Chile: Polémicas y fuerzas en disputa
La coalición derechista que gobierna Chile está en crisis y sus distintas alas crujen. Lo nuevo: Piñera acepta que hay que cambiar la Constitución. El rol del PC y el Frente Amplio. Polémicas clave en la izquierda. La necesidad de una nueva izquierda anticapitalista y revolucionaria.
La crónica de las tres semanas de ascenso y esta cuarta en curso son la prueba de un repliegue errático y desbordado de Piñera:
- La primera, fue de mano dura: represión a fondo. Resultado: creció la movilización.
- La segunda semana, en equipo con la CUT y el PC, fue de «concesiones» y huelga para «descomprimir»: se anunciaron medidas sociales a contramano del ajuste y la huelga fue enorme. Además, lejos de descomprimir, el viernes de esa semana se dieron las marchas más grandes de la historia de Chile.
- Tercera semana, la pasada: ante el anuncio de una nueva huelga para el 12 N, influenciado por el sector más fascistoide de su coalición, la UDI, Piñera anuncio el reforzamiento de las penas por «delitos contra el orden público». Por ejemplo: barricadas y piquetes. Dos horas después de la conferencia de prensa del presidente, se multiplicaron como nunca los fuegos de las barricadas y los piquetes en todo Chile.
Con el punto de inflexión de la huelga general de ayer, 12 de noviembre, la más grande desde los años ’80 contra la dictadura, el gobierno ya tomó una decisión: acepta un cambio de Constitución. Entramos en un nuevo momento.
La Concertación, el PC y el Frente Amplio: las revoluciones no se plebiscitan
El panorama está dominado totalmente por la movilización de masas, y aunque el gobierno reprime fuerte, las enormes protestas lo desbordan. La derecha está acorralada, sin iniciativa. Ante esto, la política del PS (con la Democracia Cristiana en la Concertación), pero sobre todo del PC y el Frente Amplio es ¡plebiscitar si el pueblo quiere o no un cambio de Constitución! No plantean Fuera Piñera ni el carácter de la Constituyente. O sea: proponen un proceso electoral para decidir lo que hace un mes las masas chilenas respaldan con sangre en las calles. Buscan darle aire a la coalición de Piñera para reagrupar fuerzas y sin la gente movilizada. Forman un frente único burocrático nacional, llamado Unidad Social, que nuclea a la CUT, la CONFECH y otras organizaciones hegemonizadas por el PC y el FA. Todo al servicio de desmontar la revolución, negociar con Piñera y el pinochetismo una transición constitucional amañada, sin ningún cambio de fondo, como salvataje del capitalismo y el régimen heredado de la dictadura. El lunes 4, en un ampliado de dirigentes y activistas universitarios convocado por la CONFECH, la dirección de ese nucleamiento de federaciones estudiantiles nos imputó «irresponsabilidad política» por reclamar Fuera Piñera y Huelga General hasta que se vaya. Según dijeron, «le hacemos el juego a la derecha que levanta cabeza en el continente, como en Bolivia». Como durante toda su historia el PC, hoy secundado por «la renovación joven» de la izquierda reformista, el FA, hacen de bomberos de las revoluciones. Nefasto.
Para las revoluciones, política y organización revolucionaria
Lo que Chile vive desde el 18 de octubre confirma algunas de las tesis políticas centrales que defiende la Liga Internacional Socialista (LIS) y sus secciones nacionales:
1) Que el capitalismo y su democracia burguesa son incompatible con garantizar derechos sociales, económicos y políticos básicos. Por eso es fundamental levantar un programa de ruptura, anticapitalista y socialista.
2) Que todas las leyes de la Teoría de la Revolución Permanente se confirman: las revoluciones en cada país son la expresión desigual y combinada de un proceso único y mundial: la lucha por la revolución socialista, la expropiación de las corporaciones, el desmantelamiento de los Estados burgueses y gobiernos de transición basados en la autoorganización obrera y popular de masas que impongan democracias reales, con amplios derechos para quienes vivimos de nuestro esfuerzo, no los que lo parasitan.
3) Que todas las direcciones reformistas y burocráticas, incluidas las que «renuevan» el campo de la «izquierda», en su adaptación parlamentarista y escepticismo en la revolución, juegan el criminal rol de bloquear la radicalización del movimiento de masas y tratar de contener sus reclamos en los marcos del sistema.
4) Más que nunca, lo decisivo es construir organización política militante, de cuadros profesionales de la revolución, con perspectiva insurreccional de masas y programa internacionalista.
Son estas conclusiones las que llevamos a cada proceso vivo de revolución en el que interviene la LIS a través de sus partidos y grupos en cada país. Así lo estamos haciendo en la revolución chilena con el Movimiento Anticapitalista. Y por eso levantamos una política muy clara:
- Huelga general con medidas escalonadas en un plan de lucha hasta que se vaya Piñera.
- Por un proceso constituyente basado en la autoorganización de la clase obrera y el pueblo, que termine en una Asamblea Constituyente, libre, soberana, democrática y plurinacional que reorganice Chile sobre bases nuevas: sin capitalistas, terratenientes, corporaciones, iglesias ni represores.
- Por un gobierno de quienes nunca gobernaron: los trabajadores y el pueblo, a través de sus organizaciones democráticas impulsoras de la lucha contra el viejo régimen, como sindicatos independientes, asambleas territoriales y cabildos en el camino de un Chile realmente socialista.
Escribe: Cele Fierro, tras su viaje a Chile