El hilo rojo del gobierno de Fernández
Pasaron ya los primeros seis meses de gobierno de Fernández y el Frente de Todos (PJ). Entre la realidad y el nuevo relato; ¿Cuál ha sido su política y prioridades? ¿Hacia dónde va? ¿Fueron correctas o no las previsiones de sectores progresistas y de la izquierda popular, que se sumaron al gobierno? ¿Cuál es el hilo rojo que recorre su mandato? Abordamos estos temas desde una visión socialista y de oposición de izquierda.
Sergio García
Cuando Macri fue derrotado en las elecciones pasadas se iniciaba un cambio político en el país. Millones de trabajadores y sectores populares, medios y franjas empresarias votaron entonces para sacarse de encima al macrismo y su ajuste. Con desigualdades lógicas en el grado de expectativas, se esperaban por parte de una amplia franja de la población cambios importantes.
Los primeros meses
La pandemia y su salto cotidiano nos hacen ver muy a la distancia las primeras medidas del gobierno. Al repasarlas no podemos menos que recordar que la gestión de Fernández arrancó con un fuerte ajuste a los jubilados, a quienes se les quitó la movilidad jubilatoria y los aumentos que tenían previstos, los cuales fueron reemplazados por decretos de montos menores. Ese objetivo antipopular contra quienes trabajaron toda su vida, se lo encubrió con la palabra “solidaridad” en un insulto a la inteligencia.
En esos primeros meses nacían también las primeras reuniones del Consejo Económico y Social, una mesa tripartita entre gobierno, empresarios y la burocracia sindical, con el objetivo claro de enchalecar los reclamos salariales. Por eso a las primeras reuniones de ese ámbito lo acompañaban declaraciones del propio Fernández, pidiendo “moderación” en los pedidos de aumentos de salarios. Una moderación que no se le aplicó a las empresa formadoras de precios, que siguieron estos seis meses remarcando precios de productos de la canasta básica familiar.
A la vez, desde diciembre de 2019, el gobierno fue pagando uno a uno los vencimientos de la ilegítima deuda externa, tanto al FMI como a bonistas. Así lo hizo incuso hasta fines de mayo cuando hizo un nuevo pago al FMI, mientras se desarrolla la negociación con los bonistas extranjeros. Para esa política hizo votar, con apoyo del macrismo, la ley de restauración y sostenibilidad de la deuda, que no es otra cosa que seguir pagando deuda ilegal bajo nuevos plazos e intereses.
El conjunto de esta política inauguraba un nuevo período de ajuste, que intentó taparse en esos primeros meses con nuevas palabras y relatos, pero en los hechos, ajuste al fin. No solo al salario de trabajadores, jubilados y planes sociales que están congelados desde diciembre, sino también a las partidas presupuestarias en materia de salud, educación, vivienda, planes de empleo genuino y otros rubros sociales esenciales. Tan es así, que el nuevo gobierno prorrogo el presupuesto de gobierno macrista y no presentará uno nuevo hasta que terminen las negociaciones con bonistas y el FMI. Lo cual, dicho de otra forma, es que el día que presenten un nuevo presupuesto, será bajo la base de haber priorizado primero a quienes desangran el país mes a mes. Con los recursos que queden, se mal atenderán las necesidades sociales.
La pandemia y una segunda etapa
El ingreso de la pandemia al país originó hacia mediados de marzo un nuevo momento marcado por el inicio de la cuarentena y toda la vida económica y social quedó cruzada por este agresivo virus y sus consecuencias. Desde entonces cada medida económica y social se la ve por el prisma de la crisis sanitaria en curso.
En esta etapa hubo un primer momento donde el eje del gobierno fue mostrarse activo, con un discurso de defensa de la salud en contraposición al desastre visible de países como Italia, España, EEUU, Inglaterra o Brasil, entre otros de los más afectados. Fueron las primeras semanas donde en tono profesoral se dirigía al país y se multiplicaba desde sus medios afines la idea de ser un gobierno de los científicos y médicos que toman decisiones.
Lamentablemente para las grandes mayorías y familias trabajadoras, este relato fue dando lugar a la realidad en poco tiempo. La presión de todas las capas burguesas por volver a la actividad, es decir a sus millonarias ganancias capitalistas, fue ganando terreno y siendo aceptada un poco más cada semana por el gobierno central y acompañada en cada provincia.
Así se fue configurando una contradicción que nos trajo al salto actual de la pandemia; cuanto más crecían los casos de contagio más el gobierno habría la economía y las industrias, multiplicando la cantidad de gente en la calle, y multiplicando a la vez la ganancia capitalista y los nuevos contagios.
Este muy equivocado esquema que priorizó a las clases capitalistas, se fue complementando con medidas que aclaraban más todavía las prioridades de gobierno; se subsidio a las grandes y millonarias empresas del país con dinero de la Anses, es decir de los trabajadores. Y se acordó con la UIA y la burocracia sindical, un plan masivo de suspensiones y rebajas salariales.
Así llegamos a estos días, donde estamos yendo a un nuevo e importante salto en la pandemia en el AMBA y en varias importantes provincias del país, salto combinado con preocupantes datos sociales; más de 50% de pobreza, caída masiva del consumo popular, retraso salarial y un impredecible diagnóstico sanitario, sobre si se llegará o no a colapsar el debilitado sistema de salud público. Cuando la cantidad de muertos ya supera los 1000 y los contagios se irán acercando en pocos días a 50 mil, la preocupación de la población avanza y las medidas certeras y necesarias no aparecen.
