PJ intervenido: Con bandera de remate
La noticia bomba de la semana ha sido sin lugar a dudas la intervención al PJ dispuesta por la jueza Servini de Cubría. Calificada en los medios como papelón o mamarracho, no deja de ser una nueva vuelta de tuerca en la crisis histórica y estructural del peronismo y la desmentida cabal del proceso de “unidad” que se presenta como falsa alternativa para capitalizar el descontento popular con el gobierno de Macri.
Este nuevo capítulo de la bancarrota del PJ tiene ribetes que lindan con lo grotesco: la jueza electoral argumenta la intervención en la falta de democracia interna en ese partido, cuestión harto conocida en uno de los símbolos de la vieja política de nuestro país. Pero pone como interventor “democratizador” nada menos que a Luis Barrionuevo, uno de los mayores exponentes de la burocracia sindical más recalcitrante. Quien cuenta en su haber con un frondoso prontuario también en el terreno político como cuando decidió suspender una elección adversa en Catamarca impulsando la quema de las urnas.
No sorprende que el régimen capitalista apele a este tipo de soluciones, típicas de esa política arcaica que huele a naftalina, festejada por cadáveres políticos que pretenden resucitar como Eduardo Duhalde. La intervención por parte del Estado a los partidos políticos es una maniobra repudiable, antidemocrática y autoritaria. Lejos está de las prácticas democráticas que demandan los jóvenes, las mujeres y los trabajadores que buscan algo nuevo, quieren decidir y ser consultados. Pero el PJ nunca tuvo un funcionamiento democrático. Antes, decidía “el sabio dedo de Perón”. Luego siguió con un método verticalista y faccional, una verdadera guerra permanente de punteros barriales, barones municipales y caciques provinciales, donde las bases nunca deciden. Por supuesto que con la intervención de Barrionuevo, colocado a dedo por la jueza, solo puede avizorarse un camino más alejado aún de las necesidades del pueblo trabajador.
Esta intervención genera consecuencias políticas importantes. No sólo porque desplaza al ex gobernador megaminero y actual diputado Gioja, sino por la puesta al frente de un personaje revulsivo para el tan mentado “proceso de unidad”. Dos reuniones se habían sucedido en las últimas semanas proclamando la reorganización del PJ y pretendiendo generar expectativas. El 6/4, tuvo lugar la cumbre anti-K convocada por Pichetto, con los legisladores del peronismo federal, representando a los gobernadores y con dirigentes que responden a Massa y Randazzo. Por otro lado, el lunes 9/4, tuvo lugar la reunión con dirigentes nacionales del kirchnerismo como Agustín Rossi y algunos disidentes del sector de Massa. Se lanzaron desde llamados a intervenir en las PASO, hasta a la conformación de un frente antimacrista que podría sonar atractivo ante el crecimiento de la bronca contra el gobierno de Cambiemos.
Hoy la ilusión se disipa. Hay un salto en la crisis del PJ. Mientras algunos acusan al gobierno de estar detrás de la intervención y otros como Urtubey ven una oportunidad para cambiar algunas piezas de este rompecabezas a su favor, la mayoría se lamenta de este bombazo a un proyecto que viene prolongando su agonía y al que solo la falta de una alternativa unitaria de izquierda con peso de masas le ha permitido resurgir y reciclarse varias veces.
El PJ no va más. Avancemos para poner en pie la unidad de toda la izquierda que se necesita.
Guillermo Pacagnini