Debates en la izquierda. El PTS en su laberinto
El Partido de los Trabajadores Socialistas que a nivel nacional lideran Nicolás Del Caño y Myriam Bregman es uno de los socios principales que componen el FIT. En el último tiempo viene perdiendo su inserción en la vanguardia obrera, estudiantil y feminista, a la vez que da muestras de un creciente electoralismo democratizante. Razones y perspectivas de un curso incierto.
Hacemos este debate político con el PTS, uno de los partidos de la izquierda trotskista argentina con actividad a nivel nacional. No obstante, y precisamente por el peso relativo que había alcanzado, se vuelve más notorio su retroceso estructural en muchos ámbitos. Esto va de la mano de un rumbo político que cuestionamos por su adaptación oportunista a la democracia burguesa.
El clasismo como excusa sectaria
Ya perdido hace rato su antiguo rol dirigente en Zanón y el Sindicato Ceramista de Neuquén, las políticas sectarias del PTS en la clase trabajadora permiten ver su repliegue. Su línea en conflictos difíciles, como el de Pepsico, no fueron en busca de ampliar la solidaridad y exigir a las conducciones sindicales que apoyen sino de cerrar puertas y por ende terminar en derrotas. Es que lamentablemente el PTS no ordena su acción por ganar las luchas sino por utilizarlas para visibilizar a sus figuras electorales. Así, a mucho activismo que se vinculó al PTS lo dejó aislado y quedó afuera de las estructuras obreras.
Un párrafo aparte merece su negativa a integrar polos antiburocráticos que son un avance significativo, como el Plenario Sindical Combativo que desde junio pasado hemos constituido el MST, el PO, Izquierda Socialista y otras agrupaciones.
El argumento infantil del PTS y su Movimiento de Agrupaciones Clasistas (MAC) es que una nueva dirección sindical nunca se puede conformar sino con el clasismo puro y duro. Por eso limita su intervención en el movimiento obrero a la unidad de acción circunstancial. En realidad no se integra al Plenario para no dejar en evidencia que casi no le queda ninguna representación sindical relevante. En los hechos, su divisionismo congénito termina beneficiando a la vieja burocracia traidora y pro-burguesa.
Autobombo estudiantil
La presencia universitaria del PTS aparece estancada y con peso decreciente en las conducciones de centros de estudiantes y federaciones. Su veto permanente al MST en los frentes le hace el juego a la burocracia estudiantil. Y el último ejemplo de su línea autorreferencial ha sido la elección del Centro de Estudiantes de Medicina (UBA), en donde el PTS se negó -como el Nuevo MAS- a integrar la Lista 8, la unidad amplia de izquierda con la cual barrimos de la conducción a Nuevo Espacio-Cambiemos. Otro divisionismo y van…
Es más: durante el conflicto universitario, en lugar de plantear propuestas concretas para desarrollar la movilización, sólo alentó acciones mediáticas en busca de autopromocionar a sus candidatos electorales. Para colmo, en Filosofía y Letras (UBA), en donde conducen el centro estudiantil, junto al PO propusieron ¡levantar la toma! Una moción capituladora a las autoridades universitarias, que fue derrotada en asamblea por nuestra corriente junto al activismo independiente.
Pan y Rosas, en retroceso
En cuanto a la agrupación nacional de mujeres del PTS, decrece su lugar en las luchas y eventos feministas. El error político de minimizar la magnitud y las características altamente progresivas de la nueva ola feminista internacional ha llevado a PyR a jugar un rol testimonial y a no disputar la dirección del movimiento. En el trotskismo, errar en la caracterización es sinónimo de errar luego en la política y la orientación.
Así pasó durante todo el combate por la ley de aborto. Mientras Bregman mentía diciendo ser «el único partido que tiene el derecho al aborto en su plataforma», el PTS aportó muy escasa o hasta nula presencia en los martes verdes, los pañuelazos y las jornadas de movilización en Congreso. Además, frente a la estrategia institucionalista de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto no hizo propuestas alternativas. Abstencionismo por partida doble.
