Política y estrategia en la izquierda
El siguiente artículo es parte del Nº 5 de nuestra Revista «Nueva Izquierda», en su Edición Especial de inicios de noviembre, al cumplirse 100 años de la Revolución Rusa.
Política y estrategia en la izquierda
Sergio García (Dirigente del MST en Izquierda al Frente. Periodista político. Director de la Revista Nueva Izquierda)
En la izquierda hay diversas estrategias políticas y tácticas. En su heterogéneo campo político se cruzan ideas y posiciones. Hay sectores que se han apartado de una estrategia independiente, atándose a mandatos de sectores del régimen. También hay quienes, desde el sectarismo, pretenden erigirse en dueños de la izquierda, con un pensamiento monolítico que divide. Nosotros, que reivindicamos las enseñanzas del leninismo y el trotskismo, queremos debatir con ambos sectores, convencidos que hace falta una tercera propuesta: forjar una gran y unitaria alternativa de toda la izquierda que supere las experiencias actuales, propuesta que hacemos enmarcada en una estrategia revolucionaria anticapitalista y socialista.
Los 100 años de la Revolución Rusa no merecen homenajes vacíos, ni marcar formalmente un almanaque, ni hacer recordatorios periodísticos. Tampoco tomar la fecha desde una posición neutral, ni menos aún hacer una superficial mención histórica para cumplir.
Para nosotros octubre del 17 es espejo de un pasado que pretendemos traer al futuro. Por ser el comienzo de la revolución socialista mundial, el hecho que marcó un antes y un después liquidando el “no se puede” y demostrando, por la vía de la realidad, que son los obreros y las mayorías populares las que mandan.
La Revolución Rusa es, también, la primera y exitosa confirmación histórica de la necesidad de organizarse políticamente, de militar, de construir un partido, una organización revolucionaria que se juegue entera echando por tierras las teorías y prácticas posibilistas y reformistas que retrasan y desvían los procesos. Y desde esa concepción abrirse paso con una estrategia hacia un sinfín de tácticas y políticas que la realidad demande. Por todo esto no es menor preguntarnos, a 100 de esta gesta maravillosa, porque caminos hoy podemos avanzar en nuestro país.
Superar el posibilismo y la dependencia ante viejas estructuras
Para muchos, incluido sectores que se reivindican izquierda, ya no es el camino. Aun reivindicando a la Revolución Rusa lo hacen como gesta del pasado, sin prácticamente nada que una esa estrategia con la política actual. Hay quienes descreen de la clase obrera, quienes no ponen el centro en la lucha de clases mientras en el terreno político abandonan la estrategia de construir una izquierda revolucionaria con peso en franjas de masas.
Así lo hicieron años atrás sectores como el viejo PC y sectores ideológicamente afines, a través de los cuales se construyó Nuevo Encuentro y otros espacios, también parte de la CTA con su conducción histórica del gremio docente, del subte y otros gremios. Hasta hoy todos ellos siguen sosteniendo a CFK y a parte del PJ dentro de Unidad Ciudadana. Alejados de un proyecto de izquierda o al menos emancipatorio-antiimperialista le dan base social a la conducción kirchnerista que gobernando dejando en pie el poder financiero, a las corporaciones extractivas, aumento la precariedad laboral y, todo esto combinado, con una corrupción de altos funcionarios de estado que fue y es inocultable, y que le brindaron en bandeja las condiciones al macrismo para ganar en 2015.
A esta equivocada posición política, desde 2015 se fueron acercando otros sectores provenientes de la izquierda, a darle apoyo a CFK y ahora en 2017 a Unidad Ciudadana en sus distintas expresiones porteñas, de Buenos Aires, Córdoba y otras provincias. Patria Grande es una de las más visibles organizaciones que dio este viraje hacia un neokirchnerismo. Aparecida años atrás atribuyéndose el ser “la izquierda independiente” hoy ha perdido toda independencia frente a una parte del PJ que comanda Unidad Ciudadana. En PG, militan honestas y honestos compañeros mientras se contiene y desarrolla un importante debate interno sobre el curso a seguir. Es buen momento para reflexionar, para cuestionar ciertos caminos que atan a esa organización a viejas y corrompidas estructuras políticas. Sobre esto también queremos aportar e intercambiar con esa militancia.
