El FIT en el Congreso: Hay que desmantelar, no renovar
La nueva etapa que transitamos con el gobierno de Cambiemos combina unidad burguesa, colaboración burocrática y blindaje mediático. Se intensifican los rasgos autoritarios de la democracia de capitalistas. Se acelera la experiencia y ruptura de contingentes obreros con el peronismo. La izquierda ante una revancha histórica. El rol del FIT, regresivo. Nuestras propuestas
Hubo varios episodios reveladores de una tendencia, un patrón de conducta política. Maldonado fue una bisagra, evidente. Aunque antes hubo otros hechos de la misma sintonía. Con el caso Santiago, el PTS y el PO se negaron a impulsar una gran movilización ante la aparición del cuerpo. Militaron en Memoria, Verdad y Justicia para impedir una respuesta de calle ante la conmoción producida. Se adujo que los familiares no querían. Esto, que a posteriori se demostró falso, además es inconsistente. Podría ser una anécdota secundaria sino fuera por lo que significó en política: fuerzas de izquierda que se niegan a movilizar, especulando con la traducción en votos de la clase media a 4 días de las elecciones. Fuerte marca de adaptación a las reglas de la hegemonía capitalista. Ya en un debate anterior, este armado político había mostrado las costuras de esa asimilación democratizante en el caso de los fueros por De Vido. Allí el FIT se ubicó en el campo de la defensa de ese recurso de encubrimiento para el ex ministro responsable del Crimen de Once. Sin embargo, la sucesión no se completó ahí. Un nuevo episodio puso en superficie toda una tendencia no accidental: ante el escrache de trabajadores bancarios a Lousteau, el diputado del FIT-PTS Del Caño manifestó “no compartir lo que le pasó al diputado Lousteau”. Es decir: en línea con toda la casta, el FIT contribuye a la autopreservación institucional –la “investidura parlamentaria”– y repudia a los trabajadores que manifiestan su malhumor contra un personaje burgués. Esta conducta política se opone al uso revolucionario de las bancas socialistas. Nuestros fundamentos
Recuperando a Lenin
Ante controversias políticas, un método consiste en apelar a lo acumulado en experiencia revolucionaria, teoría. Para zanjar entonces, apelemos a Lenin: “Los parlamentos burgueses, que constituyen uno de los principales aparatos de la maquinaria gubernamental de la burguesía, no pueden ser conquistados por el proletariado en mayor medida que el estado burgués en general. La tarea del proletariado consiste en romper la maquinaria gubernamental de la burguesía” (El Partido Comunista y el Parlamentarismo, del Segundo Congreso de la IIIª Internacional, 1920). Nuestra opinión, es que la naturaleza de la democracia burguesa sigue siendo esencialmente la misma, por lo tanto, el rol socialista no se modifica en lo estratégico. Lenin fue también, obviamente, el más grande combatiente contra el infantilismo antiparlamentario. Es bueno aclararlo: no fomentamos el ultraizquierdismo, impugnamos la adaptación reformista a las instituciones capitalistas. Por eso, denunciamos una claudicación ya que lo fundamental del rol socialista frente a las instituciones burguesas es disipar las ilusiones de las masas en esos recursos de la clase propietaria, desenmascarar su rol antiobrero y no perder el horizonte: desmantelar todo ese edificio para el control social de las mayorías. Intervenir entonces en el parlamento, es definitivamente, un punto de apoyo secundario para la estrategia del poder obrero.
No es antigüedad, es esencia
Hace pocos días, en paralelo a la intervención en el Congreso de Del Caño en solidaridad con Lousteau, circuló un artículo de ese mismo partido titulado “República versus Democracia” donde sus autores dan la calificación de “antigualla” al uso político del artículo de la Constitución que dice “que el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes”. Esta caracterización de “cosa pasada de moda”, tiene una deriva en política: si el problema es que ese paradigma burgués está viejo, entonces la tarea es renovarlo. Toda una declaración de principios. Nuestro enfoque, es antagónico. Monopolizar el uso del poder político, no es una antigüedad burguesa. Es la madera de la que está hecha “su” democracia. Por eso, nuestra obsesión, que subordina todas las tácticas consiste en desmantelarla y por tanto supone utilizar cada oportunidad para debilitar el parlamento capitalista. Así, un diputado socialista debería haber dicho frente al episodio de Lousteau, por ejemplo:” Este pueblo les perdona la vida, es demasiado pacífico con ustedes que son una casta de privilegiados, corruptos y gerentes de las corporaciones. No lamentamos, ni nos solidarizamos ni con Lousteau, ni con ninguno de ustedes. Y prepárense, porque se van a multiplicar los escraches. Si no hay justicia para los de abajo, hay escrache y es totalmente legítimo”.
