Capitulación al G20 y el FMI. El kirchnerismo, ausente con aviso
“Nosotros como espacio progresista debemos acostumbrarnos a no presentarnos como ‘la contra’, sino como el espacio político y social que excede la categoría de izquierdas y derechas para ingresar decididamente en una nueva categoría de pensamiento, y es la de pueblo.” Así, en el Foro del Pensamiento Crítico que organizó CLACSO previo a la Cumbre, Cristina adelantó su conciliación con el G20 y el FMI. De progresismo, nada.
Ya de por sí resulta llamativo que un espacio político que se autoconsidera progresista plantee dejar de lado las categorías izquierda y derecha, que -dicho sea de paso- cualquier persona de a pie comprende bastante bien.
Pero aun así, inclusive en el impreciso marco de la categoría pueblo que nos propone Cristina Fernández de Kirchner, su tajante rechazo a aparecer como la contra al G20 y al FMI no deja ninguna duda sobre su línea de abierta conciliación hacia esos organismos imperialistas.
Lo cierto es que con dicha postura CFK se ubica muy por detrás del nivel de conciencia promedio de sus propios votantes, que según las encuestas publicadas durante esos días1 en un 70% afirma que el G20 “no resuelve los problemas de la gente” y apenas un 8% tiene alguna “expectativa en posibles inversiones”.
En vez de acrecentar esa legítima desconfianza popular existente frente al G20 y el Fondo Monetario, Cristina los llama a no ser la contra, a retroceder y conciliar con ellos.
Bajando las banderas
En la década del ’70, la izquierda peronista justificaba su apoyo a proyectos políticos de carácter capitalista, como el del Partido Justicialista, en base a que la contradicción principal de nuestro país era con el imperialismo, a la vez que consideraba una contradicción secundaria la del pueblo trabajador con la burguesía nacional. Sostenían un proyecto policlasista, de conciliación de clases, que no compartimos, pero al menos criticaban la dominación extranjera, en particular la de los Estados Unidos.
Comparada con aquellos tiempos, la actual postura de la dirigencia kirchnerista ha retrocedido más de medio siglo. Ya ni siquiera dicen “patria sí, colonia no”. Se trata de un profundo retroceso político.
La Argentina sigue siendo un país semicolonial cuya economía se encuentra cada vez más sometida a las imposiciones de las corporaciones, el imperialismo y sus organismos internacionales: el G20, el FMI, el Banco Mundial, la OMC y demás engendros.
Nuestra matriz económica y todos nuestros bienes comunes, incluida la propiedad de la tierra, sufren desde hace años un proceso de concentración y de extranjerización creciente.
El Presupuesto nacional 2019 de ajuste y entrega, aprobado semanas atrás por los bloques de Cambiemos y del PJ Federal, fue diseñado directamente por el Fondo Monetario Internacional al servicio de “honrar” esa estafa monumental llamada deuda externa.
Frente a todos esos dictados del neoliberalismo imperial, que por otra parte es el único rostro del capitalismo del presente, las históricas banderas peronistas de soberanía política e independencia económica, así como las de no pago de la deuda externa y fuera el G20 y el FMI, hoy mantienen plena validez. No levantarlas bien en alto ante la cumbre del G20 es conciliar con ellas, es capitularle de hecho a la dependencia que nos oprime, nos saquea y encima nos contamina.
Aunque en su discurso en CLACSO Cristina criticó las “políticas que son impuestas desde afuera” y el “cepo estructural de una deuda externa sin precedentes”, ordenó bajar las banderas antiimperialistas e impuso su línea capituladora a todas las agrupaciones que aún se referencian en ella. A la contra-cumbre del 29N y a la movilización conjunta del 30N contra el G20 y el FMI concurrieron sectores de la CTA de los Trabajadores y de la CTEP, pero ninguna organización política del espacio K acompañó esas acciones de protesta, sobre todo la marcha a Congreso de la que participamos decenas de miles de personas. Ni una. Lamentable.
Atlanta un poco, pero el 30 nada
El martes 27N, algunas agrupaciones convocaron a un acto en el estadio porteño de Atlanta con las consignas No al G20 y Fuera el FMI. Entre ellas, el Movimiento Evita, un sector de Barrios de Pie y la CCC.
Junto a otros dirigentes políticos estuvo el ex gobernador bonaerense Felipe Solá, quien fue uno de los oradores de cierre: “Sigamos juntos, construyendo una alternativa a estas políticas de ajuste que aplica el gobierno”, dijo.
Primero, cualquier “alternativa a estas políticas de ajuste” si pretende ser real y genuina requiere sí o sí romper con todas las recetas imperialistas. Segundo, en el caso del Movimiento Evita su asistencia al acto del 27 fue la excusa para no movilizar el 30 a Plaza Congreso.
Al mismo tiempo otras agrupaciones K, para tratar de disimular frente a su base militante la borrada de la marcha unitaria anti-G20, se escudaron en forma culposa tras el temor a una posible represión policial…
El proyecto político que hace falta
Así como el llamado a conciliar dentro de un mismo proyecto político los pañuelos verdes con los pañuelos celestes cayó mal en todo un sector del activismo feminista que todavía de alguna manera se referencia en Cristina, lo mismo sucedió con su reciente negativa a movilizar en repudio a la cumbre del G20 y al FMI.
En todo el país, jóvenes militantes que honestamente se consideran parte de un movimiento que se supone “nacional, popular, democrático y feminista” ven con bastante o mucha decepción que su jefa política ya esté arriando al menos las banderas nacional y feminista.
¿Acaso seguirá Cristina Kirchner por ese camino de moderación y de corrección política cada vez mayores, tal como se lo vienen recomendando varios operadores y encuestadores con el objetivo de ampliar su caudal de votos? ¿Para ganarle a Macri irá junto al PJ cómplice de Macri? ¿Pero “ganarle a Macri” para luego impulsar qué proyecto?
A nuestro modo de ver, aquí no se trata de una simple polémica acerca de cuestiones tácticas en función de tal o cual armado electoral de coyuntura. Nada que ver. Lo que Cristina ha puesto en juego son definiciones de carácter estratégico, pilares básicos que hacen a la esencia estructural de cualquier proyecto político: qué actitud tener frente al dominio del imperialismo, qué actitud tener hacia el aborto legal y los demás derechos de género.
Conciliar con el G20 y el Fondo Monetario, conciliar con la Iglesia Católica y los sectores evangelistas anti-derechos, conciliar con el viejo PJ, es decir conciliar nada menos que con el sistema capitalista y patriarcal, nos parece inaceptable para todo proyecto que busque transformaciones de fondo o que se precie de ser realmente progresista.
En este sentido, a todes eses compañeres que hoy tienen bronca o se sienten en crisis ante estas evidentes capitulaciones les invitamos a no tragarse más sapos intragables. A sostener su pensamiento crítico y a hacerle caso a sus propias convicciones feministas y antiimperialistas viscerales, que ya no se bancan bajar más banderas.
En definitiva, les invitamos a salir por arriba de una vez por todas de ese laberinto permanente de contradicciones que es el kirchnerismo-pejotismo, en donde Cristina en realidad siempre termina resolviendo para el lado regresivo, para el lado de atrasar las ruedas de la Historia. El desafío entonces está planteado, las puertas del MST están abiertas y ustedes tienen la palabra.
Pablo Vasco
1. Encuesta de D’Alessio Irol-Berensztein.