Debates feministas en tiempos de pandemia

Al ocupar la primera plana, el Covid-19 desplazó del centro de la escena otros debates y problemáticas que no son nuevas pero igual nos afectan. A la vez, visibilizó la desigualdad de género que produce este sistema capitalista-patriarcal y que, en tiempos de crisis y pandemias, se exacerba.

Escribe: Cele Fierro

Pasaron las enormes movilizaciones del 8M y todo empezó a girar en torno al coronavirus. Fernández postergó la presentación y el debate de su proyecto de ley de aborto. Y aunque algunos sectores prefieren no ver ninguna relación, nuestras vidas, antes, durante y después de este virus, valen.

Suspensión de actividades sociales y escolares, trabajo en casa, precarización, flexibilización. La situación excepcional que estamos viviendo con la pandemia pone al desnudo una desigualdad que se intenta invisibilizar pero salta por todos lados.
Desde hace unos años, al calor de la nueva ola feminista y disidente, se logró una mayor exposición de la feminización de la pobreza, cómo afectan las crisis a la vida de las mujeres y disidencias, quienes tenemos mayores tasas de desocupación, subempleo y precarización(1), en su mayoría trabajos “feminizados”.

Es que nosotras y nosotres somos quienes cumplimos las tareas de cuidado, trabajo doméstico pesado y no remunerado, que garantizan la producción y reproducción de las que se beneficia este sistema. Es un buen momento entonces para ponerle números, problematizar y hacer propuestas concretas.

Crisis sanitaria: las mujeres en riesgo

Si bien todos los datos indican que los varones son más afectados por el virus, las mujeres estamos más expuestas. ¿Por qué? En momentos de crisis sanitarias cobran mayor relevancia las tareas remuneradas vinculadas al cuidado, llamadas “feminizadas”, ya que en su gran mayoría son realizadas por mujeres.

Según la OMS, el 70% de quienes trabajan en el ámbito de la salud son mujeres(2). En nuestro país ese porcentaje se mantiene, pero en el caso de la enfermería el porcentaje aumenta. En el caso de China, el 90% son enfermeras y en el Estado español, son el 86%. Esas trabajadoras son en estos momentos quienes están más expuestas al virus, como así también a la sobreexplotación en sus tareas cotidianas. Lo mismo sucede con las docentes.

La brecha salarial respecto de los varones es de un 27% ó 28% menos, dado que precisamente las mujeres somos mayoría en estos sectores, la salud y la educación, que son percibidos como una extensión de las tareas de cuidado.

A esto hay que sumarle las condiciones de trabajo, en el marco de una crisis sanitaria en donde el presupuesto es insuficiente. En nuestro país se mantiene el monto de 2019, cuando Salud dejó de ser ministerio y era secretaría. La falta de insumos, personal, equipamiento e infraestructura agravan la tarea cotidiana y los fondos extra que dispuso el presidente no van a salarios.

Trabajo no registrado: las mujeres en crisis

Somos las mujeres quienes más tenemos trabajos precarizados: el 37% tenemos empleos no registrados. Según el último informe del INDEC, la desocupación golpea más fuerte a las mujeres: somos el 52.4% de quienes no tienen trabajo fuera del hogar. Importa traer estos datos ya que esas mujeres, al restringirse las actividades, quedan sin posibilidad de ingresos y al desamparo del Estado. ¿Qué pasa con aquellas que en sus trabajos no registrados suspenden la actividad? Y las que no perciben el magro aumento de la AUH, ¿cómo llegan a fin de mes?

En estos casos también es responsabilidad del Estado. Primero, por no tener ningún plan para generar empleo genuino. Y segundo, debería garantizar a través de una política pública la asignación de un subsidio generalizado para toda persona que no tenga empleo registrado y/o la condonación de los gastos de servicios, entre otras medidas.

Garantizar los cuidados, ¿tarea femenina?

Socialmente se acepta que las tareas del hogar, la economía del cuidado, la tenemos que desarrollar nosotras como mandato “porque nos sale mejor”. Este estereotipo del sistema capitalista y patriarcal indica que el 76% de esas tareas recae sobre nosotras, trabajemos o no fuera de casa.

En tiempos de cuarentena, trabajo y cuidado se deben combinar. ¿Pero son compatibles? Quienes ni siquiera se lo preguntan, muestran la desvalorización e invisibilidad de estas tareas. Gran parte de ellas no pueden hacerse en casa y, las que sí, no son compatibles 100% con el cuidado de nuestres hijes. La suspensión de clases pero no de trabajos puso de relieve esta situación. Las recientes licencias laborales en el sector privado dejan un enorme margen a la discrecionalidad patronal. También en el Estado, si son dos familiares, deberían poder tomarse en forma compartida para que no recaigan en una sola persona, en especial en las mujeres, e incluir sanciones a aquellas patronales que no permitan licencias o intenten quitar derechos como tomar días de vacaciones.
El Estado no puede desligarse de las tareas de producción y reproducción social. Por eso, aun antes de la crisis, venimos exigiendo el reconocimiento de las tareas de cuidado y su socialización a través de más centros educativos desde nivel inicial con jornada extendida, comedores, licencia por paternidad ampliada y licencias compartidas, entre otras. En tiempos de coronavirus es necesaria una mirada con óptica feminista y anticapitalista, porque nuestro trabajo y nuestras vidas valen.

1. https://economiafeminita.com/la-desigualdad-de-genero-se-puede-medir/
2. Género y Salud, informe publicado en la web www.who.int, 2018.