Debate con el PO y la Coordinadora Sindical Clasista. La izquierda ante el movimiento obrero
La discusión sobre qué jornada de lucha convocar, colocó nuevamente un debate que ya es recurrente con el PO y la CSC: cómo debe intervenir la izquierda revolucionaria en los sindicatos. La visión regresiva y sindicalista del PO no ayuda a fortalecer el FIT Unidad y tampoco el Plenario del Sindicalismo Combativo para que se desarrolle como un polo de referencia para disputar la dirección.
Escribe: Guillermo Pacagnini. Dirigente del MST y de la Mesa Nacional del PSC
La intervención de varios dirigentes de la CSC(1) así como el balance publicado en Prensa Obrera(2), fueron harto elocuentes respecto de esta concepción economicista y abstencionista, planteando no solamente que es equivocado unir al sindicalismo combativo y la izquierda en una acción, sino que lo correcto es la separación de la izquierda de la pelea en los sindicatos.
Para Romina del Plá, una acción conjunta del sindicalismo combativo y la izquierda sería «un conglomerado indeterminado». Para Ileana Celotto, que tildó de «electoralista» nuestra propuesta, hay que trazar una línea divisoria: «el FITU deberá hacer por su lado su convocatoria política, pero en los sindicatos aquí reunidos tenemos la responsabilidad de impulsar la lucha para frenar… a la burguesía fondomonetarista». O sea, se hace política aparte y en las elecciones, y a la burguesía se la enfrenta… con la lucha sindical. Para el dirigente santacruceño Miguel Del Plá el abstencionismo está a la orden del día: no hay ninguna pelea que dar en los sindicatos porque «la izquierda siempre está… somos todos militantes de izquierda… las banderas de izquierda no faltan nunca en las marchas». Además diluir a la izquierda aclaró que su rol se debe limitar a «participar acompañando» a las organizaciones sindicales.
Para Chiquito Belliboni «el gobierno de los trabajadores se va a dar sobre la base de la profundización de la lucha de clases, no de que difundamos que somos de izquierda por la fábrica…eso servirá para una elección… pero no va a servir de ninguna manera para impulsar el desarrollo de la lucha de clases…no lo tenemos planteado como necesidad para el desarrollo de la clase obrera…».
En síntesis, el PO tiene una lógica común: postular a la izquierda en el movimiento obrero y sus organismos siempre es hacer política electoral. La izquierda debe subordinarse a los sindicatos como si la organización gremial fuese la expresión mayor de la conciencia y las demandas estratégicas de la clase trabajadora para su emancipación.
Lucha sindical y lucha política: nuevo viejo debate
La postura de PO nos lleva a reeditar debates transitados en los albores del desarrollo de la clase obrera: los trabajadores deben limitarse a lucha económica en los sindicatos; el sindicalismo y la política deberían marchar por carriles separados; la política para los políticos y el sindicalismo para los obreros. Un debate en la historia del movimiento revolucionario primero con el oportunismo anarquista, luego con el reformismo socialista. La Primera Internacional ya había sentenciado que predicarles la abstención política a los obreros era «arrojarlos a los brazos de la política burguesa».(3) También Lenin le dedicó una buena parte del Qué hacer a advertir sobre la lucha sindical y la lucha política, sobre el carácter político que hay que imprimirle a la lucha económica.
Asimismo la III Internacional marcó con claridad cuál debe ser la estrategia de los revolucionarios en los sindicatos: «es importante que los comunistas de todos los países formen parte de los sindicatos para convertirlos en órganos conscientes para la liquidación del régimen capitalista y el triunfo del comunismo (…) Sólo de esta forma será posible apartar de los sindicatos a sus líderes oportunistas, poner a los comunistas en la dirección y hacer de estas organizaciones un arma de la lucha revolucionaria por el comunismo (…)».
Contrariamente a lo que opina el PO, Lenin nos decía que la lucha económica del proletariado se transforma en lucha política, mucho más rápidamente en esta época de decadencia capitalista. Y que los revolucionarios «deben tender a realizar, en la medida de lo posible, una unión perfecta entre los sindicatos y el partido comunista, subordinándolos a este último, vanguardia de la revolución».(4)
En nuestro país la historia del movimiento obrero demostró también una ley de hierro: la indisoluble unidad entre el desarrollo de la dirección sindical con los recambios en su dirección política. Y la necesidad de los revolucionarios de disputar esa dirección. Las corrientes anarquistas primero, socialistas reformistas luego, no estuvieron a la altura. Menos el PC que con sus traiciones a las luchas obreras posibilitaron que se entronicen el peronismo y su burocracia sindical. Y justamente en nuestro país fueron el peronismo y su burocracia sindical quienes instituyeron esa nefasta premisa de que “no se hace política en los sindicatos”, para instaurar la cultura del pensamiento único.
Las corrientes centristas o del «clasismo» de los setenta, también educaron a la clase en que no había que hacer política y terminaron, frustrando a camadas enteras de activistas y entregando a direcciones burguesas como el peronismo la dirección del movimiento obrero y abortando los procesos de recambio sindical.
Por eso, esta postura del PO tiende a repetir estas experiencias que llevaron a un callejón sin salida a valiosas camadas de activistas. No se pueden reproducir argumentos similares a los de la burocracia del PJ, que apela al atraso político de la clase para frenar todo avance de la izquierda. Eso no ayuda en nada al sindicalismo combativo y a la pelea por una nueva dirección clasista y combativa.
