Economía y Elecciones. Una calma que precede a la tempestad
El cachetazo de las encuestas. Después de meses de ajuste feroz, con la recesión más grande desde 2001 y una inflación espiralada que golpea el bolsillo de los trabajadores y el pueblo, incrementando la bronca popular, las encuestas empezaron a mostrar lo que todos ya sabíamos. En todos los escenarios Macri/Pichetto perderían frente a les Fernández. Eso disparó todas las alarmas no solo en el gobierno de Cambiemos sino en la burguesía nacional e internacional, pasando por los organismos de crédito como el FMI, que salieron raudamente a reunirse también con la fórmula pejotista para garantizar su compromiso con el pago de la deuda y la agenda de reformas pendiente. El gobierno se jugó a recuperar la iniciativa, a sabiendas que la única forma de intentar revertir una segura derrota electoral es logrando algunas mejoras en la economía y sobre todo tratar de convencer que esa mejoría se mantendrá hacia adelante si ellos ganan en octubre.
Los supuestos logros de Cambiemos. Jugado, Macri pretende mostrar los “éxitos económicos” de las últimas semanas. Así pasa con el dólar que lleva semanas de calma cambiaria, cerrando incluso a la baja. Lo mismo para el riesgo país que de los 1000 puntos a los que llegara en los primeros meses del año, ahora está en 800 y con las acciones de la bolsa, que presentan récord de subas, sobre todo las acciones del sector financiero y de las empresas de servicios. Trata además de convencernos que la inflación no sólo se está amesetando sino bajando y muestra como un logro el haber bajado del 3% el mes anterior y cruza los dedos para que suceda lo mismo de aquí a las elecciones de agosto por lo menos.
El Fondo y la burguesía al rescate de Macri. Percatados de la casi segura derrota electoral de Macri, el FMI salió apresurado a respaldarlo, primero asegurando que el gobierno viene sobrecumpliendo las metas (de ajuste brutal, agregaríamos nosotros) y alabando que ahora hay superávit primario de $ 30.000 millones. Y segundo apoyando concretamente al autorizar un desembolso de U$S 5.400 millones para garantizarle la paz cambiaria hasta octubre. La burguesía hizo otro tanto acordando postergar aumentos de precios, el programa hora 6-12 y otras pequeñas concesiones luego de meses en que la venían recogiendo en pala con la especulación inflacionaria. Y todo esto lo hacen porque si bien ambas fórmulas le garantizan continuar con el ajuste y los pagos al FMI, es claro que prefieren a “uno de los suyos” como Macri.
La calma es ficticia. En primer lugar porque los números del gobierno mienten. El dólar está calmo luego que duplicara su valor y llevara la inflación a las nubes. Las ventas mayoristas “subieron” el 18% si las comparan con los peores meses de este año, pero si se comparan como debe hacerse con el año pasado, entonces cayeron el 12%. La producción industrial sigue cayendo casi un 10% para lo que va del 2019. En segundo lugar porque no se solucionaron los problemas de fondo: los pagos de la deuda para el 2020 siguen siendo impagables a pesar que haya crecido mínimamente el superávit fiscal; la fuga de divisas es casi U$S10.000 millones en estos 6 meses, evidenciando el nivel de especulación financiera y la volatilidad de las inversiones que vienen para apostar a las tasas altas y luego irse. El dólar está planchado también porque el gobierno sigue ofreciendo tasas del 59% que son el doble de la inflación prevista y un paraíso para los especuladores autóctonos y foráneos. Y se postergaron para después de las elecciones los nuevos aumentos de gas, luz y otros servicios que volverán a recalentar el proceso inflacionario.
El ajuste que se viene. Por todo esto, es fácil deducir que lo que se viene para los trabajadores y sectores populares es más de lo mismo y peor, más ajuste, más despidos y cierres de fábricas y comercios, menos trabajo y menos poder adquisitivo del salario, se acabará la pequeña reactivación de la obra pública electoralera y vendrán tarifazos de combustibles y servicios. Y en eso están absolutamente de acuerdo Macri y Alberto Fernández, aunque éste último trate de disfrazarlo en su discurso “opositor”, ambos coinciden en seguir pagando la deuda y ajustando al pueblo como forma de salir de la crisis.
Sin dudas, la salida es por izquierda para que la crisis la paguen los capitalsitas y no los trabajadores.