A 75 años de la derrota de Alemania nazi. Un gran triunfo para la humanidad
El 8 de mayo de 1945 multitudinarias concentraciones salieron a festejar en Londres, Paris, Nueva York y en muchas ciudades del mundo, la rendición alemana, en el que luego se conocerá como el “Día de la Victoria de Europa”. Al día siguiente continuaron festejando en Moscú. Fue un enorme triunfo que abrió la posibilidad de una Europa socialista, que la traición estalinista impidió.
Escribe: Gustavo Giménez
La Segunda Guerra Mundial, que enfrentó a las llamadas potencias del Eje (Alemania, Italia y el Imperio Japonés) con los aliados (Gran Bretaña, Francia, EEUU, Canadá, Australia, la URSS, entre otros), tuvo una característica común con la Primera, se produjo por la disputa entre las potencias por el control de los mercados y territorios del mundo. Pero desarrolló elementos nuevos: estuvo planteada la defensa del estado obrero soviético, fue una guerra de liberación nacional en muchos países y además, la derrota de los regímenes nazi-fascistas significó un triunfo histórico de los pueblos del mundo.
Al igual que la guerra del ’14, la disputa por la ganancia capitalista llevó a las potencias de la época a una verdadera carnicería y a la destrucción de una gran masa de fuerzas productivas. Fue un claro signo de estos tiempos, en los que el capitalismo en su fase imperialista ha dejado de ser un sistema progresivo y solo puede sostenerse a costa de enormes penurias para los trabajadores y los pueblos, crisis, guerras de pillaje, destrucción del medio ambiente en el planeta.
Estuvo precedida por ese gran colapso de la economía mundial que significó la crisis de 1930 en Wall Street y por un agudo proceso de revolución-contrarrevolución, en el cual los primeros triunfos revolucionarios como la toma del poder por los bolcheviques en 1917 en Rusia y la creación posterior de la III internacional, luego fueron cediendo terreno ante el avance del fascismo. Enormes revoluciones como la alemana, la china, la huelga general en Inglaterra, la revolución y guerra civil española, la huelga francesa del ‘36, por mencionar solo las más conocidas, fueron derrotadas gracias a la traición del estalinismo.
El fascismo fue una herramienta de la burguesía imperialista para enfrentar los desafíos que planteaban las revoluciones. Se necesitaban regímenes fuertes, autoritarios, que atacaran las luchas y organizaciones obreras con métodos de guerra civil, apoyándose en la movilización de importantes sectores en crisis de la clase media imperialista. La Segunda Guerra entonces, comienza formalmente en 1939 con la invasión nazi a Polonia, en momentos que pesan sobre la clase obrera mundial fuertes derrotas.
Justamente por eso fue tan importante el triunfo sobre los nazis y los imperios del Eje. Victorias que no se debieron a la capacidad militar de los yanquis, ni a las habilidades del que Trotsky llamó “el gran organizador de derrotas”, sino al enorme heroísmo de los pueblos que resistieron y enfrentaron al invasor, en primer lugar el pueblo soviético y sus 20 millones de mártires, a los partisanos de la resistencia de los territorios ocupados, y también a los trabajadores que en uniforme de soldado en los ejércitos aliados dieron valientemente su vida. Fue la heroica y cruenta batalla de Stalingrado, ganada por el pueblo ruso en 1943, la que marcó el principio del fin del monstruo y fin de una etapa de contrarrevolución.
El rol de Stalin y los ejércitos aliados en la guerra
El hecho de que las tropas rusas fueran las primeras en colgar la bandera roja en los techos del Reichstag (Parlamento alemán) en Berlín, el rol jugado por los obreros y campesinos soviéticos en la derrota de los nazis, elevó el prestigio del dictador soviético. Sin embargo, la política que tuvo fue lamentable. Primero firmó con Alemania nazi, a través de su canciller en el año 1939, el conocido pacto de no agresión Ribbentrop-Molotov. Como producto del pacto con los nazis, la URSS incursionó en la Segunda Guerra dividiéndose Polonia con Hitler, a la cual invadió varias semanas después que lo hiciera el ejército alemán. Este acuerdo le permitió a Hitler ganar un tiempo precioso para invadir gran parte de Europa, hasta que se sintió fuerte para lanzar en 1941 la invasión sobre Rusia.
