Insurrecta
Es vanguardia mundial, planetaria. Se destaca con claridad en este nuevo momento del panorama mundial: en Chile obvio, pero es en Líbano, en Irak, es la “segunda temporada” de la Primavera Árabe, lxs palestinxs siempre, en Ecuador, Honduras, Puerto Rico. Claro, en Argentina. En las olas, “verde revuelta”: la feminista / disidente primero, la socioambiental ahora, este año. En EEUU ni más ni menos, adhiriendo confusa pero positivamente a las ideas anticapitalistas y socialistas. La juventud insurreccionada marca el pulso como sector activo. Nuestra plataforma de acción consciente, de perspectiva programática para hacer al interior de ese enorme movimiento una potente tendencia organizada.
El octubre chileno tiene perfume de Mayo Francés, de un nuevo período de sensibilidad revolucionaria. Lo repetimos sin cansarnos en varios artículos: ese carácter de anticipadora de tendencias sociales más generales, se vuelve a confirmar en el rol de la juventud en varios epicentros calientes de lucha de clases mundial. A la vez, a la sana y positiva reacción espontánea de masas, es decisivo imprimirle orientación estratégica, GPS, hoja de ruta, curso de acción transformadora. Esto es así, porque más o menos visiblemente, todas las corrientes ideológicas antirevolucionarias, intervienen en estos procesos para moderar, entibiar, desviar, dividir. En síntesis: para vaciar de alcance transformador el movimiento. Nuestro rol es directamente opuesto: fomentar su radicalización, su masividad, su extensión, su coordinación y su potencial de cambios de fondo. Porque hacen falta, porque son necesarios y los puntos de quiebre que los hacen posible son las movilizaciones como en Chile.
Derechos duraderos: ¿reforma o revolución?
La naturaleza de estas movilizaciones masivas, es la de verdaderos levantamientos revolucionarios. Aunque sin conciencia clara, ni explícita, sus demandas, los derechos que activan estas acciones, solamente se pueden asegurar como piso de conquistas sociales permanentes, superando los límites del sistema capitalista: salud pública y de calidad; educación universal, desmercantilizada; servicios públicos como derechos de masas; democracia real sin castas para decidir todo. Estas causas como conquistas inamovibles, y el capital como conducción social de un país, se repelen, se oponen de forma irreconciliable. Para que la salud y la educación sean públicas y de calidad, hay que suprimir su carácter privatizado, es decir, capitalista. Por lo tanto, garantizar el monopolio social-estatal de la educación y la salud, la expropiación de clínicas y colegios privados, especialmente los confesionales. Anular todo subsidio estatal a ese negocio burgués. Los servicios básicos como el transporte, el agua potable o la energía, tampoco pueden ser negocio del capital, y a la vez derechos sociales: nosotros defendemos lo segundo, entonces planteamos estatizar todo con control democrático de trabajadorxs y usuarixs. Eso, todo eso, ya es anticapitalismo. Sí o sí. Entonces, la primera definición sería: las medidas revolucionarias son una necesidad inexorable.
Movilización independiente, autoorganizada: el pacifismo como ideología derechista
Los intereses sociales de la minoría que lucra en el capitalismo, es decir la burguesía, con sus bancos, corporaciones y gobiernos, no acepta deportivamente el veredicto democrático de las calles. Su democracia es la que puede controlar, no la que dirime de forma igualitaria las opiniones de la mayoría social. Por eso, el pronunciamiento concluyente de la acción movilizada vuelve más represiva y fascistoide a la clase dominante. Lejos del pacifismo cristiano que predica “poner la otra mejilla” y no responder “a la violencia con violencia”, los socialistas reivindicamos la acción masas en defensa propia como el recurso social más democrático que existe. Por eso, fomentamos contra todo intento de aplacamiento, moderación o institucionalización burguesa o burocrática, la acción independiente, asamblearia y autoorganizada de masas. Claro, con objetivos que combinan la acción de base extendida y democrática, con una centralización voluntaria que concentre la energía de la movilización masiva en un solo golpe contundente a los gobiernos, su aparato represivo y el conjunto de la decadente institucionalidad capitalista. Con los métodos de la clase obrera: la huelga general política, en lucha por el poder para los de abajo.
