Aunque perdió, el Papa vuelve a la carga. La Iglesia, la gran derrotada
Ofuscado por la votación en Diputados, Bergoglio derrapó mal y comparó la ley de aborto con los nazis. Por boca de su máximo jefe mundial, la Iglesia Católica Apostólica Romana destila así todo su odio contra los derechos de género y echa más leña al fuego.
En los bloques del PRO, UCR, Coalición Cívica, Frente Renovador, PJ y FPV hubo votos a favor y en contra del aborto legal. Pero quien no tiene ninguna grieta al respecto es la Iglesia: desde el Papa hasta el “villero” padre Pepe todos niegan el derecho a decidir. Todo su aparato militó contra la ley y por eso son los grandes derrotados por la marea verde.
Enojado con Macri por “habilitar” la ley de aborto, días atrás el Papa le criticó la derogación de la ley de medios y alertó que el manejo autoritario de la comunicación lleva a “dictaduras”. Sin nombrarla, cuestionó a “una institución que calumnia, que dice falsedades, que debilita la vida democrática”. Pero la lengua va adonde la muela duele: si alguien calumnia, dice falsedades y debilita la vida democrática es justamente la Iglesia que él lidera.
¿Nazis quiénes? ¿Dictadura quiénes?
“Nazis de guante blanco”, llamó Bergoglio a quienes defendemos el aborto legal. Es una calumnia doblemente brutal. Primero, porque miente. Los nazis penalizaron el aborto para las alemanas y lo forzaron para las otras mujeres que consideraban “inferiores”. Una imposición total, lo opuesto al derecho que reconoce la ley votada. Y segundo, porque acusar de nazi a la marea verde es un insulto gravísimo que ni siquiera osaron lanzar los políticos locales más reaccionarios.
¿Acaso Bergoglio ignora que en 1933 el partido católico alemán, el Zentrum, votó a favor de darle plenos poderes a Hitler? ¿Acaso ignora que la firma del Concordato entre el Vaticano y el Reich ese mismo año le sirvió a Hitler para consolidar su poder? Más cerca en el tiempo y la geografía, ¿se olvidó Bergoglio que la cúpula de su propia Iglesia bendijo a la dictadura militar genocida? ¿Se olvidó el jesuita Bergoglio que desprotegió a los curas jesuitas Yorio y Jalic, ambos luego secuestrados, y por eso fue a juicio penal?
Cómplices de nazis, genocidios y dictaduras fueron la Iglesia y sus Papas, no los miles y miles que defendemos el derecho al aborto.
¡Basta de subsidiar enemigos!
¿Pero el Papa, sus obispos y curas no tienen derecho a opinar? Claro que sí. Pero sus aprietes directos a diputados, con tedeums en donde los denuncian, es ir bastante más allá que “opinar”: es una injerencia descarada en la vida política y pública del país.
Sin embargo, eso no es lo peor. Lo peor de todo es que la Iglesia se sostiene con los impuestos que pagamos todos y todas. En base a “leyes” de la dictadura, de esa misma dictadura de la que Bergoglio fue cómplice, de los fondos del Estado salen los subsidios de más de $ 32.000 millones por año para bancar los sueldos y las jubilaciones de obispos y curas, las becas de los seminaristas, además de los colegios católicos (y de otras religiones).
Cada persona tiene derecho a creer en lo que quiera. No es nuestro caso, porque somos ateos y ateas. Pero acá lo imprescindible es separar cuanto antes a la Iglesia del Estado, terminar con sus privilegios y anular todos los subsidios públicos que recibe. ¡Estado laico! ¡Quien quiera un cura que se lo pague!
Derrotar la ofensiva clerical
En la historia nacional, desde que en 1884 se votó la ley de educación pública laica y en 1888 la ley de creación del Registro Civil, ambas con oposición de la Iglesia, a ésta no le fue nada bien en su cruzada contra las leyes que consagran derechos de género.
No pudo impedir las leyes de divorcio vincular, igualdad de los hijos intra- y extramatrimoniales, patria potestad compartida, salud reproductiva, fertilización asistida, matrimonio igualitario, identidad de género. Y si bien logró desdibujar sus contenidos, tampoco pudo evitar que se apruebe la Ley de Educación Sexual Integral. O sea, no pegó una.
Afuera tampoco le va muy bien al Papa con su campaña misógina y homofóbica. Ya en 2016 fue derrotado en Polonia, país muy católico, cuando las mujeres con un gran paro frenaron el recorte a su derecho al aborto. En mayo sufrió otro revés en la también muy católica Irlanda, con el rotundo triunfo del sí en el plebiscito por el aborto. Y el 14J tuvo esta nueva derrota aquí, su país natal. Pero ahora vuelve con los tapones de punta contra la sanción definitiva del aborto legal.
Como bien lo reconoce una nota periodística, “El Papa siguió día a día y hasta el final el conteo de votos. Con la apelación a los crímenes nazis ha decidido jugar mucho más fuerte ahora sobre el Senado.”
Así, por más escuálidas que sean las marchas “pro-vida”, no tenemos que dejarnos llevar por ningún facilismo. Habrá nuevas movidas del aparato escolar de la Iglesia, presiones de toda índole y telefonazos directos del Vaticano a cada senador. Para que el derecho al aborto sea ley definitiva, entonces, derrotar esa ofensiva oscurantista es la tarea de la hora.
Pablo Vasco