No hay barras sin amparo político, dirigencial y complicidad policial
La renuncia de Martin Ocampo al ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad viene a confirmar lo que todos sabíamos. El operativo de seguridad de «la final del mundo» fue un desastre. Pero no sólo esto, sino que también expone las «coincidencias» entre dirigentes del PRO y las comisiones directivas de los clubes, lo que hace dudar mucho del nuevo impulso anti barras propagandizado por Macri en conferencia de prensa. Ocampo, Angellici, Santilli, Donofrio y hasta Eugenio Burzaco N° 2 de Bullrich en seguridad y ex responsable de seguridad de River, ¿no saben quienes son los barras? Acaso los principales funcionarios de la Ciudad desconocen el accionar de estos grupos mafiosos, que solo utilizan el fútbol como área de negocios? ¿Necesitaron exponer a los jugadores, hinchas y trabajadores a la violencia de los últimos días para darse cuenta?
Claro que no, el entramado entre funcionarios, dirigentes y barras no es exclusivo del fútbol, sino que es parte de los manejos mafiosos de los partidos del régimen político como el PRO, el PJ o la UCR.
Son estos partidos los que amparan a estas organizaciones criminales que son las barras porque también las utilizan como grupos de choque para imponer sus políticas y por eso ninguna ley cosmética puede servir, mucho menos si quienes impulsan esa ley son parte del problema. El propio Macri fue durante años presidente de Boca ¿No sabe quienes son los barras? ¿Que políticas aplicó durante todos estos años contra ellos? Buscan largar una cortina de humo que no solucionará nada, desviando la atención de esa connivencia.
Como socio de Boca y como hincha, estoy convencido de que el problema no es el fútbol, sino las mafias que lo han copado, que tienen su fuente de sustento en las canchas pero que actúan en muchos ámbitos, al amparo de la policía, los dirigentes y los políticos tradicionales.
Más que una ley, lo que necesitamos es sacar a patadas de nuestros clubes a quienes los transformaron en unidades de negocios y producir un cambio profundo en los clubes y en todas las instituciones.
Como siempre sucede en estos casos, algunos miserables pretenden comparar los incidentes en el fútbol y el accionar de la policía con lo que sucede en manifestaciones o medidas de lucha social. Estos energúmenos que sostienen que lo que falta es “mano dura” callan que cuando se trata de un reclamo legitimo la Policía o la Gendarmeria reprimen sin contemplaciones, como pudo verse estos días con el desalojo en SIAM, el asesinato de dos militantes populares o la represión a la familia de Rafael Nahuel en Bariloche. Muchas veces, son incluso los propios barras, los que actúan como grupos para policiales al servicio del poder de turno contra la organización independiente de los trabajadores o los propios hinchas de los clubes.
Para desmontar esas estructuras podridas y mafiosas necesitamos hacer un cambio profundo, empezando por recuperar el control de los clubes por parte de los hinchas. Pero no alcanza con esto, también es fundamental depurar la policía y exigir que los comisarios y jueces se elijan por voto directo y con posibilidad de destituirlos, incorporando mecanismos de control social de su accionar.
Es obvio que los delincuentes que componen las barras deben ser desarticulados y sobretodo deben ser juzgados todos los funcionarios que tengan vínculos con ellos tanto funcionarios públicos como dirigentes de los clubes.
No es con leyes para la tribuna ideadas por los responsables de este desastre que vamos a solucionar los problemas, sino empezando a tomar medidas que nos permitan recuperar el fútbol para quienes lo disfrutamos como lo que es, uno de los deportes más lindos del mundo.
Alejandro Bodart, Legislador de la ciudad (mc)