de la burguesía.
Los datos duros, la fría (e inapelable) estadística
Según datos de la CAME, el consumo minorista interanual en el acumulado entre enero y julio, fue 7 % menor. Claro retroceso.
El INDEC releva datos de 31 núcleos de población en el país para medir desocupación. La cifra del primer trimestre del año se aproximó al 10 % lo que significa 1 millón 700 mil personas. Si hacemos un recorte sólo limitado al Conurbano, la cifra oscila alrededor del 12 %, esto es 860 mil desocupados.
Las cifras de pobreza e indigencia, siempre de acuerdo a la base empírica del propio Estado da casi 8 millones y medio para el primer rubro -30 % de la población- y la segunda es de 1 millón 700 mil personas. Alarmante.
Contra toda la propaganda profusamente difundida por las empresas mediáticas que blindan al gobierno nacional, la actividad industrial del primer semestre da un indicador de 0 % de crecimiento.
Obviamente, las manipulación estadística que contrasta junio-julio de este año con igual período del 2016, con los peores indicadores, ofrece algunos síntomas de recuperación, pero en el contexto general de meseta recesiva que se mantiene.
Un elemento más: la fracción agroexportadora presiona por un dólar a $ 20 y el ministro Buryaile asumió en la Rural ese reclamo. Sostener el dólar en $ 18 le viene costando a las reservas del Banco Central una sangría significativa: 1800 millones de dólares para sostenerlo en ese precio y a ese ritmo, hasta octubre la ecuación le podría costar otros 5200 millones. Es otro elemento de tensión que estimula el endeudamiento externo, y por tanto, el estrangulamiento a mediano plazo de la economía nacional.
El GPS de la CEOcracia
Las contradicciones del desafío económico para la minoría capitalista que gobierna no son pocas. En lo inmediato, el titular del Banco Central anticipó que para alimentar la rueda de las LEBAC está dispuesto a volver a subir las tasas de interés. Esto supone profundizar el circuito de la especulación que tracciona divisas hacia los bancos y desalienta cualquier inversión productiva. Con tasas del orden del 30 % no hay capitalista que arriesgue a invertir un solo peso en la producción real, porque no hay negocio tan rentable como el de la ruleta financiera. Este nudo se inscribe en una contexto con otros problemas de fondo, que son preocupantes para el análisis de la propia burguesía, que por lo menos se resumen en cuatro claves:
Déficit comercial en valores comparables a 1994.
Déficit fiscal, por salto en el endeudamiento y retracción del consumo.
Fuga de divisas, por remisión de dividendos de las corporaciones a sus casas matrices.
La inflación que no retrocede de forma cualitativa y sigue siendo alta.
En simultáneo, la hoja de ruta del macrismo que se propone retomar después de octubre si logra consolidar un triunfo político claro, incluye reforma laboral “a la brasileña”, reforma fiscal, con más exenciones a los grandes grupos y reforma previsional, para aumentar la edad para jubilarse.
La traslación de los resultados electorales a la estructura, a la lucha de clases, no es lineal ni mecánica, pero existe una dialéctica que hace que si se fortalece Cambiemos gana volumen político el aval para intensificar su ofensiva sobre el conjunto del pueblo. Esa es la dinámica que hay que observar.
La otra trinchera, la nuestra
Como en toda crisis capitalista, la disputa que gravita en el centro del escenario es quién paga los costos, qué salida se impone.
La agenda capitalista continental, trazó una orientación: relanzar la economía para recuperar tasa de ganancia en base a reorganizar las condiciones de acumulación con más precarización laboral, recorte del gasto público en materia de derechos sociales, endeudamiento externo como estímulo a la especulación y reducción de costos de insumos en base a una redoblada ofensiva extractivista con agronegocio, megaminería, fracking y apropiación especulativa de espacio público. Es la salida capitalista para que la crisis la paguemos el 99 %. Como siempre, los que mandan socializan las pérdidas y privatizan las ganancias.
Nosotros levantamos un planteo opuesto, antagónico. Primero, se trata de resistir incentivando la unidad en las calles para pararle la mano a esta andanada antipopular. Hay contradicciones en este primer andarivel: la burocracia sindical es un pilar clave del plan de ajuste, por lo tanto, no va mover un dedo para enfrentarlo. El sindicalismo combativo y la izquierda tenemos un desafío, que hasta ahora no encontró una respuesta a la altura, con responsabilidades desiguales, empezando por el FIT. En simultáneo, explicamos, militamos y difundimos un programa de salida independiente, anticapitalista, a la crisis. En definitiva, para invertir la carga de la misma: reforma laboral, sí, pero con suspensión por ley de despidos y precarización; con reparto de las horas de trabajo en jornada de 6 hs para garantizar pleno empleo y un ingreso de piso referencial de $ 25 mil pesos. El financiamiento tiene bases materiales precisas: reponer los impuestos a los pooles y la megaminería; auditar la deuda y suspender su pago; gravar la renta financiera y las transacciones bursátiles y finalmente, priorizar al 99 % y que paguen los que tienen espalda.
Políticamente, el horizonte plantea un desafío de coyuntura conectado con la estrategia: en octubre fortalecer la perspectiva de una izquierda que se renueva para contribuir la unidad de ese espectro y afirmar la lucha por ser alternativa con peso masivo, no testimonio funcional del régimen. Votar las listas del MST e Izquierda al Frente en las 12 provincias donde superamos las PASO y las múltiples localidades del GBA, como tarea inmediata. Y como estrategia, otra vez, largoplacista: militar en el MST por hacer fuerte una corriente política que asume la bandera de la unidad de la izquierda para construir una nueva mayoría política para que gobernemos los que nunca gobernamos.