Osvaldo Bayer: Rebelde con causa
El nombre de Osvaldo Bayer está grabado a fuego, quizás como pocos, en la historia de lucha de la clase obrera y los pueblos originarios en estas latitudes. Es por eso que su partida el pasado 24 de Diciembre deja un vacío que será muy difícil de llenar y es por eso, también, que cualquier homenaje es poco para recordarlo.
Desde muy joven se dedicó al estudio de la historia y a formarse coherente y consecuentemente en función de sus ideas y las causas que defendía. Ésta es sin dudas, su marca más importante, jamás se corrió del lado de los rebeldes, de los que dejaban todo por cambiar el mundo.
Mientras otros personajes de su tiempo, eligieron el camino de volverse escribas del poder o abonar a sus propias carreras por sobre el sueño colectivo, Osvaldo se mantuvo fiel a la idea de que su tarea sea instrumento de transformación social y gracias a eso, sin dudas logró darle voz a los sectores más oprimidos y explotados.
Por supuesto que teníamos diferencias, él era un militante anarquista y apostó a ello sus años y sus esfuerzos, pero siempre estuvo dispuesto a colaborar sin sectarismo alguno con las causas que consideraba justas. Así, además de compartir gran cantidad de batallas de nuestra clase también nos encontramos impulsando la campaña por desmonumentar a Roca, como una forma de visibilizar las luchas y los derechos de los pueblos originarios y enfrentar el racismo, arma privilegiada de los burgueses para dividir las filas de los oprimidos.
Junto a Osvaldo, Marcelo Valko y otros compañeros pusimos en marcha una gran campaña nacional para remplazar los monumentos del dictador por la imagen de la mujer originaria y eso permitió que grandes camadas de jóvenes entendieran la importancia de enfrentar en toda la línea las ideas, los planes y también los íconos del capital.
Su trayectoria estaba cargada de esos ejemplos, desde los relatos sobre los obreros patagónicos que enfrentaron a Varela, los primeros anarquistas llegados a estas tierras, que dejando todo interés personal se embarcaron en una pelea sin cuartel contra la burguesía y sus perros sangrientos.
Esta actividad militante le valió el exilio en 1975, luego de que fuera amenazado de muerte por la Alianza Anticomunista Argentina comandada por López Rega bajo el amparo de Perón, instalado en Berlín no detuvo ni un instante su actividad por la defensa de los derechos humanos y la crítica severa a los aparatos paramilitares primero y al golpe genocida después.
Apenas caída la dictadura, en 1983, no dudó en regresar a Argentina y continuar su actividad militante y cultural, aportando sus conocimientos y su prestigio a las causas sociales más sentidas y a aquellos quienes las impulsaban, sin ceder a presiones del régimen político, manteniendo siempre su independencia de pensamiento y acción, pero sin dudar tampoco en ser parte de la unidad de acción necesaria para que cada una de esas luchas triunfe o se fortalezca.
Enemigo de la formalidad nunca dejaba una invitación sin responder, incluso con su edad avanzada hacía todos los esfuerzos por estar donde lo convocaban. La campaña que encaramos en común por desmonumentar al Roca, genocida de los pueblos originarios, y su apoyo a los conflictos obreros, son hitos que nos encontraron codo a codo en las calles.
Nuestros respetos y reconocimiento a su lucha no llega con estas líneas sino que tuvimos el orgullo y el placer de realizarlo en vida, cuando por iniciativa de nuestro compañero Alejandro Bodart fue reconocido en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Pero nuestro máximo orgullo, no tiene que ver con menciones o placas, sino con levantar más que nunca hoy las causas por las que Osvaldo luchó, sin culto a la personalidad, sin olvidar nuestras diferencias, que en última instancia, tenían que ver con los mejores caminos para que la humanidad pueda encontrar la libertad y el fin de la explotación y la opresión capitalista.
Estas líneas no pretenden quedar como una simple necrológica para cumplir, sino que vienen a reforzar nuestro compromiso de lucha por una sociedad diferente, creemos que eso es mejor que cualquier homenaje.
Querido Osvaldo, compañero de tantas luchas, ¡hasta el socialismo siempre!