Plan anti-violencia de género: más dudas que certezas
Anuncio de Fernández y Gómez Alcorta
Cada 27 horas hay un femicidio en nuestro país: 162 en este primer semestre. La cuarentena confina a miles de mujeres en hogares inseguros. El Estado debe dar respuesta urgente ante la violencia de género. Analizamos el “plan nacional de acción 2020-2022”.
Escribe: Nadia Burgos
El 3 de julio, en Olivos, Alberto Fernández y su ministra Gómez Alcorta lanzaron un plan bianual contra la violencia machista, como lo ordena la Ley 26.485. Se propone frenar las “violencias extremas” (femicidios, travesticidios y transfemicidios), fomentar la “autonomía económica” de las personas víctimas de violencia, y atender la “dimensión cultural y estructural” del problema. El plan prevé 144 acciones enmarcadas en 27 medidas, coordinadas con 46 organismos nacionales.
El presupuesto global sería de $ 18 mil millones en dos años. Suena ambicioso, pero puede ocultar una trampa muy habitual de los gobiernos con la excusa de las “políticas transversales”: contabilizar no la partida específica del Ministerio de Mujeres sino las ya asignadas a todas las demás áreas. Según parece, el plan incluye respuestas en materia de prevención, asistencia integral, acceso a justicia y monitoreo, todo de manera articulada y federal. Sin embargo, al leer detenidamente sus más de 200 páginas, surgen muchas más dudas que certezas.
Refugios o autonomía: falso dilema
El plan oficial dice: “Nuestra política no será crear más hogares y refugios sino impulsar acciones para poder garantizar el acceso a la vivienda, a casas de medio camino, que les permitan desarrollar un proyecto de vida autónoma y libre de violencias”.
Como es obvio, los refugios son una salida transitoria como paso hacia la autonomía para rearmar una vida sin violencia. Pero esa salida no se logrará si el Estado elude las medidas previas en los momentos clave. Y cuando la convivencia con el violento implica riesgo de muerte, la única salida que garantiza la supervivencia es contar con una casa-refugio para la emergencia.
En nuestro país hay 10 veces menos refugios que el mínimo que los expertos de la ONU recomiendan: no llegan a 150 cuando debería haber más de 1.500. No es entonces una medida contrapuesta al autovalimiento: justamente en la articulación entre ambas radica la integralidad del abordaje. Los programas Acompañar o Potenciar Trabajo que brindarán subsidios a través de la ANSES o el Ministerio de Desarrollo Social no deberían frenar la necesaria apertura de más refugios, lo que sin duda evitaría muchos femicidios.
En este punto, además, llama la atención que no se detalle cuál será el monto de la ayuda a las mujeres y personas LGBTI víctimas de violencia de género. Si bien se detalla el presupuesto total para cada eje (ver cuadro), no se desglosan las cifras concretas por cada programa y acción: cuánta plata por mes, por cuánto tiempo y para cuánta gente.
Actuar rápido y bien
Fortalecer la línea 144 es otro de los objetivos del plan. Las trabajadoras de esta línea ya han denunciando la precarización laboral que padecen. Las y los funcionarios hablan de la brecha de género y la violencia laboral, pero en los hechos son los primeros en precarizar al personal a su cargo: hipocresía al máximo nivel. Más que “esencial” es la tarea de las compañeras, que atienden, contienen y derivan llamadas de ayuda que en la cuarentena aumentaron casi un 40%.
También nos preocupa que el plan no explicite en qué consiste el sistema de “alertas tempranas” ni el apoyo a municipios mediante el “sistema digital de emergencia”. Sobradas son las muestras de que el botón antipánico no sirve. Los dispositivos a implementar deben proteger a las víctimas, no poner en sus manos la responsabilidad frente a la inminente agresión. Las tobilleras electrónicas permiten el control más eficaz sobre el violento, pero el plan ni siquiera las menciona.
El plan incluye asimismo fortalecer las áreas institucionales de género (Generar) y las organizaciones sociales (Articular), así como establecer promotoras de derechos y escuelas populares al respecto. Veremos qué se concreta de todo esto. Porque este gobierno ya mostró que del dicho al hecho hay bastante trecho.
El agravamiento de la crisis sanitaria y económica por la pandemia recae con más fuerza en las personas feminizadas. En ese marco, el ministerio que conduce Gómez Alcorta no integra el comité nacional de crisis, sólo dispuso un magro subsidio de $ 8.500 a las travestis y personas trans bajo presión de dicha comunidad, apoya la exclusión de lxs trabajadorxs sexuales del registro de Desarrollo Social y además es parte del silencio oficial sobre la demorada ley de aborto. Por eso es lógico que reaparezca desconfianza cuando sus medidas no son expuestas con claridad.
Para salir del patriarcado, derrotar al capitalismo
Cuando anunció el plan, Fernández expresó: “De la pandemia vamos a salir más unidos que nunca; del default vamos a salir más fortalecidos sabiendo que la solución está en nuestras manos y del patriarcado también vamos a salir y seremos más iguales”. En la misma línea hizo declaraciones Gómez Alcorta.
Como feministas socialistas nos vemos obligadas a refutar estas falsas promesas. Si bien es cierto que bajo el capitalismo las mujeres y disidencias, con nuestra lucha, podemos conquistar derechos, la erradicación definitiva del patriarcado sólo será posible con la radical destrucción de los engranajes de la explotación capitalista. Así como no hay “un capitalismo donde ganemos todos”, tampoco “vamos a salir” del patriarcado si no salimos del capitalismo.
Esto es así porque patriarcado y capitalismo son una simbiosis sistémica. La clase capitalista y sus instituciones sostienen y reproducen la opresión patriarcal ya que les genera ganancias por una doble vía. Por un lado, a nivel laboral, las mujeres y disidencias ganamos menor salario promedio y somos más precarizadas; es decir, nos explotan más. Por otro lado, los capitalistas se benefician de nuestro trabajo doméstico no remunerado, trabajo “del cuidado” de la mano de obra de hoy y de mañana. Esa opresión machista sostenida por el capitalismo es la que genera las violencias.
Por eso derrotar al patriarcado requiere enfrentar al capitalismo, pelea que a su vez requiere la unidad de la clase trabajadora de todos los géneros. Al patriarcado lo tiraremos junto con el capital para construir una sociedad igualitaria y justa, es decir socialista. De esa batalla te invitamos a tomar parte, sumándote a Juntas y a la Izquierda, Libre Diversidad y el MST en el FIT Unidad.