Por la educación pública laica
Cuando sale este periódico, el 30, sigue la audiencia pública en la Corte nacional. Allí exponen quienes presentaron recursos para que cese el dictado de religión en las escuelas estatales de Salta, ente ellos Alejandro Bodart, Vilma Ripoll y nuestra referente salteña Cecilia Gómez.
La querella por la laicidad la iniciaron en 2010 un grupo de madres y la Asociación por los Derechos Civiles. Como la inconstitucional ley educativa salteña autoriza la enseñanza religiosa, la Corte provincial avaló a la Curia. La causa llegó a la Corte nacional, que debe fallar.
El 24 hubo en Salta una primera convocatoria laica y la Iglesia amagó con una contramarcha, que al final suspendió. Este 30 hay una nueva marcha por la educación laica, con familias autoconvocadas, organizaciones de derechos humanos, periodistas independientes, referentes de credos no católicos, el MST-Nueva Izquierda y otras organizaciones.
A su vez el 31 hay una “marcha cristera” -por Cristo- en la Plazoleta Cuatro Siglos. En realidad, cuatro siglos son los que atrasan el gobernador Urtubey, su ministra de Educación y demás sectores que plantean mantener la imposición de dictar religión católica como materia, en horario escolar y como parte del programa oficial.
Antidemocrático, discriminatorio y anticientífico
1) Dictar religión católica en las escuelas del Estado es antidemocrático porque la educación pública se banca con los impuestos que pagamos todos: católicos, evangelistas, judíos, musulmanes, budistas, agnósticos, ateos y de cosmovisiones originarias. Los gobernantes dicen que enseñan “todos los credos”, pero se impone uno solo: el catolicismo. Y eso atenta contra la libertad religiosa y de conciencia, que por supuesto incluye el derecho democrático a no profesar ningún credo.
Además de dos horas de clase semanales de “religión”, dicha materia figura en el boletín, se reza en las escuelas, se bendicen las comidas en el comedor escolar, se inscriben frases católicas en los cuadernos de alumnos y profesores, se pegan afiches y avisos católicos en las carteleras escolares, hay cruces e imágenes y hasta se obliga desde jardín de infantes a asistir a misas y celebraciones como la del “Milagro”, perdiendo varios días de clase. Es una intromisión inaceptable.
Nota del colegio secundario Reyes Católicos
2) Es discriminatorio hacia las alumnas y alumnos no católicos. Aunque “se consulta” a los padres si quieren que sus hijos reciban religión, no hay actividades alternativas y la presión oficial termina marginando a quienes no están de acuerdo.
Además, como lo señala el amicus curiae de Bodart, Ripoll y Gómez, “atenta gravemente contra la privacidad de los niños y niñas así como de sus padres, al disponer la obligación de revelar a las autoridades públicas datos sensibles, como lo es la pertenencia a algún credo religioso o a ninguno”. En concreto, a los alumnos se les pregunta por escrito si “rezan u oran” y si “saben usar la Biblia”…
Interrogatorio clerical a lxs alumnxs.
3) Es anticientífico. Las catequistas, designadas por la Curia, enseñan que Dios “creó” el mundo a partir de “la nada”. Desde ya, nombran la teoría evolucionista de Darwin o el big bang, pero en los exámenes oficiales se afirma que “el hombre pensó y realizó diferentes formas para explicar el origen del universo, pero siempre llega a la conclusión de la existencia de la mano de Dios”. Una mentira total.
“Dios creador del universo”
Como señala nuestro amicus, “si bien la provincia adhirió a la Ley de Educación Sexual Integral, Salta no brinda ninguna educación sexual real… Además, el Ministerio de Educación ya no está dando cursos de capacitación docente en ESI y su aplicación en las escuelas queda librada a la decisión discrecional de cada docente.”
Y finaliza: “Somos respetuosos de la libertad de cultos, si bien no los compartimos. Pero rechazamos con toda firmeza la intromisión de la Iglesia en la educación y la vida públicas. Abogamos por la separación de la Iglesia Católica del Estado y por la anulación de los millonarios subsidios estatales a la misma y a toda educación religiosa.”
Pablo Vasco