Deuda externa: la oferta no conforma y el vencimiento se acerca
La negociación por la reestructuración de los US$65.000 millones de deuda externa, pertenecientes a los acreedores privados, bajo legislación extranjera, entra en nuevo capítulo. Los roces se profundizan, pero la intención de pagar no cambia.
El 4 de agosto vencen los plazos de la negociación que continúa el gobierno nacional con los tenedores privados de la deuda externa. Este último grupo, con Black Rock a la cabeza, se niega a aceptar la última oferta presentada por el ministro de economía Martín Guzmán. Por su parte, el principal responsable de la negociación en nombre del país sigue, al menos discursivamente, negando la posibilidad de modificar los números de la propuesta. Aunque sí acepta rever ciertas cláusulas legales.
Las diferencias
Por un lado, como se mencionó, BlackRock, Ashmore y Fidelity siguen señalando que la última oferta, en términos económicos, es mala para sus bolsillos. El aumento de U$S 15.000 millones no les bastó, por eso van por más. La diferencia radica ahora en U$S 3 por cada U$S100 de deuda. En términos concretos son U$S 3.000 millones más que exigen. Para estos buitres la avaricia no tiene límites, sobre todo cuando los bonos cotizan en bolsa entre un 25% y 30% de su valor real y el tándem Guzmán – Fernández les ofrece pagarles prácticamente un 55%. Por el momento, en este aspecto, los funcionarios locales deciden no moverse de la propuesta
Otra de las diferencias refiere a las cláusulas legales. Los bonistas están empecinados en acomodar, en especial, las cláusulas de acción colectiva (CAC) de 2014. Con esta cláusula los países deudores tienen la potestad de hacer canjes parciales, dependiendo las series a reestructurar. En este punto el ministro de economía no tiene problemas en ceder, cuando esto significa mayor pérdida de soberanía de las arcas del Estado Nacional para decidir cuándo y cómo pagar. Con esta entrega se acentuarían nuevas formas de neo-colonialismo por responsabilidad del Frente de Todos.
Definiciones de un ocaso oscuro
Ayer, 2 de agosto, en una entrevista que Guzmán otorgó a Página 12, expuso ciertas definiciones como «(…) si no hay acuerdo sobre esta propuesta el camino es otro. En ese caso, lo que haríamos es retomar el programa con el Fondo Monetario Internacional, pero en las condiciones que necesitamos tener». Con estas palabras se demuestra la farsa de que, el armado político de Fernández, que tanto renegó de la institución imperialista durante la campaña electoral, va a ser quien tenga prioridad de pago. Y esto cuando ellos mismo denunciaron los negociados que se llevaron a cabo con ese dinero que, como entró del país, se fugó.
En cuanto a los bonistas privados les dejó en claro que, en caso de no acordar y entrar a un default formal, “(…) más adelante, dentro de seis u ocho meses aproximadamente, vuelva a hacer un replanteo”. No hay remate para tamañas declaraciones. Quien pergeña la economía local está más preocupado por resolver las demandas de los usureros, que por diseñar un plan para erradicar la pobreza y desocupación que van en alza.
Una propuesta soberana
La política de la pospandemia, que Alberto diseña, tiene como horizonte crecer para pagar. Todos los cañones apuntan a devolver todos los dólares y pesos de un mecanismo de sometimiento que es ilegal y fraudulento. Recortan el IFE pero se sostienen las negociaciones con estos multimillonarios. Hasta piensan en seguir profundizando el modelo extractivista, de saqueo y contaminación, para poder pagar.
Con la retórica del esfuerzo del pueblo, se busca condenarnos a “levantar” una economía en beneficios de quienes roban el presente. Ante esto, declarar un no pago soberano de la deuda externa, se vuelve clave.
Nicolás Zuttión