La intrascendencia del FIT en el parlamento – por detrás de fuerzas de centroizquierda, incluso- durante las intensas jornadas contra la reforma previsional, no solo fue producto de su reducido número: sino fundamentalmente, por su naturaleza socialdemocratizante que anula todo potencia revolucionaria. Ser el flanco izquierdo del régimen, no lo debilita, ni prepara su sustitución. Lo convalida. No sirve.
Adaptación y sectarismo: cualidades de un mismo fenómeno
El planteo que estamos haciendo sobre el rol del FIT frente a las dinámicas parlamentarias de la burguesía refleja una aguda asimilación. La categoría leninista que lo define es “oportunismo”. Adaptarse como orientación política a una institución extraña a la clase obrera y los revolucionarios, fue un rasgo típico de la IIº Internacional y de su reformismo consciente, fundamentado ideológicamente (Bernstein) y resultado de la presión objetiva del ascenso capitalista y la aristocracia obrera. En el caso del FIT, manifiesta otro carácter político que guarda relación con el obstinado sectarismo de negarse a una confluencia programática mayor con nuestro partido y otras expresiones de la izquierda argentina. En su cerrazón, exhibe un profundo escepticismo de las posibilidades de la clase –en su evolución a izquierda–, de la izquierda revolucionaria –en sus posibilidades de ser un factor de influencia política masiva– y finalmente de la disputa por el poder para los trabajadores y el pueblo pobre. Entonces: adaptación para cuidar las pocas bancas conquistadas; sectarismo, porque lo máximo para lo cual daría en esa concepción el propósito de la izquierda hoy sería aspirar a ser testimonio izquierdo del sistema capitalista y su régimen de opresión institucional. Por eso, el FIT así como está es un escollo, no un factor progresivo para la estrategia socialista.
Coordenadas por un nuevo proyecto en la izquierda
Volviendo al principio, la primera conclusión sería: luchamos por una estrategia de poder para la clase obrera. Así, todos los medios y campos de intervención política, son puntos de apoyo secundarios de esa perspectiva inamovible: desalojar a los capitalistas del poder político y confiscarle todos los resortes de la economía. Sus instituciones son eso, suyas. No de los trabajadores. Por lo tanto, aspiramos a impulsar otras, surgidas de la autoorganización y la propia experiencia revolucionarias de las masas. Sobre esa base, montar una nueva estatalidad, transitoria, para afirmar un nuevo poder de clase y aplicar medidas de ruptura con el capitalismo en transición al socialismo. Todo con dinámica internacionalista, siempre. Con esa ubicación definimos política, orientación y tácticas. Hoy es clave, en la situación nacional, plantear lo siguiente:
- La más amplia unidad de acción callejera contra el ajuste de Cambiemos, la burocracia sindical y el PJ. Y un llamado a tomar en nuestras manos la lucha contra la agenda capitalista: plenario obrero, clasista, para decidir todo.
- Programa alternativo, basado en suspender el pago de la deuda, restituir aportes patronales, gravar a los pooles, las mineras y todas las corporaciones, estatizar el sistema financiero y el comercio exterior, como punto de arranque para concentrar recursos económicos
- Garantizar derechos sociales básicos como pleno empleo con reparto de horas de trabajo, salario igual al costo de vida y blanqueo en el Estado y las empresas privadas. Igualmente, 82 % móvil del salario del trabajador en su actividad para todos los jubilados
- Libertad a todos los presos políticos, desprocesamiento y terminar con la política represiva de Cambiemos. Renuncia inmediata de Bullrich y todo su gabinete
Finalmente, es clave asumir que la aguda crisis orgánica del PJ y la burocracia sindical, ubican a la izquierda ante una oportunidad. Quedó corroborado que en las calles a Macri se le puede ganar. Nuestra propuesta es que hay que asumir esa chance histórica, uniendo en un proyecto de confluencia programática a toda la izquierda política y social. La militancia de base de las fuerzas del FIT, sus simpatizantes y votantes tienen también un rol para jugar, empujando esta convergencia necesaria y posible. Incluimos en este llamado a organizaciones de base y simpatizantes decepcionados de la experiencia del kirchnerismo. Nuestra construcción como partido, el fortalecimiento de su actividad militante en lugares de trabajo, estudio y barrios, tiene esa aspiración: ser un factor de mayor peso para unir en las calles, unir en política y aproximar un objetivo: la lucha por el poder en Argentina.