La nueva ofensiva de Israel
El 29 de julio fue liberada Ahed Tamimi, la adolescente palestina que le propinó una cachetada a un soldado israelí en un video que se viralizó en las redes sociales. Su familia y vecinos del pueblo cisjordano de Nabi Saleh celebraron y reafirmaron su compromiso con la lucha por una Palestina libre, como hicimos millones más desde lejos.
La liberación de Ahed, después de pasar ocho meses en una prisión israelí, demuestra la tenacidad de la resistencia palestina ante la ofensiva militar y política del Estado de Israel. Las fuerzas sionistas han matado más de 150 palestinos en Gaza en lo que va del año, disparando con francotiradores a manifestantes desarmados y lanzando tres ataques aéreos sólo en las últimas dos semanas.
Mientras tanto, el 19 de julio, el Knesset (parlamento israelí) aprobó la nefasta y repudiada ley de “Estado-nación” que define a Israel como el “Estado nacional del pueblo judío”, reservando el derecho a la autodeterminación exclusivamente a los judíos. La ley también establece al hebreo como única lengua oficial (antes el árabe también lo era), define “de interés nacional” a los asentamientos ilegales de comunidades exclusivamente judías y confirma a la ciudad de Jerusalén como capital de Israel.
La ley oficializa el estatus de segunda clase que ya padecen los árabes israelíes -el 20% de la población de Israel y más de la mitad de los habitantes incluyendo los territorios ocupados- e institucionaliza su discriminación. El autor de la ley, Avi Dichter, se encargó de aclarar cualquier duda: “Hemos aprobado esta ley fundamental para impedir la mínima voluntad o tentativa de transformar el Estado de Israel en una nación para todos sus ciudadanos”.
Israel se ha oficializado como Estado racista de apartheid, despejando toda ilusión de su supuesta democracia, generando controversia incluso entre muchos sionistas en Israel e internacionalmente.
Esta ley no es un rayo en cielo despejado. En los últimos dos años, la derecha israelí ha dado nuevo impulso a la construcción de asentamientos, destruido varias aldeas de baduinos palestinos, expandido su ocupación de Israel, intensificado su sitio de Gaza e iniciado un proyecto para cerrar todas las instituciones de educación superior palestinas. El reconocimiento de Trump a Jeruselén como capital de Israel a fines del año pasado, contra todos los tratados internacionales que garantizaban que la ciudad de los sitios sagrados de tres religiones se mantendría compartida, fue el hecho inmediatamente precedente de la aprobación de la ley “Estado-nación”.
Pero la resistencia palestina también se ha reanimado en el último período. En el primer viernes de la Gran Marcha del Retorno, más de 30.000 palestinos de Gaza marcharon hacia la frontera con Israel, intentando ejercer su derecho a volver a los pueblos de los que sus familias fueron expulsadas en 1948. A pesar de que los francotiradores y el fuego de artillería pesada se llevan vidas en cada ocasión, los palestinos llevan 18 semanas repitiendo la movilización cada viernes.
Su obstinada resistencia alienta al movimiento internacional -del cuál orgullosamente somos parte- por una Palestina libre, laica y no racista. Con ese norte estamos llamados a intensificar la campaña internacional de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra el Estado de Israel que impulsamos desde el MST y Anticapitalistas en Red, junto a numerosas otras organizaciones en el mundo.
Federico Moreno