Nuestro socialismo millennial

Hace pocas semanas el semanario inglés The Economist tituló: «El ascenso del socialismo millennial». Traduce la preocupación en las altas esferas del poder capitalista del resurgimiento de las ideas de izquierda en la nueva generación juvenil. Nosotros, marxistas, además creemos que la juventud siempre opera como caja de resonancia social y política, anticipatoria de fenómenos. En ese movimiento positivo a izquierda de la juventud en todo el mundo, queremos plantear nuestra visión particular.

Tomado el mundo de conjunto, podríamos decir que un rasgo actual como característica es la fuertísima exacerbación de los extremos social y político. Hay en EEUU un Trump, pero crece la izquierda. Hay Le Pen y Macron en Francia, pero también los chalecos amarillos. En Argelia mientras escribimos este artículo el tirano Bouteflika tuvo que renunciar a su perpetuación echado del gobierno por la persistencia movilización social. En América Latina con Nicaragua hay un régimen autoritario como Ortega-Murillo para aplicar políticas del FMI, pero la resistencia pese a la cárcel y los asesinatos, no está derrotada. O en Brasil con Bolsonaro que todavía no logra hacer pie por el rechazo social en las calles a su programa. O en Argentina, donde Macri arrancó expresando polarización y con la vitalidad de una nueva derecha que viene por todo, y no está claro si llega a completar su mandato y cómo sigue. Por la bronca, las acciones de lucha contra todos los escollos –el 8M y el 24M fueron de masas. Esa exacerbación de extremos es síntoma de revolución. Fuerzas en tensión que se preparan para chocar. Ellos, los que mandan hasta ahora, para imponer sus condiciones, cambiando las relaciones de fuerzas a su favor, para expropiarnos presente y futuro. Del otro lado, un movimiento objetivo de reacción que tienen a la juventud sub-25 luchando en clave internacionalista, antipatriarcal como la ola feminista, y consciente de que el problema no lo tiene el clima, sino el sistema y la política de los que mandan como con el movimiento #ViernesPorFuturo. En Argentina el intenso antimacrismo es abrumadora mayoría en la juventud. Pero también, crece y nuestro propósito es fomentar con más potencia, el total rechazo al amontonamiento con pro-vida, sojeros, burócratas y pura casta política, para juntar votos y ganarle a Macri como exclusivo objetivo que levanta el kirchnerismo y sus fuerzas satélites. Nuestra lucha es por una reorganización general de todo. Nuestra estrategia es cambiar todas las reglas.

Lenin

El dirigente con Trotsky de la revolución rusa, escribió un libro chiquito y genial: El Estado y la Revolución. Y explicó para siempre una tesis: este Estado, es de la burguesía, esta es su política, sus reglas, sus instituciones. Está pensado para proteger sus intereses. Nuestro propósito no consiste en administrarlo, sino en desmantelarlo. En esto somos más leninistas que nunca. Nuestro proyecto de revolución tiene la perspectiva de destruir lo que no sirve de lo que hay: su sistema financiero al servicio del FMI y los especuladores, su lógica de producir, para la ganancia patronal; su jueces y espías, la cloaca de esta democracia de capitalistas; la burocracia de los sindicatos, las camarillas de universidades; sus instituciones de opresión como el patriarcado; su xenofobia. Es decir: no es nuestra democracia, no son nuestros gobiernos, no es nuestro modelo social. Luchamos por otro poder, para otra clase social, sin fronteras, con cada país como el primer capítulo de una lucha de alcance internacional.