Uno de los más visibles dirigentes de PG recordaba hace unos meses en un artículo(1) que hay que recordar la política después del golpe del 55, como Cooke y otros intentaban acuerdos y la reconstrucción del peronismo hacia el campo popular, y que eso dio origen a un salto en la disputa las décadas siguientes. Sin embargo, no puede olvidarse que la izquierda peronista que llevó adelante esa política fue derrotada y dejada finalmente de lado por el propio Perón, la patria socialista nunca llegó por la vía de esa política. No fue entonces y creemos que no lo será ahora una política que ayude a superar el momento actual, porque parte del mismo error estratégico; considerar a la estructura peronista, o a parte de ella, como un fenómeno progresivo al cual hay que sumarse y aceptar su conducción, en este caso la de CFK.
Detrás de esta equivocada concepción PG busca explicar el porqué de su política que lo fue llevando cada vez más a quedar atrapado dentro de los intereses el PJ de Capital y de Provincia de Buenos Aires, lo cual entendemos es lo peor que podemos hacer desde la izquierda; atar nuestro presente y futuro político a parte de las viejas estructuras pejotistas. Está claro que algunos sectores del PJ reflejan posiciones más al centro y a derecha, y que el sector que encabeza CFK refleja ciertas posiciones más hacia la centroizquierda y contiene a su vez, como decíamos, a sectores que no son del PJ. Sin embargo, esta diferencia no hace que CFK exprese un fenómeno político progresivo. No se puede olvidar que ha sido y es parte de la estructura y estrategia de un sector burgués nacional que conduce a nuevos fracasos dentro de los marcos del sistema y el régimen político actual y no al cambio social por el cual luchamos.
La dirección de Patria Grande se equivoca y viene perdiendo una estrategia independiente, en muchas posiciones va siendo ganada por el posibilismo y la lógica de juntarnos muchos contra algo peor, lo cual puede parecer algo bueno y de sentido común, solo que el sentido común no es buen concejero en política, porque es donde muestra todos sus límites. Frente al macrismo es muy necesaria la mayor unidad de acción en la calle, en las luchas y ante reclamos sociales de diversos sectores. Pero en el terreno político no hay manera de derrotar al macrismo y generar un proceso progresivo junto a sectores del PJ y a parte de la burocracia sindical que es la misma que, cuando vamos a las calles no convoca y deja correr los ajustes. La tarea que tenemos desde la izquierda es confrontar con el proyecto de los sectores dirigentes del PJ/Unidad Ciudadana, intentar superar a esas estructuras del viejo peronismo y disputar sus bases sociales. En la perspectiva de construir algo nuevo, ayudar a desenmascarar sus falacias y oportunismos personalistas, y no darles un barniz de izquierda para facilitar su maquillaje.
Por supuesto, en una nueva alternativa unitaria y de izquierda habrá lugar para honestas/os militantes que provengan de la tradición del peronismo de izquierda, de hecho, nuestra tarea debe ser construir algo tan fuerte y visible que precisamente atraiga a estos sectores para que sean parte activa de una construcción colectiva. Lo que no hace falta, porque debilita a la izquierda y aleja las posibilidades de cambios profundos, es ir detrás de los dirigentes del PJ/Unidad Ciudadana para bancarles sus proyectos electorales y personales que no son progresivos, ni muchos menos anticapitalistas ni emancipatorios.
