La campaña de Alberto: llevarle tranquilidad al poder real
Luego de las PASO la campaña de Alberto Fernández dio un giro de 180°, del encendido tono polémico a la mesura y la colaboración con la transición, de los actos «populares» a las reuniones con los representantes del poder real y la reafirmación de los compromisos asumidos por el macrismo.
La elección sucedió
No solo la elección de agosto «sucedió», por más que le pese a Macri, sino que Fernández emergió de ella como el virtual presidente, un cargo que, aunque inexistente, muy importante en la coyuntura.
Este fenómeno expuso el desastre construido por el macrismo en todos los ámbitos (con la inestimable colaboración de la burocracia sindical y los gobernadores peronistas) y dejó al país sumido en una crisis política y económica que con mucho esfuerzo buscan encauzar a la campaña electoral.
Esto adelantó las definiciones en el Frente de Todos y afloraron antes de ocupar efectivamente el sillón de Rivadavia cuáles serán las líneas fundamentales de acción del futuro gobierno y quiénes sus principales beneficiarios.
Honrar los compromisos externos
En sucesivas reuniones con el FMI, inmediatamente después de las PASO, y con el BID hace pocas horas y en todos los medios de comunicación, Alberto se comprometió a pagar dólar sobre dólar los «compromisos» asumidos por el gobierno de Macri. Siempre cuidando de agregarle alguna frase como «sin el hambre del pueblo» o «primero debemos crecer» pero también dejando en claro que no contempla dejar de pagar la fraudulenta y usuraria deuda externa.
¿Otro modelo productivo pero con los mismos de siempre?
Las reuniones de Alberto, en el exterior y en el país, siguieron por los empresarios. Se reunió con la cámara minera, la UIA, representantes de los bancos y financistas y hasta se sentó bajo el logo del Grupo Clarín en el Malba, en un seminario donde le habló amigablemente a lo más selecto del establishment. En ese camino se reunió también con Galperín de Mercado Libre y con los representantes de la mesa de enlace agropecuaria.
En este contexto suenan, como mínimo, poco creíbles sus declaraciones de los últimos días sobre «construir otro modelo productivo en Argentina» (Clarín digital, 24/09). No dice el candidato-presidente cómo piensa hacerlo si le promete a todos que podrán desarrollar sus negocios sin problemas. Es decir, más megaminería, más agronegocio, más especulación financiera y reforma laboral «lugar por lugar».
Pacto social para que paguen los trabajadores
La lógica se completa con las reuniones con la burocracia sindical y los gobernadores del ajuste como Arcioni, Uñac, Manzur o Alicia Kirchner, entre otros, que se comprometieron a trabajar en un gran «pacto social» que no es otra cosa que el compromiso de contener juntos a los trabajadores y el pueblo mientras hacen lo posible para ajustar.
Respetamos la opinión de quienes creen que es la única opción contra Macri, pero es evidente que con Alberto no hay buenas noticias para el pueblo trabajador.