Millennials para la revolución

Nuestro proyecto se resume en las medidas que proponemos para asegurar derechos y los adversarios que nos toca enfrentar justifican el tipo de militancia que desenvolvemos. Por ejemplo, en la última semana, todo el país discutió las cifras de pobreza, pero solamente una fuerza como la nuestra tiene un planteo para resolverla: no pagarle al FMI, estatizar los depósitos de los especuladores en los bancos y controlar todo lo que entra y sale comercialmente del país, nacionalizando ese mecanismo de la economía. Así, podríamos tener recursos para financiar un plan masivo de obras públicas y dar trabajo, invertir en un planificado desarrollo industrial para ser independientes, aumentar los presupuestos de educación, ciencia, salud. Por lo tanto, empezaríamos de shock, revolucionariamente a resolver la pobreza. O el trabajo, como derecho, se puede asegurar: calculando las necesidades totales de producción de lo básico para la población trabajadora, eso en economía se puede medir en horas sociales, que se podrían repartir por el total de fuerza laboral disponible, y se ajustaría el tiempo de jornada a esos parámetros. Obviamente, se incorporaría tecnología, pero para alivianar la carga colectiva del trabajo social, no para reemplazar personas por máquinas. Y que el sueldo de las personas equivalga al costo de la vida. Pero sigamos. La democracia, la justicia. Tienen que ser dependientes, totalmente dependientes. Pero de la mayoría social, es decir: tienen que ser la representación directa de las posiciones y opiniones sociales, democrática y ágilmente expresadas. Sin privilegios para políticos o jueces. ¿Cómo sería? Simple: se votaría todo, se estipularía la revocatoria. Además, se establecerían sueldos de trabajador calificado, no de élite. Por lo tanto, se aseguraría democracia real, un casting previo de la mejor representación al controlar el ingreso material suficiente, sin privilegios, y se depuraría de arribistas y parásitos. ¿Más? Desmantelar todo el patriarcado. No es difícil, hay medidas. Socializar las tareas de cuidado, emancipar del trabajo (gratuito) doméstico a las mujeres. Aplicar ESI, feminista y disidente, laica, científica. Separar Iglesia del Estado. Aborto legal. Y así podríamos seguir. En un artículo específico, en esta misma publicación hablamos de nuestras propuestas socio-ambientales. Entonces, para sintetizar: hay medidas concretas, prácticas, para revertir todas las agresiones del capitalismo explotador, opresor, patriarcal y ecocida. Se puede, absolutamente.

Tomar (y hacer) partido para dar vuelta todo

Las medidas que se requieren tomar para asegurar los derechos más elementales, cuestionan la propiedad privada de los grandes capitalistas y todo su sistema político, de instituciones y aparato de represión. Por lo tanto, no hay ninguna condición de resolver pacíficamente esta disputa: son polos antagónicos los que confrontan, con intereses materiales incompatibles por completo. Es decir: la razón existencial de los capitalistas como clase depende de la explotación de la clase obrera, de la doble opresión de las mujeres y del control político de todo. Por eso no se puede negociar ese antagonismo, hay que resolverlo revolucionariamente con una potente acción movilizada, con dirección estratégica para echarlos del poder político y a partir de ahí arrebatarles cada resorte del control de la economía y todo. Para democratizar de verdad, porque nuestro socialismo es de la economía, es de la política, es de las relaciones entre las personas que trabajan (y no viven de la explotación) y entre los pueblos del mundo, sin fronteras. Esa lucha por el poder, es de ideas y termina en las calles siendo física, concreta, concentrada en episodios que son las insurrecciones. Para acumular fuerza social y mucha organización militante previa, se precisa una actividad voluntaria, planificada, paciente, constante, colectiva y apasionada de miles de personas alrededor de estos planteos. El partido que estamos construyendo en Argentina, el MST, la organización internacional de la que hace parte, se refuerza todos los días con estos principios básicos. Pero los cambios que hacen falta necesitan de muchas personas, no es de minorías iluminadas, es de mayorías conscientes. Por eso, es urgente sumar nuevos militantes a este conjunto de propósitos. Por eso, nuestros Campamentos que arrancan el 19 de abril, están planificados en distintas provincias como pausa activa, de deliberación, formación, toma de consciencia y reimpulso para más acciones en la lucha de ideas, de clases y por la revolución. Así te estamos invitando a ser parte.

Mariano Rosa