Además, salta a la vista que, por ese camino, tampoco se derrota al macrismo sino que se lo fortalece, como lamentablemente evidencian las recientes elecciones donde CFK y Unidad Ciudadana acaban de sufrir una fuerte derrota política. En términos electorales la polarización macrismo – kirchnerismo es funcional a Cambiemos y a Macri que la aprovechan; insistir por el camino de CFK no solamente no conduce a los cambios emancipatorios que necesitamos, sino que además es una fuente de decepción de honestxs compañerxs, que bien podrían contribuir a forjar una nueva alternativa superadora de toda esta experiencia pasada. Patria Grande tiene, a la luz de los hechos, la disyuntiva de seguir por un camino que lo va a ir debilitando sin contribuir positivamente, o frenarse y volver sobre sus pasos aportando a un nuevo y amplio proyecto de izquierda. Es su decisión. En el mismo sentido invitamos a reflexionar en común, a otras y otros compañeros que han abonado, hasta ahora, está política que necesita ser revisada.
El sectarismo es negación de la tradición marxista
El construir una amplia alternativa de izquierda que dispute franjas de masas, es la tarea más urgente que tenemos por delante frente al macrismo y demás variantes del régimen político capitalista. Lamentablemente, con distintos argumentos –excusas– algunos sectores de la izquierda se oponen a esta necesidad. Nos referimos principalmente al FIT, convertido en un obstáculo para una gran unidad de toda la izquierda, al rechazar cada propuesta de impulsar o ser parte de una unidad mayor. En el caso de las fuerzas del FIT, no hablamos de organizaciones que descrean de la Revolución Rusa y de sus enseñanzas, sino que reivindican esa gesta y dicen querer repetirlas. Sin embargo, lejos están de ayudar a ese camino.
Una honesta/o simpatizante de izquierda, fuera de todo interés mezquino se preguntará sinceramente: ¿Cómo puede ser que organizaciones de izquierda no acepten unir todo ese arco político? ¿Qué motivos hay para no hacerlo? ¿Qué motivos están por encima de la necesidad de derrotar al macrismo, a las patronales y a la burocracia sindical?
Visto desde estos interrogantes elementales, sin duda que es increíble. Negarse a unir a toda la izquierda es ajeno al interés de millones de trabajadores, de mujeres y de la juventud. Sin embargo, aunque cueste creerlo, el FIT se niega a esa unidad tan necesaria por causas políticas: el marcado sectarismo que el propio León Trotski criticaba cuando decía: “Aunque nombre a Marx en cada frase, el sectario es la negación directa del materialismo dialéctico, que siempre toma la experiencia como punto de partida para luego volver a ella. El sectario no comprende la acción y reacción dialéctica entre un programa acabado y la lucha viva -es decir, imperfecta y no acabada- de las masas” (2). Lo cual pone de manifiesto el error de aquellos que, al señalar el sectarismo del FIT, atribuyen al trotskismo ese problema. La realidad histórica es que el sectarismo de organizaciones que se reclaman trotskistas, es una deformación en relación a los postulados del viejo líder de la revolución rusa y al marxismo en general que, en muchas ocasiones, combatió las concepciones sectarias en su propio seno.
Lenin decía, polemizando con una parte de la izquierda europea después de la revolución rusa (3), que el bolchevismo se forjo contra dos grandes enemigos; el oportunismo por un lado y el izquierdismo infantil por otro. En el caso de este debate, estamos en presencia de un infantilismo de izquierda en su fase sectaria, que establece frases izquierdistas pero en los hechos favorece a las fuerzas políticas de la derecha, al negarse a conformar un gran polo unitario de toda la izquierda.
2017 nos encontró en la izquierda con dos frentes conformados, el FIT e Izquierda al Frente (MST-Nuevo MAS) quien desde su propia constitución abogó por un acuerdo con el FIT que rechazó esa posibilidad (4). Así llegamos a las elecciones del 22/10 con dos listas de izquierda enfrentadas en 13 provincias. Razón por la cual desde el MST volvimos a insistir en una propuesta unitaria (5). Una vez más, no fue posible por la negativa del FIT.