La posición histórica del trotskismo
Daniel Sierra, en el balance escrito del PO, remata diciendo que: «La Coordinadora Sindical Clasista la rechazó desde una posición política histórica del trotskismo. (…) porque representan a la totalidad de los afiliados, no pueden convocar como brazos de la izquierda que es a ojos vista minoritaria todavía en la base del movimiento obrero… Justificando que «los gremios chocan todos los días con la entrega de la burocracia sindical, pero que están muy lejos de haber adherido a las posturas de la izquierda en plano político».
Sin embargo, Trotsky aconseja lo contrario. En primer lugar, recordando que los sindicatos en esta época de decadencia, tienen muy limitado su rol de promover las luchas económicas que ostentaban en la etapa de desarrollo capitalista. «Los sindicatos actualmente no pueden ser simplemente los órganos democráticos que eran en la época del capitalismo libre y ya no pueden ser políticamente neutrales, o sea limitarse a servir a las necesidades cotidianas de la clase obrera. Ya no pueden ser anarquistas, es decir que ya no pueden ignorar la influencia decisiva del estado en la vida del pueblo y de las clases. Ya no pueden ser reformistas, porque las condiciones objetivas no dan cabida a ninguna reforma seria y duradera. Los sindicatos de nuestro tiempo pueden servir como herramientas secundarias del capitalismo imperialista para la subordinación y adoctrinamiento de los obreros y para frenar la revolución, o bien convertirse, por el contrario, en las herramientas del movimiento revolucionario del proletariado. La neutralidad de los sindicatos es total e irreversiblemente cosa del pasado. Ha desaparecido junto con la libre democracia burguesa.(5)
El PO diluye el rol de la izquierda que simplemente «siempre está», y, también en las antípodas de lo planteado por Trotsky, lo supeditan a las supuestas orgánicas de sindicatos del PSC. De esta manera no solo se abstienen y reniegan de la disputa para que la izquierda revolucionaria dirija efectivamente los sindicatos recuperados. También implica la renuncia a la pelea estratégica por un gobierno de trabajadores que no es meramente sindical, ni requiere de una etapa previa de pelea económica.
Una vez más… ¿Qué hacer?
Pelear por una política correcta de la izquierda en el movimiento obrero es clave para impulsar una alternativa política, para disputar la dirección y desarrollar los sindicatos como órganos de poder. Revisar la historia del movimiento revolucionario y desoír los consejos de Trotsky, debilitan a la izquierda y al PSC, al dejarle el terreno libre al peronismo en sus variantes u otras ideologías que son funcionales a la burocracia y las direcciones burguesas.
Sin dudas intervenir en la vida interna de un sindicato es en función de disputar su dirección. Por eso, además de las propuestas inmediatas o salariales, hay que llevar y disputar por el programa y además hay que pelear contra las tendencias más atrasadas y no cederles como propone PO. Por supuesto que partimos del hecho de que en los sindicatos hay todo tipo de sectores y opiniones políticas, eso no se puede negar. Por el contrario implica la necesidad de democratizar su vida interna, cambiar sus estatutos y permitir que todas las corrientes reales se expresen proporcionalmente al apoyo que tienen en la base, en la dirección del sindicato y en todos sus organismos. Así sí se defiende la democracia obrera. Y no creyendo que respetamos a la base y su diversidad de opiniones, por no llevarles y proponerles que apoyen las propuestas de la izquierda.
Hacer política, lejos de «aparatear», como difunden las corrientes pequeñoburguesas o burocráticas, es fundamental para desarrollar la lucha hasta el final, dando una perspectiva desde el programa y desde la organización revolucionaria. En ese sentido no se puede enfrentar a las corrientes burocráticas cuya campaña preferencial contra la izquierda es decir que «viene a hacer política», reproduciendo sus métodos y argumentos. Eso desarma por completo al activismo que quiere enfrentar y derrotar a la burocracia.
Ganar la mayoría de la conducción formal de un sindicato, no significa que automáticamente se coronan con el rótulo de clasistas, como opina el PO. Es un paso importante, pero es una primera fase, la de «recuperación». Para avanzar hay que disputar, ganar para la izquierda, su programa y acciones a esos organismos. Y ganarlos para un modelo sindical democrático. Hacer lo opuesto, adaptarse al aparato, cederle a lo más atrasado para «cuidar» el coto de caza y reproducir los vicios del viejo sindicalismo es funcional a la burocracia y a las direcciones variopintas de turno del peronismo o de las corrientes reformistas.
Estos debates son fundamentales. Porque si el Plenario del Sindicalismo Combativo, que hoy es predominantemente un frente único de las tendencias de la izquierda clasista, no pelea ni siquiera en los pocos organismos sindicales que hoy adhieren y les cede a las tendencias centristas y burocráticas que actúan a su interior, va a ser muy difícil ganar nuevos sindicatos y avanzar hacia un polo de reagrupamiento antiburocrático que pueda disputar.
Asimismo, el PSC lejos de una postura apolítica, es bueno que colabore, como uno de los objetivos, en fortalecer desde su peso sindical al Frente de Izquierda Unidad en el terreno político. Son tareas combinadas y relacionadas, no separadas y antagónicas. La izquierda y el sindicalismo combativo deben postularse en confluencia, en un gran polo alternativo, como una tercera opción que enfrente al gobierno del PJ y a la derecha.
(1) Desgrabaciones de dirigentes de la Coordinadora Sindical Clasista (PO) en el Plenario del sindicalismo combativo online del 12/8/20.
(2) Prensa Obrera 14/8/20.
(3) Conferencia de la I Internacional, Londres, 1871.
(4) Tesis del 2do congreso de la III Internacional,1920.
(5) Trotsky, Los sindicatos en la época de transición, 1938.