20N: palabras en el día de la memoria travesti-trans…

Hoy 20 de noviembre en el Día Internacional de la Memoria Travesti y Trans pienso en mis hermanas mariposas como Sashana, Nicki y Loba. Cada muerte nos recuerda el histórico abandono de nuestros derechos, cada muerte nos empuja a sacar la rabia a las calles para que no nos haga añicos en nuestras casas, cada muerte nos deja sin palabras y aun así nuestros cuerpos gritan. Muchas de nuestras vidas han sido robadas, disciplinadas, violadas, golpeadas, por un mundo manejado por el sistema patriarcal y capitalista, que lo ha diseñado para unxs pocxs.

Cada muerte de las compañeras hace explícita, una y otra vez, las condiciones de vida del colectivo travesti-trans y la ausencia del Estado. Cada muerte le pone voz a nuestras vísceras, desborda cada espacio de nuestros cuerpos habitados y lo transforma en acción colectiva.

La extrema pobreza, la vulnerabilidad, la soledad, las huellas del maltrato y la violencia sistemática, demuestran la situación de abandono y el claro olvido, a la espera de que la muerte llegue y nos decida llevar.

Cada muerte nos recuerda que la plata está, pero será destinada al padre de todos los ajustes y violencia que es el FMI. Cada muerte detiene el tiempo y nos susurra que no somos nunca una prioridad para el Estado que se asegura posteriormente a cada crimen de odio no estar en falta para redimir culpa, pero no implementa políticas públicas para prevenir y erradicar las violencias. La justicia sólo estará dada cuando el Estado garantice nuestras condiciones de vida y no acompañando nuestras muertes.

Cada muerte nos quita el miedo y nos viste con el glamour del barro para combatir contra la Iglesia que obstruye nuestros derechos y contra el Estado que aplica constantemente políticas asistenciales como única posibilidad, para no abordar nuestros problemas en profundidad.

Adoptamos la movilización como una política de resistencia, para hacerlo por nosotras mismas y hacerlo con las otras, seguras de que el reclamo debe ser a todos organismos del Estado, que acciona y pone en valor nuestras identidades después de muertas. Olfateamos las intenciones de un sistema que reversiona nuestras luchas de modo de poder acapararlas como un mero producto.

Cada muerte nos convence que la herramienta es transfeminismo socialista como posicionamiento político que nos acerca a las distintas realidades, a los consensos y la visibilización de todas las luchas. Cada muerte nos señala que adoptar el silencio y la omisión, priorizando las miradas individualistas, corren de eje la causa, niega a las travestis y las trans la posibilidad de vivir libres en un sistema que oprime, ubica, controla y define; y refuerzan las condiciones de abandono y el entramado de violencias cotidianas que el Estado permite ante su inaccionar, evadiendo responsabilidad.

Cada muerte nos demuestra que al sistema capitalista, burgués, patriarcal, y cisheteronormado hay que darle pelea por todos lados, demandándole que reconozca la coexistencia de nuestros cuerpos, nuestra historia y nuestra memoria.
 
Keili González