Expoagro: Radiografía neocolonial
El Banco Nación prorrogará al sector agropecuario «los vencimientos de los que están en mora», según informó Macri desde San Nicolás, donde se realizó Expoagro 2018. Durante su discurso dijo que «las retenciones son un impuesto absurdo». Además explicó que se van a habilitar líneas especiales de crédito cercanos a los 70 mil millones de pesos para el campo. El presidente les dijo a los propietarios que «no están solos, si todos tiramos juntos en equipo se puede salir adelante», al hablar en la inauguración de la feria. En la muestra, Vidal intervino en el mismo sentido y se ratificó un rumbo ya marcado desde el inicio del gobierno actual: consolidación de la matriz agro-sojera dependiente del país. Los medios informaron de manera jubilosa que la exposición de «200 mil metros cuadrados» fue visitada por lobbystas de corporaciones internacionales (chinas en especial) que proyectan compras de gran porte para el próximo período. Esta perspectiva estimula como orientación productiva de toda la burguesía argentina el rumbo transgénico-extractivo para la economía del país. Es el único plan que tienen los patrones en Argentina.
Republiqueta extractiva
Si tuviéramos que hacer un esquema del funcionamiento del capitalismo mundial hoy y explicar la ubicación del país, ese boceto simplificado tendría a China como taller barato de mercancías masivas para su mercado interno y los «emergentes» y a América Latina, como proveedor global de commodities en volumen creciente y costo a la baja. Esa dinámica de bajar costos de producción es indisociable del capitalismo en general, y en etapas de recupero de crisis, más todavía. Las dos fuentes de riqueza social son la fuerza de trabajo y la naturaleza. Esto lo explicaba categórico Marx. Para reponer márgenes de ganancia al alza, el capitalismo necesita superexplotar trabajadorxs y contar con materias primas baratas. Para bajar el costo de éstas, se incrementa el volumen. Esta lógica anodina en apariencia, es depredatoria en términos ecosociales y neocolonial en términos políticos. Más commodities supone expansión de la frontera territorial sojero-transgénica. Implica más fumigaciones y expropiación de campesinos, originarios e impacto sanitario irreversible. Lo mismo cabe para la multiplicación megaminera en el corredor andino.
Hay un plan B anticapitalista y ecosocialista
El imaginario colectivo, el sentido común dominante, lo impone la clase que manda. Así, la Argentina de la «agro-industria», la «proveedora de alimentos para 10 veces nuestra población» y otras imposturas se repiten hasta el cansancio. Se logra construir así la idea falsa de una especie de destino inexorable para nuestro país en su integración extractiva al mundo. No habría ninguna condición de zafar de esta lógica. Esa afirmación es completamente falsa.
Argentina, sus propietarios, no exportan «alimento», sino commodities. Tampoco el agronegocio garantiza crecimiento económico si por ejemplo, un parámetro es pleno empleo. Esta modalidad de producción reemplaza fuerza de trabajo humana por máquinas ya que es más rentable. Además fumiga con agrotóxicos y agota la fertilidad de la tierra. Ninguna utilidad social de mayorías. Todo ganancia privada para el 1% que domina la economía.
Por eso, nuestro planteo consiste en proponer una salida progresiva de esta matriz de producción y darle otra orientación al campo, al territorio. Un verdadero uso social democráticamente definido por la mayoría que trabaja. Así podríamos destinar en serio ese potencial a garantizar el derecho básico a una alimentación suficiente, saludable y accesible. Eso implica:
- Para que sea saludable, reemplazar los transgénicos y agrotóxicos por métodos agroecológicos de producción a gran escala.
- Para que sea suficiente, declarar el territorio de los grandes propietarios de «utilidad social» sujeto a expropiación y repoblar el campo con trabajadorxs.
- Para que sea accesible, organizar de abajo hacia arriba un circuito de distribución y comercialización directo de productores a consumidores con intervención estatal a través de mercados públicos: así se garantizaría cortar la intermediación capitalista que encarece la comida.
Obviamente, todo este plan requiere una reorientación general de la economía, con perspectiva anticapitalista, de confrontación con las corporaciones y un potente control social de lxs trabajadorxs del campo y la ciudad movilizados de forma asociada. Son algunas de las medidas que levantamos como causas sociales y políticas básicas para garantizar derechos para el 99%. Para eso militamos.