Florencia Rueda, otro femicidio que se pudo evitar
Por Karen Jennifer Haderne
En un día como hoy, mi amiga Florencia Rueda, de la localidad de Coronel Pringles, cumpliría 28 años de edad. Pero el 6 de octubre de 2017 su vida le fue arrebatada por el femicida Julián Di Paolo, quien se suicidó.
Como suele ocurrir en casos de violencia de género, el femicidio es el desenlace fatal de un camino de violencias de distintos tipos, que sufrimos las mujeres prácticamente desde que nacemos.
La historia de Flor concentra casi todas las violencias y este es otro motivo para recordarla en su cumpleaños.
A Flor comenzaron a matarla mucho antes del femicidio. Hubo numerosas alertas que recorrieron su vida, que nos movilizaron y nos empujó a recurrir a las instituciones del Estado, donde nos ofrecieron indiferencia y complicidad.
Flor sufrió violencia física y psicológica por parte de uno de sus hermanos durante mucho tiempo. En paralelo se sumó la violencia ejercida por su ex pareja durante siete años de relación, Federico Javier Erro, con quien tuvo uno de sus dos hijos. Sin embargo, fue su última pareja, Julián Di Paolo, quien terminó con su vida.
El 25 de septiembre de 2017 se escribió el penúltimo capítulo de violencia y también, aunque no lo sabíamos entonces, de la vida de Flor.
Ese día su ex pareja, Federico Erro, ingresó a la vivienda de Flor y comenzó a golpearla frente a su hijo en común que tenía apenas cuatros años de edad. Erro tomó al niño y lo llevó afuera de la casa y regresó solo a continuar con la golpiza. Tras la llegada de la policía, Florencia totalmente vulnerable, asustada y alterada se dirigió a la comisaría de la mujer a radicar la denuncia.
El oficial subinspector Guillermo Damián Erro, hermano de Federico, se enteró y llamó a la comisaría de la mujer para que no intervenga y deriven a Florencia a la Comisaría de Coronel Pringles, donde él mismo la atendió, falsificó la declaración y no le dio curso penal, protegiendo a su hermano y aislando a Florencia de toda protección. Este hecho dejó completamente desprotegida a mi amiga ante la violencia que se acercaba.
Flor decidió mudarse de vivienda para evitar que Erro la localizara. También se dirigió hasta la fiscalía de Bahía Blanca para radicar una nueva denuncia al percatarse de la maniobra del subinspector, y desconfiar de la fiscalía local.
Pero el 6 de octubre de ese mismo año, Julián Di Paolo, quien recientemente había sido liberado de la cárcel, fue a buscar a Flor a su nuevo domicilio, con su camioneta rompió el portón de ingreso y la apuñaló frente a sus hijos de 11 y 4 años, hiriendo también a este último.
Flor murió al ingresar al hospital. Su femicida se ahorcó en una zona rural. Su hijo se recuperó.
Hoy, tras idas y vueltas en la justicia, esperamos el juicio de Guillermo Erro por falsificación y adulteración ideológica de documento, incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento calificado. Federico Erro sigue impune. Julián Di Paolo murió impune. Florencia murió en un femicidio que era evitable, sin justicia.
Cada episodio de violencia se entrelazó con impunidad y fueron anticipando el desenlace fatal. Seguimos exigiendo justicia por Florencia Rueda, la depuración del aparato policial, la elección directa y revocabilidad de comisarios, jueces y fiscales por voto popular. También es necesario presupuesto de emergencia para prevenir y erradicar la violencia de género, para refugios y asistencia integral para las víctimas, la aplicación efectiva de la ESI para deconstruir masculinidades violentas y desnaturalizar la violencia.