Con la clase obrera, o no es
El propósito práctico de reorganizar la economía, la política y las relaciones entre las personas bajo otras condiciones sociales, con predominio de la mayoría que trabaja, requiere de la acción consciente, políticamente organizada de un potente contingente de la clase obrera que produce todo. Sin patrones se puede, sin clase obrera no. Y a la vez, esta clase tiene que tener claridad del recorrido y la hoja de ruta para dar vuelta todo. La lucha de ideas para ganar a los sectores más decididos de la clase, más antiburocráticos e independientes, como los portuarios en Chile, que le exigen a la conducción estalinista de la CUT huelga general hasta que se vaya Piñera o sectores de los mineros. Con los que reaccionen con mayor determinación contra todas las burocracias y partidos del capital, en esos hay que apoyarse como articular un llamado al conjunto de la clase y a la globalidad de los sectores explotados. Por lo tanto, nuestro modelo de juventud insurrecta, incluye una obsesiva militancia dirigida a confluir con lxs trabajadorxs y sembrar influencia política previamente a los estallidos, en una actividad paciente, constante, planificada en sus luchas parciales, en su actividad rutinaria y cotidiana. La unidad obrerx-estudiantil sigue siendo decisiva para la revolución. Sin eso, no hay el tipo de revolución que hace falta: obrera y socialista.
Contra toda explotación, contra toda forma de opresión
El dominio capitalista de la economía, de todos sus resortes, impone formas políticas de control social, de relación entre clases, sectores y personas, de explotación y opresión. En este punto, también nuestra agenda incluye una planificada insurrección para desmantelar toda institución opresiva e ideología del mismo carácter: el patriarcado, la democracia burguesa, todo el aparato de represión y espionaje, la religión estatizada, el chovinismo, el racismo. Otra organización de la economía para asegurar derechos sociales, otras formas de la política y las relaciones interhumanas, para la emancipación total, y el pleno desarrollo de la vitalidad, riqueza y diversidad de lo individual en un modelo social-político sin explotación, opresiones ni asimetrías. Ese socialismo es nuestra referencia, basado en otras condiciones materiales, y a la vez, en la construcción revolucionaria de otra cultura humana y otros valores colectivos, antagónicos a la doble moral hipócrita de la burguesía, a sus tabúes, prohibiciones represivas y fanatismos irracionales.
Al planeta del despojo y la depredación, un mundo nuevo emancipado y consciente: militancia socialista
La civilización del capital está en decadencia irreversible. Su supervivencia implica el reforzamiento del despojo social, de la depredación ambiental, el autoritarismo, las crisis recurrentes, las guerras, los sectarismos religiosos y otras barbaridades antihumanas. Nuestra lucha por la emancipación social de todas esas lacras horribles, tiene alcance internacional porque ese es el carácter de la dominación capitalista. Las fronteras son divisiones artificiales de los que mandan, para dispersar la fuerza de la clase obrera y los pueblos, para fomentar odios inventados. Pero están caducas, superadas históricamente. El socialismo que reivindicamos es internacional y su propósito es abolir fronteras, integrar pueblos, sin sometimientos ni imposiciones, libremente autodeterminados. Y a la vez, desarrollar una consciente complementariedad de potencialidades, solidariamente. Y este valor, la solidaridad internacional, se asienta en la desaparición de la competencia capitalista e imperial por la ganancia, es decir: las bases materiales que motivan el despojo, las guerras y el sufrimiento humano, abolido, desactiva todas las formas inhumanas que promueve. La sociedad sin explotación, autoorganizada, con democracia real, se transforma en una enorme civilización consciente de sus intereses y la necesidad de cuidad la casa común, propia: el planeta. La sustentabilidad ecosocialista, es casi el resultado lógico de un cambio global, revolucionario de paradigma civilizatorio. Este es nuestro proyecto político positivo. Este es el GPS de objetivos transformadores que planteamos a la juventud insurrecta. En todo el mundo. De Chile al Líbano. De Cataluña a Argentina. Para luchar por estas ideas, construimos partido mundial de la revolución, como es la Liga Internacional Socialista con sus “sucursales” nacionales, con sus sedes, que llamamos secciones: por ejemplo, el MST de Argentina. La organización consciente, comprometida y voluntaria por todas estas causas, es la razón de ser de nuestra militancia. Por todo esto lo hacemos. Así de insurrecta y por el socialismo, es la juventud que organizamos. Seamos una marea imparable y consciente políticamente.
Mariano Rosa