Re (cal) culando
Debut con ajuste. La mitad del período estuvo atravesado por la pandemia de COVID19, que ha deteriorado la situación económica y social de las mayorías. Sin embargo, para hacer un análisis profundo que permita determinar el carácter del gobierno y las perspectivas no se pueden perder de vista las primeras medidas del gobierno. Aunque durante la campaña electoral AF denunció la deuda externa como una estafa al servicio de la fuga de capitales de los amigos de Macri apenas asumió la legitimó y supeditó todo su programa a la renegociación de la misma, manteniendo congelados los ya miserables presupuestos macristas en salud, educación y desarrollo social mientras suspendía la movilidad jubilatoria condenando a millones a una jubilación de miseria. Además, a tono con su estrategia de “crecer para pagar” impulsó los proyectos megamineros que fueron frenados por las enormes movilizaciones de los pueblos de Mendoza y Chubut.
Con el Pacto Social en marcha. El ajuste se profundizó con la llegada de la pandemia y el asilamiento social obligatorio. Las patronales aprovecharon para avanzar en flexibilización y precarización laboral, despidos, suspensiones y rebajas salariales en acuerdo con la burocracia sindical y el gobierno, mostrando el verdadero objetivo del Pacto Social tan promovido durante su campaña. A los comedores populares se les cortó el envío de mercaderías y los planes sociales se congelaron a los niveles de un año atrás mientras se suspendieron casi todas las paritarias. Ahora se suma el anuncio del pago del aguinaldo en cuotas. Encima, una medida correcta como el asilamiento no fue acompañada por medidas sociales efectivas ni por el reforzamiento del sistema de salud. Conclusión: en seis meses un ajuste brutal contra la clase trabajadora y los sectores populares.
Progresismo asintomático. Los discursos combativos del gobierno quedaron sólo en palabras. El bono de $30 mil para lxs trabajadorxs de la salud nunca llegó. En cambio, tenemos el récord mundial de contagios en el sector producto de la falta de elementos de protección, testeos y las precarias condiciones laborales. Las amenazas contra Techint y las patronales que despidan duraron los pocos días que tardaron Rocca, la burocracia de la UOCRA y el gobierno en pactar las indemnizaciones y, a partir de ahí, la cifra de despidos pegó un salto en todos los sectores. El “impuesto patria” se perdió en los cajones de Máximo y Heller, mientras encontraron sin problemas el camino para rechazar el proyecto del FIT-U. La declaración de “interés público del servicio de salud privada”, fundamental para responder a la pandemia duró menos de 24 hs ante la presión de las patronales de clínicas privadas. La expropiación de Vicentín (en realidad un salvataje empresarial), que fue anunciada y replicada como una medida cuasi revolucionaria, se transformó en “el último recurso” mientras analizan una propuesta superadora. A cada anuncio de afectar mínimamente los intereses capitalistas, le siguió un rápido recule ante las presiones patronales.
Un capitalismo donde ganan los mismos de siempre. El modelo del FDT mantiene los privilegios y ganancias de la burguesía mientras entre el pueblo trabajador crecen la pobreza y la miseria. Los ATP, pagados con la plata que trabajadorxs y jubiladxs aportamos a la ANSES es la expresión más descarnada de un modelo que prioriza las ganancias empresarias por sobre las necesidades de las mayorías. Son muchxs lxs que depositaron su confianza en un proyecto que creyeron útil para frenar a la derecha, pero el camino recorrido en estos seis meses muestra que son incapaces de llevar a delante esa tarea porque no están dispuestos a tocar los intereses de las patronales, a quienes terminan cediendo ante las presiones. El capitalismo donde ganen todos no existe, es una verdadera utopía. La esencia del capitalismo es la obtención de ganancias a fuerza de la explotación laboral y ambiental sin importar las consecuencias. Y en las crisis como las que vivimos, la burguesía intenta descargarla sobre la espalda del pueblo trabajador. Sin tocar los intereses capitalistas, sin transformaciones de fondo, sin quitar los resortes económicos de manos de la grandes patronales no hay manera de derrotar a la derecha ni solucionar los problemas urgentes del pueblo trabajador.
Fortalecer una alternativa sindical y política. Este doble discurso que termina con recule ante los de arriba y ajuste hacia los de abajo, genera cada vez un mayor descontento. Más allá de las particularidades de la pandemia, son cada vez más los sectores que salen a enfrentar las consecuencias del ajuste. Pero es mayor aún la bronca y las contradicciones que se van acumulando y que anuncian un aumento de la conflictividad social en la medida que se profundice el ajuste. Ahora se prepara la pelea contra el desdoblamiento del aguinaldo y el reclamo de paritarias y aumento de salarios. En ese marco, frente a la traición de la burocracia es clave desarrollar el Plenario del Sindicalismo Combativo como un polo de referencia para fortalecer y coordinar las luchas con la perspectiva de contribuir a una nueva dirección sindical, democrática y combativa, independiente de las patronales y los gobiernos. Al mismo tiempo es urgente y necesario fortalecer una alternativa política que sirva para derrotar a la derecha impulsando las medidas necesarias para responder a la crisis sanitaria y social: suspensión de los pagos de la deuda externa, nacionalización de la banca y el comercio exterior, reestatización de las empresas de servicios, sistema único de salud estatal controlado por sus trabajadorxs, reconversión productiva con orientación social; como parte de un programa que ponga las riquezas, la producción y los resortes fundamentales de la economía en manos del pueblo trabajador, priorizando las necesidades sociales y no las ganancias capitalistas. Fortalecer el FIT-U, poniéndolo al servicio del activismo político, sindical y social que se acerca a esta perspectiva es fundamental para avanzar en ese camino.