Deuda externa: La mitología de los que mandan
El acuerdo con el FMI reactiva debates sobre la deuda. La política tradicional, los burócratas sindicales y las empresas mediáticas operan como plataformas de difusión de falsedades para encubrir los mecanismos de expoliación económica y dominación política que supone el pago de la deuda. Esta nota busca contribuir a una comprensión marxista del asunto.
Los temas vinculados a la economía capitalista, su análisis y explicación son un campo de disputa política, ideológica. Cuando el sistema navega cierta relativa estabilidad, la atención de las masas no repara en los temas económicos. Pero cuando las crisis se precipitan, la gravitación social de esas cuestiones concita el interés del pueblo trabajador.
Por eso la burguesía trata de dificultar su comprensión con un vocabulario técnico de oscurecimiento planificado. La deuda externa es uno de los temas que entra en ese rubro de “sólo para especialistas”. Enorme impostura. El capitalismo usa la fuerza laboral para producir ganancia de la que se apropian los patrones, pero también usa su dominación institucional del Estado, los grandes medios y otros resortes para fabricar “sentido común”, visión interesada y clasista (burguesa) de las cosas. La lucha revolucionaria para contribuir a la conciencia social arranca de desmantelar todas estas mentiras de clase.
“La deuda es una carga, pero hay que pagarla como toda deuda”
Se podría completar esta afirmación diciendo que “en todo caso habrá que juzgar a los gobiernos que tomaron esa deuda como malos administradores, pero las deudas se pagan”. Esta es de las falsedades más pesadas. La deuda externa argentina, que hoy ronda los 350.000 millones de dólares, se construyó ilegalmente y opera desde la dictadura genocida para acá como un recurso de sometimiento político inducido, no accidental. Vale decir: las deudas legales y legítimas en todo caso, si se puede, hay que pagarlas. Pero la deuda externa no tiene nada que ver con esas características. El periodista peronista Alejandro Olmos investigó durante 20 años la naturaleza de la deuda. Denunció al Estado por fraude al país y aportó una montaña de pruebas:
- La deuda es ilegal porque, por ejemplo, no tiene asientos contables. O sea: la deuda que dejó la dictadura no está registrada en ningún lugar. En 1983 Alfonsín, con apoyo del PJ, convalidó ese fraude convocando a todo particular damnificado por el Estado a que se presente como acreedor y se le reconocería su deuda. Increíble, pero cierto.
- Está probado en la “causa Olmos” que la dictadura utilizó empresas estatales como YPF para tomar préstamos que esas empresas no necesitaban, sólo para quebrarlas, endeudar al país y después privatizar. Un robo.
- En 1981, el Banco Central bajo la presidencia de Cavallo estatizó la deuda de capitalistas privados. Es decir: socializó las deudas de grandes patronales y las cargó sobre todo el pueblo.
Dos últimas cuestiones, del orden de “lo legal”: el derecho burgués tiene jurisprudencia respecto de lo que se denominan deudas odiosas, que son las contraídas por gobiernos no elegidos democráticamente. Según esa doctrina, los pueblos no deben pagar esas deudas. Los yanquis invocaron ese principio después de voltear a Hussein en Irak y desconocer sus deudas. La deuda argentina es herencia de los genocidas. Ergo, ¿no es odiosa entonces? En el 2000 el juez Jorge Ballestero, un juez del sistema, dictaminó en la “causa Olmos” que la deuda es “ilegítima, fraudulenta e inmoral” y recomendó no pagar. Sobran razones legales para no pagar.
“Los países más potentes del mundo pagan sus deudas y se desarrollaron así”
- Otra falsedad histórica rebatible. En realidad, los países que experimentaron progreso social se desarrollaron sobre la base de rechazar el pago de deudas de regímenes anteriores:
- En 1776 la burguesía independentista yanqui desconoció el pago de la deuda a Inglaterra. Dispuso de esos recursos para el desarrollo independiente del país.
- Los bolcheviques, en 1917, desconocieron la deuda de los zares y destinaron todas las divisas al proyecto de salvataje nacional de obreros y campesinos.
- Las revoluciones cubana y china también desconocieron las deudas de los regímenes que desplazaron.
- Más cerca en el tiempo, Nixon, presidente de los EE.UU., en 1970 declaró la inconvertibilidad del dólar y suspendió los pagos de deuda.
- Correa, presidente de Ecuador, auditó de forma independiente su deuda y pagó solo una parte. El país creció a niveles récord.
- Y un ejemplo mayúsculo, nuestro: el Argentinazo de 2001 impuso el no pago de la deuda externa. Esa realidad favoreció el rebote de la economía bajo el gobierno de Néstor Kirchner y cierta reactivación.
Vale decir: todos los gobiernos que pagan sus deudas con ajuste quiebran a los pueblos. Progresan, como lo corrobora la historia, los países que desconocen las deudas del sometimiento imperialista.
“Si no pagamos nos quedamos sin recursos, nos aislamos y es peor todavía”
Esta afirmación es toda una desvergüenza. La fuga de divisas y la especulación con el mecanismo del carry trade privaron al país, en lo que va de 2018, de unos 20 mil millones de dólares. El acuerdo firmado con el FMI exige un recorte de casi 600 mil millones de pesos en tres años. Entonces, la falta de recursos es la consecuencia de pagar deuda, no de desconocerla. Por otra parte, el presunto aislamiento es relativo: la posición de fuerza de un país, su firmeza soberana, define los términos de intercambio con otros países.
En concreto: en el marco de la inestabilidad capitalista actual, con el nivel de roces existentes, hay muchos intersticios para comercializar. El terrorismo mediático del “aislamiento” es inconsistente. Hoy estamos integrados al mundo, pero como eslabón sometido. Y no nos estaría yendo muy bien.
Una campaña que diga chau FMI, deuda y Macri
Nuestra visión del tema deuda es clara: para financiar los derechos sociales más elementales es inexorable dejar de bancar a la usura internacional. Elegimos no financiar con reservas a los fugadores de dólares y no recortar 200 mil millones de pesos (equivalentes a 2,5 presupuestos de educación y 3,5 de salud). Elegimos suspender el pago de intereses de deuda este año y financiar, por ejemplo, la construcción de 500 mil viviendas populares y dar trabajo a casi dos millones de personas, provocando un shock enorme de reactivación. O elegimos duplicar los presupuestos de salud, educación, ciencia y tecnología, fortaleciendo de conjunto áreas estratégicas de desarrollo.
Proponemos incluso, ante el confusionismo que generan las empresas mediáticas y los partidos tradicionales, democratizar y transparentar el debate: comisión auditora independiente de la deuda, de su origen y naturaleza, integrada por personalidades reconocidas e inobjetables. Mientras tanto, se suspende todo pago y se utilizan los fondos para el destino antedicho. Se puede incluso convocar a una consulta popular de carácter vinculante, una vez completada la auditoría independiente y con toda la información pública disponible.
En resumen: sin duda la deuda externa y eterna es una estafa, un mecanismo de estrangulamiento económico, pero tampoco tenemos dudas de que nuestro pueblo, si cuenta con toda la información y el impacto positivo del no pago, difícilmente haya gobierno que lo convenza de “hacer un nuevo esfuerzo” y pagar.
Finalmente, proponemos construir un enorme movimiento por el no pago, movilizar a escala continental con el mismo sentido, rechazar la injerencia del FMI y la realización de la reunión del G20 en Argentina. En esto, los socialistas del MST tenemos que ser la vanguardia militante de la izquierda.
Mariano Rosa