Pandemia en Córdoba: Responsabilidad social, chivos expiatorios y coartadas anómicas
Escribe: Raúl Gómez
Diego Cardozo, Ministro de Salud de la provincia, acaba de hacer una serie de anuncios este miércoles en base un nuevo reporte epidemiológico de la situación de la epidemia en Córdoba. Ante la lapidaria evidencia de que se está produciendo un incremento exponencial de contagios en la provincia, que pasó de un promedio de 9,6 a 40 casos diarios en menos de 10 días; derrumbando el discurso triunfalista que se jactaba de una gran eficacia sanitaria y de tener controlada la epidemia en el territorio provincial.
Lejos de asumir responsabilidad alguna ante el lapidario dictamen de los números, han decidido profundizar la táctica de culpabilizar/penalizar a la gente; tal como lo hicieron la semana pasada en la Legislatura provincial cuando el bloque oficialista impuso mediante ley, una serie de multas a las transgresiones a la cuarentena que realice la ciudadanía. Una ley llena de inconsistencias, sólo explicables por el desesperado fin recaudatorio que tiene. Tal como lo denunció lúcidamente la Legisladora del MST, Luciana Echevarría.
Como lo indica el “manual del canalla” la mejor defensa ante la evidencia del fracaso y la inconsecuencia de las medidas del gobierno provincial, es acusar a las personas del evidente incremento de casos en la provincia. Preocupante aumento que pone al descubierto el efecto de las sucesivas -e incongruentes- medidas de flexibilización de la cuarentena que el gobierno ha impulsado.
Las ciencias sociales en general y las de comportamiento en particular han descrito el recurso del “Chivo Expiatorio”, el cual se emplea para calificar a aquellos sobre quienes se aplica injustamente una acusación o condena para impedir que los auténticos responsables sean culpados. Históricamente el recurso ha sido utilizado por los gobiernos autoritarios, como lo hacía el régimen monárquico ruso y el gobierno Nazi cuando propiciaban el odio, la persecución y aniquilamiento a las y los judíos, culpándolos de todas las penurias que las masas empobrecidas sufrían producto de sus propios gobiernos.
En una escalada en la violencia discursiva, el ministro se refirió en duros términos a quienes incumplen las medidas de prevención sanitaria. Se refería de ese modo a las innumerables reuniones no autorizadas que se detectaron en los últimos días, y que –según él– son una de las principales causas de los nuevos brotes de la enfermedad en Córdoba.
Partiendo de la afirmación, inicialmente cierta, que todas las medidas de responsabilidad individual y social ayudan a evitar el contagio, se intenta ocultar que estas medidas deben sostenerse a través del convencimiento y de la concientización y no de un régimen sancionatorio como el que están proponiendo.
Pero, además, en este caso lo que se oculta también es un fenómeno abordado por las ciencias sociales. El sociólogo norteamericano Robert K. Merton denomina «coartadas anómicas», al proceso por el cual la inexistencia de normas en la sociedad, o bien la inconsistencia de las mismas, impide que algunos consigan las metas socialmente impuestas y los empuje a tomar “atajos” para incumplir las normas impuestas.
El incremento de casos son pura y exclusiva responsabilidad del gobierno y de los empresarios a los que protege. Incluso en los casos en que ha habido responsabilidad individual, han sido fruto de las señales incongruentes e inconsecuentes de las medidas tomadas por el gobierno, que en medio de los picos más grandes habilitó cada vez más flexibilizaciones, confundiendo a la población y habilitando la transgresión.
Así puede verificarse en un simple cálculo: 16 días después de que se habilitó la apertura de los Shopping, cediendo a la presión de los propietarios de las grandes superficies comerciales, se alcanzó la cifra record de 40 contagios diarios.
Así la operación discursiva tiene la doble función de deslindar responsabilidades y ocultar la realidad que la pandemia golpea con fuerza a las y los trabajadores arrojándolos a un horizonte de prolongación e incertidumbre, los sueldos de las familias trabajadoras no alcanzan, los despidos siguen y la pobreza crece. Tal como ocurre en el AMBA la cuarentena con hambre y sin recursos de estos gobiernos no se aguanta más.