Marginalidad social y violencia patriarcal. Sheila, otra víctima del sistema
Días atrás el trágico asesinato de Sheila, una niña de apenas diez años, ocurrido en un barrio del municipio bonaerense de San Miguel, horrorizó al país entero. Este crimen no tiene las características de un femicidio más, sino que a nuestro modo de ver fue el producto atroz de una combinación siniestra de marginalidad social y violencia machista, es decir de las consecuencias directas del sistema capitalista y patriarcal.
Trujui es uno de las barriadas más castigadas, ubicada en los partidos de San Miguel y de Moreno, en el tercer cordón del conurbano bonaerense, cruzada por la pobreza, la miseria y la marginalidad. En el 2006, por ejemplo, allí se inició una ola de saqueos.
El Barrio Trujui es una sumatoria de casas muy precarias, familias hacinadas que viven de planes sociales y trabajos precarizados, necesidades básicas insatisfechas, perros vagabundos, basura. Las familias viven atravesadas por una violencia constante, empujadas a veces al narcotráfico y a la prostitución, problemáticas arraigadas ante las cuales las fuerzas policiales mantienen una inacción cómplice.
Sheila era alumna de un cuarto grado de la Escuela Nº 18, una primaria pública. Como su mamá está acusada por narcomenudeo, vivía con su papá en un predio rodeado de muros, ocupado desde hace tiempo por inmigrantes de origen paraguayo en su mayoría, en donde poco y nada se sabía de lo que pasaba ahí adentro.
La gente del barrio rumorea la existencia habitual de dramas sociales como el tráfico de drogas, la trata de mayores y de niñxs para explotación sexual, la filmación y venta de pornografía e incluso casos que también rozan la barbarie, como la organización de riñas entre menores por apuestas de dinero.
Los tíos de Sheila, Fabián González Rojas y Leonela Ayala, que la retuvieron entre alcohol y drogas, aparecen como autores directos del asesinato. Según vecinos, él abusó hace un año de su hijastra. Si hubiera sido denunciado, quizás Sheila estaría con vida.
El Estado, ausente sin aviso
Mientras en las afueras del lugar los familiares y vecinos de Sheila desde el mismo domingo 14 pedían por su aparición a través de marchas y cortes de calles, exigiendo desesperadamente una acción más efectiva, la menor fue buscada durante cuatro días por policías y perros de la Federal. Por la presión de la gente intervinieron también bomberos y buzos, luego la búsqueda se centró en el predio y finalmente el jueves 18 encontraron su cadáver entre dos paredones en medio de cajas y trapos, estrangulada con un lazo, desnuda y con signos de abuso sexual. La ineficiencia oficial generó bronca entre los vecinos y hubo incidentes con la policía.
Es que como siempre pasa en los barrios más humildes, la policía se caracteriza por su rol de partícipe y/o cómplice de zonas liberadas al tráfico de drogas, la trata y otros delitos económicamente organizados, cuyas redes no podrían funcionar ni un solo minuto sin la acción o la omisión del poder policial, judicial y político. Pero esta no es la única “ausencia” estatal e institucional: en lugar de garantizar empleo y salario digno, vivienda, educación, salud, asistencia e inclusión social para los sectores más vulnerables, el Estado incumple sus responsabilidades y los abandona en la indigencia y la violencia.
Esa marginalidad estructural que es hija indiscutida del capitalismo, sumada a la violencia de género que desprecia, manosea y abusa de los cuerpos femeninos, esta vez se llevaron puesta de manera aberrante la vida del eslabón más débil de la cadena, el más fácil de vulnerar: una niña pequeña, que fue usada y luego tirada como si se tratara de un objeto descartable. Por eso, más allá de los circunstanciales autores, afirmamos que Sheila es otra víctima de este sistema inhumano que es al mismo tiempo capitalista y patriarcal.
Justicia por Sheila
Una vez encontrado el cuerpo la movilización popular continuó, ahora alzando el grito de justicia. El viernes 19 a las 18 se convocó a una marcha de familiares y organizaciones de mujeres. A instancias de la conducción del Suteba General Sarmiento, tres horas antes un grupo pequeño de vecinos se concentró junto al padre y la madre de Sheila.
Poco después de las 18 horas, desde el predio de los paraguayos hasta el centro comercial de la Avenida Mitre, a unas diez cuadras, y luego a la comisaría local, centenares de personas nos movilizamos para reclamar el total esclarecimiento del asesinato y justicia por Sheila. Acompañando la lucha de familiares y vecinos, con mucho dolor y bronca, junto a nuestra referente nacional Vilma Ripoll al frente allí nos hicimos presentes compañeras y compañeros de Juntas y a la Izquierda y del MST.
Respuestas urgentes y de fondo
A la vez que exigimos justicia por Sheila y castigo a sus asesinos, en Trujui y en todos los barrios similares hace falta como emergencia una intervención de trabajadorxs sociales -con participación vecinal- a fin de detectar las carencias populares más urgentes y dar debida respuesta a las mismas mediante políticas públicas de contención e inclusión.
La otra necesidad inmediata que salta a la vista es la de la aplicación concreta de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral, tan cuestionada hoy por los sectores anti-derechos de toda especie, con presupuesto suficiente y capacitación docente en servicio, lo cual permitiría prevenir los casos de acoso y abuso sexual. El 80% de dichos casos es intrafamiliar en todas las clases sociales y de allí la trascendencia de educar desde temprana edad en hábitos de respeto, cuidado, autocuidado y alertas.
Por otra parte, la Ley 26.485 para combatir la violencia de género también requiere de un presupuesto real para no volverse papel mojado. De nada sirve que los gobiernos cacareen contra la violencia machista y los femicidios si después no ponen la plata que hace falta para hacer campañas de prevención, abrir casas-refugio transitorias, brindar asistencia jurídica y psicológica gratuita a las mujeres víctimas y sus hijxs, también subsidios de reinserción habitacional y laboral así como tobilleras electrónicas para sustituir a los inútiles botones anti-pánico en los casos de restricciones perimetrales.
Más a mediano plazo, es necesario tomar medidas para democratizar la justicia y la seguridad e incluir una genuina perspectiva de género, con la elección de jueces, fiscales y comisarios por voto popular entre otras medidas de fondo, para que ese control social obligue a esas instituciones a rendirles cuentas de su accionar a las vecinas y vecinos del barrio, y no al poder de turno como sucede ahora.
Pero en estas condiciones de desigualdad y desintegración social creciente, en Trujui y tantos otros barrios del país no estamos a salvo de que ocurran nuevos casos terribles como el de Sheila. Por eso como estrategia necesitamos ir por un plan económico opuesto al actual, que vaya en beneficio de las mayorías populares y con un plan de shock de inclusión juvenil, así como también luchar por un gobierno del pueblo trabajador, única forma de erradicar la causa profunda de todas las violencias: este maldito sistema capitalista y patriarcal.
Lorena, docente del Barrio Trujui