Incluso siendo Pan y Rosas un agrupamiento internacional, tampoco se jugaron a motorizar pañuelazos ante las embajadas argentinas el 8A como sí lo hicimos desde Juntas y a la Izquierda y nuestra corriente internacional Anticapitalistas en Red. El próximo Encuentro Nacional de Mujeres, en Trelew, seguramente va a corroborar este marcado retroceso de Pan y Rosas.
Antimperialismo de papel
El pacto entre Macri y el FMI reactivó el sano sentimiento antiimperialista que existe en muy amplias franjas del pueblo trabajador y la juventud, que por suerte va bastante más allá de los espacios de izquierda. Pero a diferencia nuestra, el PTS, igual que el PO, no participó de las movilizaciones unitarias realizadas contra dicho pacto y contra la visita de Christine Lagarde en julio ni de otras acciones en común en el interior del país. Y hasta ahora tampoco forman parte de las acciones conjuntas que se preparan contra la reunión del G20.
Eso sí: como disponen de dinero por sus bancas parlamentarias, pegaron vistosos afiches contra el FMI en Buenos Aires y otras ciudades. Pero socialismo revolucionario sin antiimperialismo militante, en las calles, es propagandismo… en este caso, apenas de papel.
Otro tanto cabe decir de la ausencia de campañas internacionalistas del PTS, ni siquiera en solidaridad con procesos destacados como la lucha independentista de Cataluña contra la monarquía española o la movilización del pueblo de Nicaragua contra la dictadura de Ortega-Murillo.
Constituyente sí, fuera Macri-FMI no
Este es un debate político de primer orden en la izquierda y en todo el activismo. El PTS sostiene abajo el ajuste y como salida propone una asamblea constituyente libre y soberana. La contradicción es que en el programa transicional que debe levantar toda corriente que se reclame trotskista hay una ausencia intermedia muy notoria: el PTS no propone abajo Macri y el FMI, que Macri y el FMI se vayan, chau Macri o cualquier otra consigna similar que exprese la necesidad de echar cuanto antes al gobierno macrista y al Fondo.
¿Cómo sería esa articulación de tareas tan inédita? ¿Derrotamos el plan de ajuste, pero habría elecciones a constituyente con Macri en la Rosada? ¿O quizás es que por miedo a perder votos el PTS objetivamente también aspira a llegar «en orden» a las elecciones de octubre del 2019?
Electoralismo y adaptación al régimen
Esta constante en todos los planos de intervención del PTS no es casual, sino que revela una desviación política más integral y de fondo: un rumbo electoralista y propagandista, cada vez más alejado de las necesidades reales de la vanguardia y el movimiento de masas.
Ya cuando apareció el cuerpo sin vida de Santiago Maldonado, a pocos días de la elección de octubre pasado, el PTS sentó el pésimo precedente de llamar a no movilizar, igual que Macri, el FPV y todo el régimen. Por ese mismo cálculo electoralista, en su momento también se negaron a que el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia le reclamara un acto conjunto al espacio de derechos humanos ligado al kirchnerismo, lo cual hubiera potenciado la movilización. Del Caño criticó un legítimo escrache de trabajadores bancarios a Martín Lousteau, en una errónea defensa de la casta política.
Y lo peor: ante la agudización de la crisis capitalista el PTS se sigue oponiendo de plano a unir a toda la izquierda en un único frente político, cuando podría encabezar dicha unidad. ¿Será que hay un peligroso acostumbramiento a cuidar su pequeño bloque parlamentario en vez de asumir el desafío de construir una alternativa política para los millones que se alejan de las variantes del sistema?
Invitamos a la militancia del PTS, con quienes a menudo nos cruzamos en las luchas, a reflexionar con sentido crítico respecto de estos cuestionamientos a la conducción de su partido.
Pablo Vasco