Como en otras oportunidades, el argumento sectario de PO y PTS es “tenemos profundas diferencias”. Creemos que es hora de terminar con esa falacia. Las diferencias en la izquierda existieron y existirán siempre y no pueden ser un motivo para la división. Como son muchos más los acuerdos que existen, poniéndolos en primer plano se podría alcanzar una gran unidad mientras las diferencias se pueden seguir debatiendo, sin que nadie renuncie a sus opiniones pasadas y presentes.
El problema de “las diferencias” son tan solo una excusa, una pantalla. La verdad es que el FIT rechaza la unidad por conveniencia electoral. Ha defendido estos últimos seis años un formato propio de cooperativa electoral cerrada con varias llaves, mientras se desgarran en brutales enfrentamientos sus integrantes. Los resultados del 22 de octubre, que fueron mejores que en las PASO y mantienen al FIT como un espacio nacional consolidado alrededor del millón de votos, lamentablemente no harán más que profundizar su negativa a la unidad. Mantiene algunos diputados y eso le consolida su visión cerrada y electoralista, en lugar de plantearse desde esa ubicación convocar a un gran movimiento político unitario de toda la izquierda. Verdaderamente es un rol muy equivocado que no ayuda a que la izquierda dé un salto de calidad en la disputa al régimen y al sistema. Ojalá los compañeros cambiaran esa política sectaria, pero, lamentablemente, ese cambio está muy lejos de suceder.
El otro debate clave en la izquierda, es no atarse al electoralismo. El FIT está influido por esa concepción, se lo nota en su negativa a la unidad en la lucha y en el terreno político, y trágicamente, se lo evidenció ante la aparición del cuerpo de Santiago Maldonado, cuando se transformó, el 18 de octubre, en la fuerza de izquierda que junto al kirchnerismo alentó la desmovilización ayudando a desmontar la marcha a Plaza de Mayo que hacía falta. Hecho que quedará marcado a fuego en su propia historia, como el día que el FIT capituló al régimen que dice enfrentar.
La conclusión central es que el FIT, aun manteniendo un buen espacio electoral, no es la herramienta que hace falta en la izquierda, es una experiencia que debe ser superada, porque de su sectarismo de negar la unidad y garantizar la división de la izquierda, termina cayendo en el oportunismo de fortalecer al régimen por negar la posibilidad de que, entre todos, lo enfrentemos en mejores condiciones.
La tarea política es animarse desde la unidad que hemos construido –IZQUIERDA AL FRENTE por el socialismo– a dar nuevos pasos unitarios con fuerzas de izquierda y populares que sí quieran sumarse, en base a un programa anticapitalista y socialista y un proyecto común, que debiera superar su carácter electoral para pensar un proyecto común a mediano y largo plazo. Los sectores de la izquierda social que se han ido del FIT y electoralmente hicieron flojas experiencias en Caba y Provincia de Buenos Aires, tienen en nuestra propuesta la oportunidad de jugar un rol positivo contribuyendo a un nuevo polo de la izquierda política y social con Izquierda al Frente.
Izquierda al Frente y el PSOL de Brasil
Surge evidente que, en nuestro país, las distintas variantes del trotskismo somos una realidad insoslayable. Se trata de ver si desde el seno de esta importante y genuina tradición política podemos aportar al surgimiento de algo superador en la izquierda. Cómo decíamos, la buena experiencia que estamos haciendo desde Izquierda al Frente, puede ser todavía superior, si asumimos como frente la tarea de proponerle a otras fuerzas populares y de izquierda avanzar a una unidad mayor, como parte de un proyecto común. Podría surgir una fuerza de izquierda, firme con un programa anticapitalista y socialista, plural en su composición y con un peso destacado de la política trotskista en su dirección, conteniendo y trabajando en común con otras ideas de izquierda y del movimiento popular. Sería sin duda un gran paso adelante, que nos permitiría llegar con más fuerza sobre millones de trabajadores, de mujeres y de la juventud. Ese desafío tenemos.
