Contra Macri y el FMI. Por un proyecto independiente del PJ y la Iglesia
El aceleramiento de los debates y movimientos políticos en el país es más que evidente. Al compás de la crisis económica y social que vienen generando el gobierno de Macri y el FMI, y que provoca un salto en el descontento social contra el macrismo, diversas fuerzas políticas anticipan algunos movimientos y se replantean cómo intervenir para intentar aparecer como alternativa al oficialismo.
Como parte de estos movimientos ya se había producido el mes pasado la ruptura de Libres del Sur, hoy organizado en dos sectores; uno más afín a un armado junto al kirchnerismo y otro enfocado hacia un armado con Stolbizer, el PS, el massismo y parte del PJ no-K. Este movimiento de ruptura, colateralmente, hizo implosionar a En Marcha.
Como parte del mismo proceso de realineamientos preelectorales ahora llegó la fundación en Mar del Plata del “Frente Patria Grande” conducido por Juan Grabois, referente del Vaticano al interior de los movimientos sociales de la CTEP, y acompañado por los dos sectores de la dividida Patria Grande, por La Dignidad y el agrupamiento de Cecilia Merchán. El lanzamiento de este nuevo frente, como ya se venía anunciando, se dio en un marco de fuerte apoyo a CFK. En realidad con un salto más claro hacia ella, ya que no es tan sólo un sector popular que apuesta a estar dentro de una gran interna con el peronismo, sino que directamente levanta como propia la candidatura de CFK.
El contexto regional de estos movimientos, además de la existencia de Macri en Argentina, lo da ahora el fenómeno Bolsonaro, que es tomado por estos y otros sectores como un ejemplo de que hay que juntarse de cualquier forma para frenar a la derecha. Y más allá de que lógicamente tenemos que tomar las calles y hacer los mayores esfuerzos unitarios para frenar al tándem Bolsonaro-Macri, se requiere una reflexión profunda y crítica sobre de qué manera hacerlo y al servicio de qué proyecto político.
Sobre esto queremos aportar algunos debates, con una visión muy crítica del proyecto de Grabois y compañía, que lejos de significar nuevas ideas reflejan viejas concepciones de sumisión a anquilosados aparatos del sistema capitalista y patriarcal.
La ineficacia para frenar a la derecha
Un tema no menor, que los ideólogos de esta política pasan por alto, es que precisamente por el camino que nos ofrecen no se viene llegando a derrotar a las derechas, sino todo lo contrario. Hoy de nuevo escuchamos la propuesta de unirnos con el PJ para sacar a Macri, olvidando que Macri llegó derrotando al PJ que venía de años en el gobierno. Un proceso similar se dio en Brasil: el PT intentó el último período ser la alternativa al gobierno ilegítimo de Temer, pero la aparición de Bolsonaro refleja que millones ya no le creen al PT y se sintieron decepcionados con sus gobiernos.
En los hechos no han sido, ni el peronismo acá ni el PT en Brasil, las herramientas para frenar a las derechas, sino las que permitieron con su ajuste y corrupción como gobierno que emerjan estas variantes repudiables de Bolsonaro y Macri. Y ahora se nos ofrece aquí volver al PJ, como si nada hubiera pasado. Cómo si fuera una garantía frente a un proyecto derechista que llegó aprovechando el descontento con el gobierno anterior. Repetir el mismo camino no parece ser lo más indicado.
Independencia de los viejos partidos
El balance de los gobiernos llamados progresistas es notoriamente negativo, de ahí que no vemos esa opción como viable ni progresiva. Por eso existe una divisoria de aguas en la izquierda y el movimiento popular: ¿es necesario o no ser independientes de los viejos partidos?
Nosotros creemos que sí. Que toda alternativa que parta de estar atada a las estructuras políticas del régimen, a quienes no han querido enfrentar seriamente los poderes corporativos y capitalistas, está condenada a un nuevo fracaso. Primero, porque no está claro que sirva para derrotar al macrismo, y segundo porque aun si lo hiciera, sería para un modelo económico diferente pero también desigual y corrompido dentro de los marcos del régimen y el sistema. Para, a la larga, volver a decepcionar a millones.
Hay quienes dicen que este nuevo frente apoya a CFK y no al viejo PJ, pero la realidad no es así. Apoyar a CFK es apoyar su política que es la unidad de todo el PJ, como ella lo dice en todos lados. Por esa razón, ni bien terminó su acto de lanzamiento, Grabois tuvo que declarar que no tiene ningún problema en juntarse con Urtubey y con Massa. Cumple así con la línea oficial del kirchnerismo, que no es otra que juntarse con todos aquellos que vienen garantizando la gobernabilidad del macrismo y ajustando desde sus propias gobernaciones.
El otro tema crucial lo muestra la notoria relación de Grabois con el Papa y con la Iglesia de conjunto, lo cual conlleva una pregunta esencial: ¿es posible construir un proyecto progresivo conducido por un vocero directo del Vaticano? Lógicamente no. Como en toda la historia, la Iglesia representa lo peor de las posturas políticas, anticientíficas y retrógradas. Se ve en su negativa al aborto legal, en sus ataques a los derechos sexuales de distintos sectores, en su repugnante y extendida pedofilia, en sus riquezas enormes al amparo y complicidad del Estado.
