Masacre en las Vegas: Tiempos Violentos en la era Trump
No se trata de islamistas, ni del gobierno de Corea del Norte. Sino que fue un ciudadano norteamericano blanco que disparó contra miles de personas que asistían a un concierto de música country en la calle.
El pasado lunes 2 de octubre ocurrió en Estados Unidos la mayor masacre a tiros de toda su historia. Un sólo individuo con un arma automática desde un piso 32 de un hotel cercano al festival, dejó un saldo de por lo menos 59 víctimas fatales y más de 500 heridos. Los disparos se mantuvieron por alrededor de 10 a 15 minutos.
El asesino fue identificado como Stephen Paddock, un hombre blanco de 64 años de la localidad de Mesquite, Nevada a 130 kilómetros de Las Vegas. El sujeto se terminó suicidando unas horas más tarde de la matanza al encontrarse rodeado por la policía.
Resulta sorprendente cómo los medios de comunicación y los grandes formadores de opinión en EE.UU. y el mundo hablan de terrorismo ante ataques de organizaciones como ISIS o Al Qaeda, o incluso cuando se trata de un individuo con un cuchillo, si el atacante es árabe, y no ante un hecho como este, la masacre más grande desde el atentado a las torres gemelas en septiembre del 2001. Más allá del rol reaccionario de organizaciones como ISIS, El contraste del accionar de los medios deja en evidencia la utilización política racista del “terrorismo” y la manipulación que intentan generar en la sociedad al servicio de justificar las acciones imperialistas.
Por otro lado, esta masacre vuelve a poner en el centro de la escena el discurso guerrerista, racista y violento del actual presidente Donald Trump. El mandatario describió el hecho como un acto de locura, individual y de “pura maldad” del tirador, y anunció que el día miércoles se hará presente en Las Vegas para estar junto a familiares de las víctimas y sobrevivientes.
Pero desde su asunción, el discurso de Trump ha estado cargado de odio y racismo contra las comunidades musulmanas, latinas e inmigrantes. Y ha promovido el supermacismo blanco, fogoneando el accionar de grupúsculos fascistas y de ultraderecha. A todo esto se le suma en las últimas semanas, reiteradas amenazas contra Corea del Norte y un discurso guerrerista.
La llegada de un personaje como Trump a la presidencia, ha echado más leña al fuego a una sociedad yanqui cada vez más polarizada e inmersa en una crisis social, política, económica y cultural, donde el “sueño americano” hace varios años es una quimera. Toda esta violencia ejercida desde un estado imperialista como el yanqui, son un coctel explosivo que terminan fomentando el odio y la violencia social.
Javier Dietrich