En este sentido está el ejemplo del PSOL de Brasil, que es una muestra de que en la izquierda se puede convivir con acuerdos y diferencias durante años, construyendo una fuerza política común, y ganar un peso y rol destacado en la política del gigante de Sudamérica. El PSOL tiene, lógicamente, puntos fuertes y débiles, aciertos y también debates a su interior. Nuestro partido el MST y también el Nuevo MAS apoyamos de una u otra forma esta experiencia. ¿Por qué entonces no impulsar un proceso similar en Argentina? De nuestra parte estamos convencidos que sí debemos hacerlo, que esta es la mejor forma de postular políticamente y fortalecer a Izquierda al Frente para el tiempo que viene. Esperamos que el Nuevo MAS tenga en Argentina una postura acorde a la que defiende en Brasil y que no caiga en posiciones cerradas que debilitarían nuestro frente en lugar de ayudar a fortalecerlo. Sobre estas propuestas, queremos debatir con quienes compartimos la construcción de Izquierda al Frente y con otras fuerzas que estén dispuestas a dialogar e impulsar esta perspectiva.
Las tareas que vienen. Estrategia y táctica
Hasta aquí hemos desarrollado nuestra visión crítica a otras concepciones del campo de la izquierda y también desplegamos nuestras opiniones y propuestas. Las cuales hay que pasar por el prisma del balance electoral del 22 de octubre que, a nuestro entender, potencian las necesidades políticas aquí planteadas.
Salta a la vista que la necesidad de enfrentar al macrismo con posibilidades de derrotarlo hacia un proyecto progresivo, es solo a través de no alimentar expectativas en experiencias pasadas y abocarse a la construcción de algo nuevo. Ni dentro de la estructura del kirchnerismo y el PJ, ni yendo detrás del sector de izquierda anclado en el sectarismo, es como lograremos cambiar la situación de manera positiva. Ha llegado la hora de poner a la izquierda en función de una nueva experiencia política, para la cual desde el MST en Izquierda al Frente vamos a contribuir con todas nuestras fuerzas. E invitamos a lxs miles de honestxs simpatizantes y militantes de izquierda y del movimiento popular a transitar juntos este desafío.
No hay mejor homenaje militante, apasionado, al servicio de pelear con más fuerzas por las enseñanzas de octubre del 17, que seguir creyendo en la revolución y pelear por ese camino. Sabemos que no es fácil y también sabemos que no es imposible. Sostenemos como tarea política estratégica el impulso de la movilización permanente en todos los terrenos de la lucha de clases y en el enfrentamiento a todas las variantes del régimen político. También la vigencia estratégica de la construcción de un partido revolucionario y la tarea política de contribuir desde la construcción de nuestro MST a la conformación de una gran alternativa amplia y plural de toda la izquierda.
Así combinamos la estratégica construcción política revolucionaria, indispensable para nuestros objetivos de fondo, con las tácticas y estrategias políticas para colocar a la izquierda como alternativa real de poder, frente a millones. Poder que no se lograra alcanzar mediante saltos electorales –que pueden jugar un rol muy positivo si se los utiliza en función de una estrategia– sino con la transformación política, económica y social en la cual creemos, que se dará sobre la base de una gran movilización obrera y popular que la sostenga en contraposición a las fuerzas del régimen y el sistema imperante.
Hacia esta estrategia y objetivos políticos, convocamos a fortalecer al MST como una tarea específica que sintetiza la necesidad política del momento, por ser la organización de izquierda con presencia nacional que plantea en forma combinada la construcción de un partido revolucionario y la mayor amplitud táctica para postular a la izquierda y al movimiento popular de conjunto. En función de desarrollar esta estrategia política imperiosa, te invitamos a seguir estos debates y a conocer y compartir nuestra construcción política colectiva, socialista y revolucionaria.
(1) Y si cerramos la grieta del campo popular (Itai Hagman, Patria Grande)
(2) Sectarismo, centrismo y la cuarta internacional. (León Trotski)
(3) El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo (Lenin)
(4) Declaración política fundacional de Izquierda al Frente
(5) Carta del MST al FIT y a toda la izquierda.