Se tenía que hacer y no se hizo
Llegados a esta situación hay una serie de medidas económicas y sociales que bien pudieron mejorar cualitativamente nuestra lucha contra la pandemia y en defensa de la vida. Una medida clave era la unificación de todo el sistema de salud bajo gestión estatal y control de sus trabajadores y profesionales, terminando con el lucro privado y poniendo toda la infraestructura sanitaria con alcance universal y gratuidad para toda la población.
Junto con esto debieron ponerse muchos más recursos económicos para la compra de mas test, para la contratación de más personal en salud pública, más insumos, el pago de salarios de todos aquellos que no deberían estar yendo a trabajar sino son esenciales y un subsidio universal a desocupados. Todo ese dinero bien se pudo conseguir mediante un fuerte impuesto a las grandes fortunas, algo que el gobierno al día de hoy no quiere tratar ni votar en el Congreso.
Si defienden la vida, que lo demuestren
Llegados a este punto crítico, con la pandemia creciendo a saltos en zonas importantes y la crisis económica golpeando fuerte a millones de familias trabajadoras, hay medidas urgentes que sí pueden tomarse, no hay nada que lo impida salvo la voluntad y decisión de hacerlo o no.
Si el gobierno quiere atender esta crisis a fondo no se puede esperar más. Hay cinco medidas esenciales a tomar:
- Volver a Fase 1 hasta que pase el pico de contagios, donde solamente trabajen los sectores esenciales y bajo estrictas normas sanitarias.
- Unificar todo el sistema de salud bajo gestión estatal, gratuita, universal y controlada por sus trabajadores y profesionales.
- Poner un fuerte impuesto extraordinario a todas las grandes fortunas
- Terminar con los subsidios a grandes empresas y usar esos recursos para subsidiar a desocupados, monotributistas y pequeños comerciantes.
- Prohibir realmente despidos, suspensiones y rebajas salariales. Y otorgar el pago completo de los aguinaldos.
Quienes han votado y aún apoyan a ese gobierno, o quienes ya tienen una mirada más crítica y distante con lógicas dudas e incertidumbre sobre el futuro; tienen el derecho a exigirle al gobierno estas y otras medidas urgentes frente a la crisis. Y también tienen la posibilidad de sacar conclusiones políticas si la ausencia notoria de las mismas se continúa manifestando en la realidad.
Pelear desde adentro; imposible
Como puede verse, en los diferentes momentos de su mandato, el recorrido de todo el accionar de gobierno tiene un hilo rojo inocultable; un fuerte ajuste sobre las mayorías obreras y populares combinado con fuerte ayuda a las grandes corporaciones y empresas, política que ha buscado disfrazar con diversas palabras y relatos. Pero el deterioro del nivel de vida de las mayorías no deja lugar a engaños. Esa realidad es palpable y no puede explicarse solo por la “pesada herencia”.
Ante esta realidad tan evidente las organizaciones política del Frente Patria Grande, el PCR y las CTA´s deberían explicar donde quedó el gobierno que venía a cambiar la distribución y a terminar con la pobreza y la entrega. Nada de eso sucedió. El ajuste y la pobreza crecen, los Berni y el ciberpatrullaje son parte del momento, y hasta la limitada propuesta de expropiación parcial sobre Vicentín ya parece naufragar. En este contexto quienes decían meses atrás que iban a dar pelea desde adentro terminaron adaptados al modelo del PJ, tanto en el Congreso como administrando la miseria como funcionarios del Ministerio de Desarrollo Social.
El cambio finalmente se dio por otro lado; los diputados de estas organizaciones progresistas o de la llamada izquierda popular terminaron votando en el Congreso a favor del ajuste a los jubilados, del pago de la ilegal deuda externa, de los ejercicios militares imperialistas en nuestras aguas. Lejos de ingresar al gobierno para fortalecer supuestas posturas más a izquierda, terminaron abandonado la calle y diluyéndose en el apoyo a las peores recetas de ajuste del PJ y el Frente de Todos.
Estos primeros seis meses ya anticipan un final anunciado. Como siempre hemos dicho un gobierno del PJ, más allá de sus diferentes alas, siempre es un gobierno patronal de contenido y eso marca toda su política y objetivos. Por lo cual es imposible desde adentro pretender modificar su esencia. En el Frente de Todos lo único que se logra es perder todo vestigio de izquierda y popular. Así le viene pasando a las organizaciones que muy equivocadamente decidieron integrarse, obedientes, a este gobierno.
Fortalecer a la izquierda
Lo que vivimos hasta hoy y lo que viene refuerza la necesidad de solidificar y engrandecer en el país un proyecto de izquierda anticapitalista y socialista, sin ningún tipo de compromiso con las patronales y corporaciones capitalistas. Ni en el mundo ni en nuestro país se puede enfrentar con éxito a las derechas con proyectos tibios, conservadores, moderados, que de una u otra forma gobiernan mediante acuerdos permanentes con los sectores del poder económico que en palabras dicen enfrentar.
Frente a las derechas retrógradas y a los gobiernos capitalistas en general hace falta una 3º opción que solo puede construirse desde la izquierda. Impulsando las movilizaciones contra el ajuste, con un programa realmente alternativo y socialista y actuando en esta crisis en forma independiente de todos los poderes.
En la perspectiva habrá más ajuste, más confrontaciones sociales, más luchas y polarización. Por eso a la vez que apoyamos cada lucha en curso y nos jugamos a organizar y coordinar cada reclamo social, tenemos que hacer más fuerte un proyecto político de izquierda como el que construimos en el MST y el FIT Unidad. Una izquierda que se postule y abierta a construir en común con las y los trabajadores, con la intelectualidad crítica, el movimiento de mujeres, disidente y ambiental, con la juventud estudiantil y precarizada. A contribuir a estos objetivos te invitamos a sumarte.