Ninguna alternativa es positiva si no tiene entre sus propuestas principales la separación de la Iglesia del Estado; la anulación de todos sus subsidios; el aborto legal, seguro y gratuito, y los derechos integrales de la disidencia. Y por más que el clero cada tanto hable de la “pobreza” como tibia crítica al gobierno de Macri, ninguna de estas causas fundamentales serán emblemas ni luchas del nuevo Frente Patria Grande, porque su liderazgo político privilegia su relación con el Vaticano y sus castas anti-derechos.
La inviabilidad de un feminismo papal
Ligado a este último debate merecen también una reflexión muy crítica las fuerzas que hacen parte del Frente Patria Grande y que simulan darle un carácter feminista al mismo. Algunas, como los dos sectores de la ex Patria Grande, hablan de feminismo popular desde el nuevo armado de Grabois. Pero es una contradicción e incoherencia en sí misma. Como bien dice la reciente declaración del Colectivo Ni Una Menos: “El Papa Francisco y toda la estructura androcentrada de la Iglesia Católica nos quiere sumisas y reproductoras de sumisión, nos quiere detrás de las cuatro paredes, nos quiere pariendo a destajo y sosteniendo al hombre. ¿Por qué entonces tantas feministas se suben a la procesión que lidera Grabois y que a su vez sigue, como en twitter, a la cabeza de la Iglesia católica que, aunque dispara sus dardos verbales contra los feminismos sigue protegiendo a los abusadores sexuales seriales que son los curas en seminarios, Iglesias y escuelas católicas?”
No hay feminismo real en una alternativa política que no coloque al aborto legal como una de sus prioridades políticas, ni que se plante frente al patriarcado de conjunto y frente al sistema capitalista que lo sustenta, ni que luche por la eliminación de todos los subsidios a la Iglesia, sus curas y sus colegios. Se es feminista anticapitalista y anticlerical o se termina equivocadamente siendo partícipe de armados electorales conducidos por las ideologías regresivas de la Iglesia responsable del aborto clandestino y las muertes evitables. No hay punto medio: se está del lado de la ola feminista y disidente por el derecho a decidir o del lado del Vaticano y su postura anti-derechos.
Dos caminos distintos
Por todas estas cosas, decimos que en el marco de seguir motorizando la mayor unidad en las calles contra el macrismo y el FMI, se impone precisar algunos ejes esenciales, parámetros políticos que delinean los contornos de la alternativa necesaria. En lugar de abonar otra vez a un proyecto atado al PJ en sus diferentes alas, invitamos a las y los miles de trabajadores, de mujeres y de jóvenes que honestamente quieren enfrentar a Macri y su modelo, a que nos animemos juntxs a construir un nuevo proyecto político independiente, de lucha y profundo con un programa anticlerical, anticapitalista y socialista para los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Un gran tercer espacio político de unidad de toda la izquierda, que se juegue a organizar a miles y miles de militantes y colocar a la izquierda como real alternativa en el país, frente a todas las viejas opciones del régimen. Esta es la propuesta del MST que ponemos a debate.
El sectarismo es funcional a Macri y al PJ
Como en reiteradas ocasiones lo hemos planteado, la realidad muestra la urgencia de conformar una gran unidad de toda la izquierda. Lamentablemente, hasta hoy este es un desafío pendiente. No porque sea imposible en sí mismo, sino porque sigue habiendo direcciones políticas de parte de la izquierda que rechazan dar verdaderos pasos de unidad.
El FIT es quien se viene negando, permanentemente, a unir a toda la izquierda. En el caso del PTS dividiendo procesos obreros y estudiantiles y no proponiendo la unidad en un frente político-electoral de toda la izquierda. Y ahora habla de un supuesto “partido común”, pero hasta ahora no discute seriamente con nosotros ni con otras fuerzas esa propuesta. Mientras, sus aliados del FIT (PO y IS) rechazan su idea del partido común y a la vez tampoco plantean una unidad política superior de toda la izquierda. Así queda todo en debates ficticios y en nada positivo.
La lógica del sectarismo termina siempre favoreciendo, en modo oportunista, a los viejos partidos, aunque se recubra de un discurso radicalizado. En la coyuntura, negar la unidad de toda la izquierda no solo es debilitar la lucha contra el macrismo y el FMI sino también favorecer al PJ, dándole más espacio para que aparezca como la única alternativa a Macri. Cuando bien pudiéramos ser desde la izquierda quienes ofrezcamos algo grande, nuevo y unitario, a millones de trabajadores, mujeres y jóvenes.
Por eso desde el MST convocamos a una gran unidad de toda la izquierda y a la vez invitamos a sumarse y fortalecer nuestro partido. Para hacer más grande un proyecto en la izquierda que se juega entero por una Argentina feminista, laica y eco-socialista, y en función de ese objetivo luchar realmente por unir a toda la izquierda.
Sergio García