Años antes, producto de los procesos de Moscú, en 1937 Stalin había realizado una gran purga con expulsiones, prisiones y fusilamientos, sobre la plana mayor y gran cantidad de cuadros del Ejército Rojo, sospechados arbitrariamente de conservar vínculos con su fundador, León Trotsky, debilitando así su principal arma de defensa.
La política del ejército norteamericano y sus aliados, fue de unidad de acción con los rusos en el terreno militar para derrotar a las potencias el Eje, pero actuando permanentemente para impedir que los pueblos pudieran organizarse y desarrollar su lucha independiente. Por eso cuando tomaron el sur de Italia, le dieron tiempo a los alemanes para que se retiran hacia el norte donde se concentraba la resistencia de izquierda, con la política de que la golpearan en su retirada. En el mismo sentido los británicos mataron a 5.000 griegos insubordinados cuando los nazis son desalojados de ese país y se intentó que la 6ta flota norteamericana del Pacífico desembarcará en China, cuando derrotados los japoneses, peligraba el gobierno de Chiang Kai-shek.
Los acuerdos de Yalta y Potsdam en 1945
Stalin, Churchill y Roosevelt se reunieron en Yalta primero y en Potsdam después (con el reemplazo de Truman por el fallecido Roosevelt), para diseñar el “nuevo orden” de posguerra. Un orden contrarrevolucionario. Se partía en dos a Alemania y con ello a su clase trabajadora. Se dejaban varios países de Europa del Este, inmanejables por las potencias imperialistas, en la órbita soviética y se establecía un plan para rescatar a los países imperialistas y naciones más importantes, sobre las que no había ningún control burgués sólido: Francia, Italia, Grecia, entre otras.
Tenían un problema, las tropas norteamericanas se tenían que volver, los británicos estaban destrozados y el pueblo armado en Italia, Francia y Grecia era dirigido por los comunistas. Necesitaban del estalinismo y este jugó su rol. Los PCs de esos países llamaron a entregar las armas, a reconstruir el país junto a la burguesía nativa, y sus principales dirigentes como Togliatti en Italia o Thorez en Francia, ingresaron como ministros a los gobiernos de reconstrucción nacional encabezados por la burguesía. Mataron la revolución europea, pero la ola desatada fue tan fuerte que estalló en la revolución colonial, en China, Corea, Indochina, en las guerras de liberación del Norte de África, etc.
Las enseñanzas de la guerra y la pospandemia
La pandemia del coronavirus se desarrolla sobre una situación gravísima de la economía mundial, en la víspera de un nuevo crack superior al del 2008, al que potencia enormemente. Todos los analistas serios hablan de que vamos a un “mundo distinto”.
Algunos sueñan con un nuevo Plan Marshall, como se llamó la inversión de miles de millones de dólares que el Secretario de Estado yanqui desparramó sobre la Europa devastada, para reconstruir sus infraestructuras y economías. Los que sostienen esto, más allá de otras diferencias, no toman en cuenta que en aquellos años el frente imperialista triunfante estaba unido mientras que ahora se encuentra profundamente dividido y existía el estalinismo, que llevó a los experimentados trabajadores europeos a trabajar 12 ó 14 horas diarias con el verso de la unidad nacional, con unos sueldos bajísimos en términos históricos, gracias a las labores previas del fascismo.
Otros especulan que la gran disputa inter imperialista actual puede preparar el escenario de una III guerra imperialista. Es posible que los crecientes choques y disputas, agudicen aún más el escenario de crisis y guerras regionales, pero para definir el curso más general de la situación hay que tomar un elemento fundamental: las luchas de los trabajadores y los pueblos contra la super explotación capitalista. En este terreno lo más probable es que la crisis actual termine en un enorme incremento de las luchas que continúe y supere la oleada de 2019.
Las luchas van a poner al día la necesidad de la revolución socialista. El estalinismo herido de muerte por la caída del Muro ya no puede contener estos procesos, las burocracias políticas y sindicales de las clase obrera están profundamente cuestionadas, los nuevos agrupamientos como la Internacional progre recientemente fundada para recrear que “otro mundo es posible” bajo el capitalismo, tiene pocas perspectivas frente a la polarización de la situación mundial. ¡Qué gran oportunidad para construir una internacional revolucionaria! Desde el MST en el FIT-U integrante de la LIS, estamos en empeñados en esa tarea de la cual depende el futuro de la humanidad.